El gran escriba de Egipto El escritor de 'best sellers' Christian Jacq presenta en Luxor su nuevo libro, 'Nefer el Silencioso'
ENVIADO ESPECIAL"Pisen". Hubo un rumor de pies obedientes sobre la tierra vieja. "Sientan el antiguo Egipto vivo". Se intent¨®. Christian Jacq, el Champollion del best seller, se?al¨® entonces con gesto ram¨¦sida y las piedras cenicientas parecieron cobrar vida. Conjurados por su mirada, se alzaron de nuevo los muros de adobe de la ciudad prohibida y se materializaron las desvanecidas sombras de sus habitantes. Pasaron entonces dos halcones, fugaces jerogl¨ªficos, persigui¨¦ndose entre las ruinas y la ilusi¨®n desapareci¨® en un pesta?eo. Pero Christian Jacq sigui¨® sonriendo como si a¨²n pudiese ver la actividad que se desarrollaba ah¨ª, en el Lugar de Verdad, hace 3.000 a?os y escuchara su bullicio. Alrededor del escritor, que segu¨ªa ensimismado como una momia ante el paisaje, se desplegaba expectante un verdadero ej¨¦rcito de informadores y editores desplazados al pa¨ªs del Nilo desde todos los rincones del globo, hasta de Jap¨®n, en una apoteosis de la egiptoman¨ªa: la presentaci¨®n mundial de la nueva novela de Jacq, lanzada simult¨¢neamente en una docena de idiomas, incluido el castellano (Planeta) y el catal¨¢n (Columna). Era el del fara¨®n un ej¨¦rcito abigarrado, pinturero, aumentado con autoridades egipcias, grandes contingentes de fuerzas de seguridad, periodistas locales, ch¨®feres, gu¨ªas, camareros, cocineros y curiosos con suerte. Una alemana acometi¨® su tercera raci¨®n de langostinos bajo la gran carpa comedor dispuesta bajo las ruinas para la visita de Christian Jacq y su formidable s¨¦quito, y un ingl¨¦s pugn¨® por salir del lavabo qu¨ªmico llevado hasta all¨ª por el mismo motivo. Vaya movida.
En la ciudad secreta
El novelista franc¨¦s, de 52 a?os, que ha vendido en todo el mundo millones de ejemplares de sus obras sobre el Egipto fara¨®nico, de ellos m¨¢s de un mill¨®n y medio en Espa?a, se encontraba el jueves en Deir El Medina (Luxor), donde se alzan los restos de la ciudad secreta de los artesanos que prepararon las tumbas de los faraones del imperio nuevo. Exactamente, el lugar en que se desarrolla la ¨²ltima de sus ficciones: la novela Nefer el Silencioso, primera entrega de una nueva tetralog¨ªa titulada La piedra de luz. En la obra, que va a ser la primera del autor en aparecer publicada tambi¨¦n en ¨¢rabe, Jacq resucita la vida de una comunidad extraordinaria pero muy poco conocida del gran p¨²blico: la de los maestros de obra, escultores y pintores que se encargaron de construir y decorar, con incre¨ªbles habilidad y arte, las tumbas del Valle de los Reyes, la necr¨®polis real de la antigua Tebas. Esos artesanos, tenidos por los mejores de Egipto, estaban organizados en cofrad¨ªas exclusivas y resid¨ªan en una peque?a ciudad prohibida para los for¨¢neos denominada Set Maat, el Lugar de Verdad. Tienen esos obreros el m¨¦rito hist¨®rico, lo explic¨® Jacq, de haber protagonizado en tiempos de Rams¨¦s III la primera huelga que se conoce en la historia de la civilizaci¨®n. Lo hicieron por falta de comida, as¨ª que es de imaginar que sus momias se habr¨¢n revuelto bajo el polvo anteayer ante el espect¨¢culo del banquete pantagru¨¦lico organizado junto a las ruinas de su ciudad con motivo de la visita del escritor y que incluy¨® -?en el desierto!- hasta helado de chocolate.
La ciudad de los artesanos, construida en tiempos de Tutmosis I (1506-1493 antes de Cristo) y abandonada en los de Rams¨¦s XI (1098-1069 antes de Cristo), se encuentra en el actual Deir El Medina, un uadi, un valle encajonado entre una colina pedregosa y el gran risco tras el que se halla el Valle de los Reyes. Es un lugar que quita el hipo, en el que se pueden recorrer las calles y casas de los antiguos constructores de tumbas y visitar algunas de las de ellos mismos. Deir El Medina est¨¢ muy vinculado a la arqueolog¨ªa francesa -lo excav¨® el IFAO, Instituto Franc¨¦s de Arqueolog¨ªa Oriental, desde 1922-. En significativa sinton¨ªa con la tetralog¨ªa de Jacq, el Louvre prepara una gran exposici¨®n sobre la vida cotidiana en Egipto que se centrar¨¢ en el Lugar de Verdad. ?Por qu¨¦ el tema?, se le pregunt¨® al escritor; aparte del obvio encanto de pasar de los faraones a los obreros, "es una gran historia, la de un conjunto ¨²nico de gente que se consagr¨® a moldear la eternidad como si fuera un material. Tenemos mucha documentaci¨®n de ellos y yo he querido explicar su vida para el gran p¨²blico".
Jacq resucita la comunidad a su manera, es decir, con grueso ca?amazo de best seller condimentado con una egiptofilia de corte new age que quiere ver en la espiritualidad de los antiguos egipcios f¨®rmulas v¨¢lidas para el hombre de hoy. En la novela hay acci¨®n, erotismo ("ella recibi¨® el cuerpo de atleta con un maullido de gata") y mucho misterio, incluso metaf¨ªsico. Los protagonistas son tres j¨®venes que sienten la "llamada" -profesional, art¨ªstica y sobre todo espiritual- que los conduce a incorporarse al Lugar de Verdad. Esos personajes, m¨¢s un jefe de polic¨ªa inevitablemente nubio y un malvado y ambicioso militar no menos inevitable oficial de carros del fara¨®n, se ven involucrados en una intriga. El escritor recalc¨® ayer que los personajes son reales; ahora bien, se ha tomado, obviamente, libertades con ellos ("la sacerdotisa de Hator renunci¨® a la teolog¨ªa y permiti¨® que su amante la desnudara entusiasmado"). Vuelve a aparecer en la novela Rams¨¦s II, y es que Jacq le ha tomado cari?o, no en balde han pasado cinco tomos juntos. Quiz¨¢ el escritor sienta una secreta afinidad con el fara¨®n.
Un trato fara¨®nico
Esta afinidad habr¨¢ salido robustecida al ver el trato que se le ha dispensado a Jacq estos d¨ªas en Luxor. Un trato que, todo y reconocer que el novelista es un fen¨®meno (de ventas) y que est¨¢ haciendo m¨¢s por las relaciones franco-egipcias que Ferdinand de Lefet, Maspero y Malraux juntos, bordea el exceso: escolta de motoristas de la polic¨ªa abriendo paso con sirenas al convoy del escritor y su s¨¦quito -coches, camionetas y cuatro autocares de periodistas-, visitas privadas a los sitios arqueol¨®gicos, tiradores de protecci¨®n en las azoteas del recorrido, una tanqueta en Deir El Medina y homenajes oficiales dignos de Aida: el gobernador de Luxor le impuso el jueves la medalla de la ciudad y anoche estaba prevista la presencia del ministro de Cultura egipcio en una cena ?en el templo de Luxor! Como dice Jacq: "La aventura egipcia contin¨²a". El novelista contest¨® ayer a las cr¨ªticas desde medios egiptol¨®gicos a sus escritos: "No me atrevo a creer que esos grandes sabios puedan estar celosos", y defendi¨® la existencia en el antiguo Egipto de mandriles polic¨ªa y foie-gras de hiena. Subray¨® que los egipcios antiguos eran aut¨¦nticos bon vivant -nadie negar¨¢ ese adjetivo a su expedici¨®n- y asever¨® que ¨¦l, admirador de G¨¦rard de Nerval y Hermann Hesse, nunca ha querido escribir best sellers, que le salen as¨ª. Sobre el terreno, Jacq ejerce un magisterio egiptol¨®gico natural: "?Cu¨¢l es esta corona que lleva el fara¨®n?", interrog¨® ante un relieve a los que le rodean en la capilla de Hator del templo de Hatshepsut; "?la corona de Khnun?", arriesg¨® humildemente alguien. "No", ri?¨® Jacq. "?La Osiriaca?". "?Bravo!", aplaudi¨® el maestro. ?sta era de nota. Desde luego, ir por Luxor con Jacq es como visitar la casa de la bruja con Stephen King. Luego Jacq se extasi¨® ante los colores indescriptibles que pinta el atardecer en Deir El-Bahari. "En Egipto siento que estoy en mi lugar, que es mi mundo. Este pa¨ªs es para m¨ª la luz y el amor", expres¨®, y entre las f¨¦minas de su s¨¦quito se escuch¨® m¨¢s de un suspiro.
"Necesito un Spielberg"
Christian Jacq tiene un gran sue?o: "Ver un d¨ªa una pel¨ªcula real sobre el antiguo Egipto". No est¨¢ muy de acuerdo con lo que se ha hecho hasta ahora: "Sufro profundamente cada vez que veo Los Diez Mandamientos. Es horrible. El fara¨®n como un tirano, esclavos, el l¨¢tigo. Creo que el gran filme sobre Egipto est¨¢ a¨²n por hacer". ?A partir de una de sus historias? "Tengo contactos con realizadores y espero que en los pr¨®ximos meses nazca un proyecto". Jacq no quiere dar nombres. ?Besson? "Por qu¨¦ no". El escritor piensa que Annaud podr¨ªa hacer una buena pel¨ªcula. Explica que todas sus novelas anteriores han sido compradas para el cine, pero el problema es que cuesta mucho dinero producir una pel¨ªcula sobre el antiguo Egipto, y hay que encontrar un director capaz de hacerla. "Necesito un Spielberg", clama.Entre los trabajos que realizan los artesanos de Nefer el Silencioso, en la novela se menciona la construcci¨®n de KV5, la gigantesca tumba colectiva de los hijos de Rams¨¦s II en el Valle de los Reyes que est¨¢ excavando el norteamericano Kent Weeks. Jacq est¨¢ entusiasmado por esa investigaci¨®n, pero manifiesta dudas sobre las conclusiones de la misma. "El descubrimiento es colosal, pero no me parece que se trate de la tumba de los hijos del fara¨®n. Creo que es otra cosa, quiz¨¢ una representaci¨®n simb¨®lica del proceso de renacimiento de Osiris. Hay algo muy misterioso. Veremos". Y a Jacq se le pone cara de Scully, la agente de la serie televisiva Expediente X. "La egiptolog¨ªa est¨¢ en plena ebullici¨®n", se?ala.
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