Memoria del pasado, olvido del presente
Juan Pablo II ha puesto en pr¨¢ctica dos actitudes aut¨¦nticamente evang¨¦licas: perdonar y pedir perd¨®n. En un gesto de admirable ejemplaridad visit¨® en la c¨¢rcel a la persona que atent¨® contra su vida y le perdon¨®. En numerosas intervenciones ha pedido perd¨®n por los pecados de los cristianos en su historia bimilenaria. Ambas actitudes han culminado con dos actos de especial significaci¨®n hist¨®rica: el texto de la Comisi¨®n Teol¨®gica Internacional Memoria y reconciliaci¨®n. La Iglesia y las culpas del pasado, y la declaraci¨®n p¨²blica de petici¨®n del perd¨®n de ayer en el Vaticano.No ha reducido el perd¨®n a lo puramente religioso, sino que le ha dado una dimensi¨®n socioecon¨®mica en sinton¨ªa con la tradici¨®n b¨ªblica del jubileo, pidiendo la a cancelaci¨®n de la deuda externa para los pa¨ªses m¨¢s pobres.
Pero la autocr¨ªtica del pasado apenas ha tenido repercusiones en el presente. Mientras se pide perd¨®n por los errores hist¨®ricos se siguen manteniendo en el interior de la Iglesia comportamientos represivos y lesivos de los derechos de los cristianos y las cristianas, de los que no parece haber prop¨®sito de enmienda.
De la ef¨ªmera primavera iniciada con el concilio Vaticano II hemos pasado al largo invierno de la fe, del que hablaba el te¨®logo Rahner.
Ante la gran creatividad teol¨®gica del ¨²ltimo cuarto de siglo, el Vaticano ha reaccionado poniendo en marcha una operaci¨®n de limpieza teol¨®gica, que ha afectado a no pocos de los m¨¢s cualificados te¨®logos cat¨®licos, entre los que se encuentran peritos del concilio Vaticano II, como -entre otros- K¨¹ng, Schillebeeckx y H?ring.
En el tema de la mujer, la situaci¨®n actual es todav¨ªa peor, porque el Vaticano no s¨®lo la ha mantenido en su tradicional marginaci¨®n -corregida y aumentada-, sino que ha cerrado toda discusi¨®n al respecto y, apelando a la voluntad excluyente de Jes¨²s (?), ha declarado la imposibilidad presente y futura del acceso de las mujeres al ministerio sacerdotal.
El olvido de los pecados del presente ha restado significaci¨®n al gesto penitencial de ayer. Hasta el ¨²ltimo momento del discurso papal esper¨¦ oir que: rehabilitaba en sus c¨¢tedras a los te¨®logos/as sancionados, respetaba las diferentes opciones sexuales, reconoc¨ªa a las comunidades de base como forma leg¨ªgitima de pertenencia a la Iglesia, facilitaba a las mujeres el acceso a puestos de responsabilidad, incluido el sacerdocio, reconoc¨ªa la libertad de expresi¨®n en los medios de comunicaci¨®n cat¨®licos y entend¨ªa la jerarqu¨ªa no como poder patriarcal, sino como servicio de Pedro y Mar¨ªa Magdalena. No lo o¨ª. Pero nadie puede prohibirme so?ar que, alg¨²n d¨ªa, esto se har¨¢ realidad.
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