Tierra de esclavos
Un libro revela las distintas formas de explotaci¨®n humana en la Granada del siglo XVI
Marcados en el rostro a hierro y fuego. Como el ganado. As¨ª se distingu¨ªa en la Granada del siglo XVI a los esclavos que hab¨ªan sido comprados o apresados en el ?frica subsahariana, en el Magreb, en La Alpujarra: con el signo S y el dibujo de un clavo achicharr¨¢ndoles las mejillas, a veces con el nombre entero del propietario grabado en la frente. ?sa es una de las curiosas revelaciones que aporta el libro La esclavitud en la Granada del siglo XVI, de la profesora de Antropolog¨ªa Aurelia Mart¨ªn Casares. Pero no es la ¨²nica.Aunque lo oculten celosamente los libros de Historia, Espa?a fue uno de los pa¨ªses m¨¢s esclavistas de Occidente, y el ¨²ltimo, de hecho, en abolir la esclavitud. "La aboli¨® en Cuba", dice Mart¨ªn Casares, "cuando ya todos los pa¨ªses lo hab¨ªan hecho".
Dentro de Espa?a, Granada fue uno de los grandes centros de explotaci¨®n del ser humano. La conquista por parte de los Reyes Cat¨®licos y las guerras civiles entre moriscos y cristianos propiciaron esta pr¨¢ctica. En una provincia con una poblaci¨®n de 45.000 habitantes, casi 7.000 personas, es decir, el 14%, eran esclavas. "En muchos casos", afirma Mart¨ªn Casares, "los esclavos eran moriscos, descendientes de los musulmanes de Al-?ndalus, que eran esclavizados por el hecho de que sus antepasados hubieran sido musulmanes, sin que importase que ten¨ªan nombres cristianos o que hab¨ªan abandonado el islam".
La situaci¨®n era tal que el rey Felipe II lleg¨® a consultar con los eclesi¨¢sticos granadinos si era moral o no que se esclavizase a cristianos nuevos por el hecho de ser descendientes de musulmanes. Los eclesi¨¢sticos fueron tajantes: era absolutamente l¨ªcito esclavizar. "?stos", le respondieron en una misiva, refiri¨¦ndose a los moriscos, "tienen la cristiandad prendida con alfileres". Y no s¨®lo eso. Tambi¨¦n pod¨ªan ser esclavizados sus hijos y sus mujeres. El documento se encuentra en los archivos de la catedral granadina.
El libro de Aurelia Mart¨ªn Casares, presentado hace unos d¨ªas en Granada, est¨¢ basado en la tesis que realiz¨® la propia autora y que le vali¨® para titularse en Par¨ªs. Basada en miles de documentos, como contratos de compraventa, cartas de libertad o partidas de bautismo, la obra echa abajo algunos t¨®picos, como el hecho de que el hombre fuese m¨¢s valorado que la mujer como esclavo. "No es as¨ª", explica Mart¨ªn Casares. "Los hombres eran m¨¢s baratos en el mercado que las mujeres, puesto que ¨¦stas pod¨ªan hacer todos los trabajos duros de una casa, cocinar, traer el agua, la le?a, la comida y servir de placer sexual".
El libro cuenta, entre muchas, la historia de una ni?a de ocho a?os, secuestrada en Marruecos y marcada a hierro y fuego en las mejillas. "Con cierto tipo de maquillajes", dice Aurelia Mart¨ªn, "la ni?a consigui¨® ocultar sus marcas e intent¨® huir para volver a su casa. Pero la atraparon. En la Real Chanciller¨ªa de Granada le dieron permiso al due?o para que la marcara todo lo que quisiera por todo el rostro".
Los esclavos no eran caros. Hasta los artesanos pod¨ªan permitirse el lujo de tener uno o dos. Proced¨ªan de las incursiones de los espa?oles por tierras africanas, o de la compraventa que hac¨ªan diferentes tribus entre s¨ª. Mart¨ªn Casares, ampar¨¢ndose en un censo de 1561 que detalla la poblaci¨®n real de Granada y el n¨²mero de esclavos, ha descubierto que eran los barrios con m¨¢s abolengo cristiano, los del centro, los que m¨¢s ejerc¨ªan la esclavitud. Los que ten¨ªan las iglesias m¨¢s pr¨®ximas.
Entre los esclavos, hay historias curiosas, como la de Juan Latino, un negro de Etiop¨ªa que lleg¨® a ser catedr¨¢tico de Lat¨ªn de la Universidad de Granada, amigo ¨ªntimo de Juan de Austria y uno de los hombres m¨¢s influyentes de su tiempo, o Catalina de Soto, una bordadora de ajuares a la que se dio el rango de "primera aguja de Espa?a de punto real".
Lugares como la Plaza Bib-Rambla, Plaza Nueva o el Palacio de Bibataub¨ªn, que hoy son objeto de atracci¨®n tur¨ªstica fueron, en su d¨ªa, los puntos de venta de esclavos y esclavas. "La mayor parte de los esclavos", dice Mart¨ªn Casares, "proced¨ªa de lo que entonces se llamaba Berber¨ªa, y que hoy es el Magreb: Marruecos, T¨²nez, Argelia, Egipto". Luego sentencia: "Los espa?oles hac¨ªan incursiones en el norte de ?frica, apresaban a la gente y la tra¨ªan en barco a trav¨¦s del Estrecho de Gibraltar para venderlos en Granada, en M¨¢laga o en Almer¨ªa. Exactamente igual a como sucede hoy". Los esclavos del siglo XXI acuden por su propio pie o a nado hasta las playas de El Ejido.
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