La justicia brit¨¢nica ordena que se mantenga con vida a un asesino en huelga de hambre
Brady, condenado a cadena perpetua por matar a cinco menores, pidi¨® permiso para morir
Los jueces de Liverpool pusieron fin ayer a un enconado debate sobre la vida y la muerte. Los magistrados denegaron al encarcelado Ian Brady, de 62 a?os, uno de los criminales en serie m¨¢s conocidos del Reino Unido, el permiso para morir. Por el contrario, ordenaron que se le mantenga con vida mediante alimentaci¨®n forzosa. Sabedor de que jam¨¢s recuperar¨ªa la libertad, Brady, condenado en 1966 a cadena perpetua por la muerte de cinco menores, hab¨ªa iniciado una huelga de hambre en septiembre. Pero los m¨¦dicos le impidieron morir. Sus abogados recurrieron la medida.
La situaci¨®n de Ian Brady no s¨®lo ha sacado a relucir la terrible cadena de cr¨ªmenes cometidos en Manchester hace tres d¨¦cadas junto con su c¨®mplice y amante, Myra Hindley, tambi¨¦n condenada a cadena perpetua. Ha avivado sobre todo el debate acerca del derecho a la muerte de cualquier persona en pleno uso de sus facultades mentales. El juez Maurice Kay, que inform¨® en privado a Brady de que hab¨ªa perdido el caso, calific¨® de "legal, racional y adecuada" la decisi¨®n m¨¦dica de alimentarle a la fuerza por medio de una sonda g¨¢strica. Para evitar que la situaci¨®n degenerara en un "culebr¨®n de tintes forenses", el magistrado deneg¨® asimismo el derecho a una apelaci¨®n.Los abogados de Brady hab¨ªan basado su defensa en la lucidez del convicto, que inici¨® por voluntad propia hace seis meses una huelga de hambre con el ¨²nico prop¨®sito de morir. Como la legislaci¨®n brit¨¢nica no considera un delito el intento de suicidio -la ayuda al que trata de quitarse la vida s¨ª est¨¢ penalizada- los letrados adujeron que Brady pod¨ªa rechazar la comida. En su opini¨®n, la sonda g¨¢strica introducida en octubre pasado para alimentarle era un tratamiento m¨¦dico paliativo. Una especie de respuesta cl¨ªnica a su rechazo a comer que deb¨ªa ser extra¨ªda de inmediato.
"Mi decisi¨®n es pragm¨¢tica y consciente. Lo ¨²nico que lamento es no haberlo hecho antes. No pienso seguir con vida durante otros 40 a?os y mantener a un ej¨¦rcito de funcionarios de prisiones. A ver si salgo de este hospital de una vez en un ata¨²d", declar¨® el propio convicto a la BBC a finales de febrero.
Para los m¨¦dicos que le atienden, sus palabras denotan que se trata de un desequilibrado mental, el mismo diagn¨®stico de cuando le condenaron en 1966, en busca hoy de atenci¨®n. Al estar encerrado en un hospital de alta seguridad, negar la comida es uno de los pocos gestos a su alcance. Vista as¨ª, la huelga de hambre ya no ser¨ªa un acto voluntario sino la demostraci¨®n de que Brady sigue necesitando tratamiento psiqui¨¢trico. Por eso los especialistas de Ashworth, en el centro de Inglaterra, prefieren calificar de "realimentaci¨®n", en lugar de alimentaci¨®n forzosa, el uso de la sonda.
Para ellos, este caso no puede compararse con el de Tony Bland, una de las v¨ªctimas de la estampida humana registrada en 1993 en el estadio brit¨¢nico de f¨²tbol de Hillsborough. En coma desde que fuera aplastado por otros espectadores, dicho joven fue tambi¨¦n alimentado con sonda hasta que su familia recibi¨® la autorizaci¨®n de desconectar el respirador que le manten¨ªa vivo. Los jueces decidieron entonces que dejar de nutrirle equival¨ªa, en su estado, a un simple acto m¨¦dico ajeno a la eutanasia. Para el juez Maurice Kay, la situaci¨®n de Brady no pod¨ªa equiparase a la de Bland.
Brady inici¨® su huelga de hambre en septiembre, al ser trasladado sin previo aviso a una zona resguardada del hospital de Ashworth. La direcci¨®n del mismo, destinado a los criminales m¨¢s peligrosos del Reino Unido, pens¨® que ser¨ªa mejor protegerle en una planta destinada a los enfermos mentales graves. Sabedor de que acabar¨¢ sus d¨ªas encerrado -todas las apelaciones contra su condena han sido rechazadas por los sucesivos gobiernos brit¨¢nicos- decidi¨® poner fin a su vida.
Poco despu¨¦s de conocerse la sentencia, las familias de los ni?os asesinados y enterrados en unos p¨¢ramos cercanos a Manchester renovaron sus deseos para el futuro de ambos asesinos. "Es una sentencia ajustada y sensata. Brady y Hindley deben seguir con vida y en la c¨¢rcel. Que sepan que no saldr¨¢n nunca", dijo Norman Brennan, portavoz de todos los parientes.
Los familiares de los cinco ni?os muertos no son los ¨²nicos incapaces de perdonar a Brady y a Myra Hindley, su novia. Cuando la polic¨ªa llev¨® ayer al primero al Tribunal Supremo de Liverpool, los dispositivos de seguridad impidieron que otros ciudadanos expresaran con violencia su repulsi¨®n por los asesinatos. El trayecto hasta la sala de vistas fue cortado por los agentes, y Brady, a bordo de una camioneta de cristales oscurecidos, no fue visto. Como las fotos que se conservan de ¨¦l son escasas, el retrato tomado poco despu¨¦s de su detenci¨®n hace 34 a?os sigue utiliz¨¢ndose como punto de referencia.
Detenidas en el tiempo, una sola versi¨®n de las caras de Lesley Ann Downey, de 10 a?os, Edward Evans, de 17, y John Kilbride, de 12, las tres primeras v¨ªctimas de la pareja, aparece tambi¨¦n de inmediato en la prensa brit¨¢nica en cuanto salen a relucir los asesinatos de los p¨¢ramos. El rostro de Pauline Reade, de 16 a?os, y Keith Bennett, de 12, tard¨® m¨¢s en ser del dominio p¨²blico. Hindley y Brady admitieron el crimen en 1987, dos d¨¦cadas despu¨¦s haberlos torturado, asaltado sexualmente y luego estrangulado. Los cinco cuerpos fueron enterrados en los Moors (p¨¢ramo), un terreno bald¨ªo cercano a Manchester.
Un aspecto de las tropel¨ªas de Brady y Hindley sigue confundiendo todav¨ªa a los brit¨¢nicos. Nadie puede explicarse c¨®mo pod¨ªan ir de merienda a los Moors y fotografiarse sobre los cuerpos mismos de sus peque?as v¨ªctimas, todas bajo tierra.
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