Los ¨²ltimos navajos
A los pensionistas, se les ha cubierto de laurel y ofertas. Los unos, les prometieron un puente. Pero si no tenemos r¨ªo, murmuraron los pensionistas. Entonces, los otros les prometieron el r¨ªo. El episodio, que se adjudica a Santiago Rusi?ol, los ha metido de cabeza en el dilema: ?Qu¨¦ es m¨¢s conveniente, un puente sin r¨ªo o un r¨ªo sin puente? En cualquier caso, tienen materia para la reflexi¨®n. Los pensionistas han sido objeto de inconfundibles deseos, depositarios de calculados desvelos, protagonistas de grandes discursos. Est¨¢n censados, son accesibles y emblem¨¢ticos. Los j¨®venes y los indecisos, reforestan la duda. Los j¨®venes desembarcan en la edad del voto con una mirada transgresora, y muy a su aire, que es un aire nuevo y nada convencional. Y los indecisos no figuran en ning¨²n repertorio: pasan de inc¨®gnito, son susceptibles, y conocen el sabor agridulce de la abstenci¨®n. Una abstenci¨®n que no se cuece ni en la ignorancia ni la apat¨ªa, sino en la exigencia y el reproche cr¨ªtico."El voto te har¨¢ libre" o "Con el voto se sustituye al sujeto por el ciudadano", argumentaban los viejos te¨®ricos de la ciencia pol¨ªtica. Ayer, mientras los candidatos y sus equipos iban de la pesadilla al sue?o, y viceversa, el cuerpo electoral se entregaba voluptuosamente a la reflexi¨®n. La reflexi¨®n es flexible y muy sufrida; lo mismo se practica en p¨²blico como en privado; en casa como en la calle; en el pub como en la partida de domin¨®; aunque tambi¨¦n est¨¢n los que prefieren la soledad y hasta la inspiraci¨®n.
Las formaciones pol¨ªticas ya han echado cuentas y se conforman con uno u otro porcentaje de participaci¨®n, seg¨²n convenga a sus prop¨®sitos. Pero la democracia lo quiere todo. Tiene el lastre de la abstenci¨®n. Abstenci¨®n por indiferencia o por pereza. Y abstenci¨®n especulativa de quien se siente decepcionado y hasta agraviado, no en sus intereses materiales, sino en sus principios, y opta por volverle la espalda a las urnas. El indeciso tiene hoy la sart¨¦n por el mango, pero ?qu¨¦ pretende? De alg¨²n modo, evoca la unanimidad como forma de gobierno, las teor¨ªas de Rousseau, la democracia directa, y corre el riesgo de precipitarse en esa logomaquia metafisica, que se?alaba Georges Vedel. En el indeciso an¨®nimo y reivindicativo, descansa una parte imprescindible del tinglado democr¨¢tico. Ese indeciso padece el s¨ªndrome del indio navajo, que desconfiaba de toda representaci¨®n o delegaci¨®n, y decid¨ªa las cuestiones tan solo con los dem¨¢s individuos concernidos. Qu¨¦ tiempos. Hoy esa bolsa de indecisos, debe ser muy consciente de su incidencia en el proceso electoral y proceder consecuentemente. En definitiva se trata de liquidar el penoso "panem et circemses", un acto pleno de civismo y responsabilidad. Por el escrutinio y el recuento de papeletas los conoceremos.
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