Un hombre libre
No descubro nada si propongo a Jaime Garc¨ªa A?overos como prototipo de hombre libre y defensor de la libertad. La libertad de pensamiento, de expresi¨®n y de creencias brotaba a chorros de su conciencia indomable, en sus innumerables intervenciones en los medios. Le conoc¨ª directamente en el ya c¨¦lebre caso A?overos y en su momento m¨¢s cr¨ªtico, cuando la polic¨ªa hab¨ªa comunicado al obispo la orden de trasladarse al aeropuerto de Sondica. Su actitud fue de una firmeza impert¨¦rrita. Su t¨ªo no saldr¨ªa del domicilio si la polic¨ªa no empleaba la coacci¨®n f¨ªsica.Le trat¨¦ bastante en los tiempos de UCD y despu¨¦s como ministro de Hacienda. Sus confidencias serv¨ªan conscientemente para reforzar nuestra amistad, cuando me invitaba a cenar a solas en el gran caser¨®n de la calle de Alcal¨¢. Despu¨¦s fue para m¨ª ejemplar su conducta en los debates de la Fundaci¨®n Encuentro a los que pudo asistir y en las tertulias radiof¨®nicas. Mezclaba el buen humor, la iron¨ªa y hasta un aparente distanciamiento de las cuestiones tratadas que hac¨ªan m¨¢s provocadoras sus intervenciones, siempre guiadas por el esp¨ªritu del di¨¢logo y sin disimular nunca su definida adscripci¨®n ideol¨®gica.
Escribi¨® Rilke que "nacemos, por decirlo as¨ª, provisionalmente en cualquier lugar; a lo largo de la vida poco a poco vamos reconstruyendo en nosotros el lugar de nuestro origen, para renacer de nuevo, cada d¨ªa definitivamente". Jaime volv¨ªa instintivamente su memoria, casi sin pensarlo, a los a?os de su infancia. Los latines de su t¨ªo el cura A?overos, despu¨¦s obispo, marcaron profundamente sus formas de aprendizaje y maduraci¨®n. Toda su vida fue una trayectoria de creciente coherencia, de enriquecimiento de sus or¨ªgenes navarros transparentes, p¨¦treos, cincelados por su extraordinaria sabidur¨ªa. Siempre planteaba los asuntos con gran lucidez y con una gran libertad de esp¨ªritu.
Creo que no se lleg¨® a mezclar nunca en las intrigas de partido. Al menos a m¨ª, me demostr¨® su fidelidad a Adolfo Su¨¢rez, aun cuando otros que segu¨ªan a su lado ya le hab¨ªan abandonado. De hecho, Jaime recordaba siempre, no sin nostalgia, al Centro Democr¨¢tico, que hab¨ªa logrado el consenso constitucional y al que se entreg¨® con lo mejor de su experiencia pol¨ªtica.
Existe un tipo de amistad, para m¨ª el m¨¢s profundo, cuando el amigo descubre nuestros deseos y demandas sin necesidad de que se los formules. Con enorme respeto se acercaba a los aleda?os de mis preocupaciones y con gran tino dejaba caer un dato o ten¨ªa un gesto suficiente para iluminar el marco que condicionaba mi situaci¨®n.
La palabra coraje quiz¨¢ sea la clave de la biograf¨ªa de Jaime que debiera escribirse. La memoria de la transici¨®n pol¨ªtica nos est¨¢ exigiendo que escribamos las biograf¨ªas de sus protagonistas. Es necesario que no se pierda el recuerdo de los que ya fallecieron: Fernando Abril, Joaqu¨ªn Garrigues, Juan Jos¨¦ Ros¨®n, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, P¨ªo Cabanillas y ahora Jaime Garc¨ªa A?overos. Hay que hacerlo antes de que se vaya oscureciendo la memoria de los que m¨¢s les tratamos. Todos lo dieron todo por los dem¨¢s y el consenso no fue un camino de rosas.
El coraje que ha demostrado Jaime con su larga enfermedad supera toda medida. No s¨¦ si ¨¦ramos muchos los que conoc¨ªamos su estado de salud. Sigui¨® dividiendo su semana entre Sevilla y Madrid. Me lo imagin¨¦ muchas veces en el AVE agotado por el dolor. Manten¨ªa su cabeza extraordinariamente l¨²cida en las colaboraciones quincenales con este peri¨®dico; le encontraba en las reuniones y recepciones manteni¨¦ndose de pie y sin transigir con el dolor que asomaba cruelmente por todos los poros de su rostro. Postrado ya en la cl¨ªnica, cog¨ªa ¨¦l mismo el tel¨¦fono m¨®vil para contestar personalmente, aunque sent¨ªa ya agotadas sus fuerzas. "Con un fuerte abrazo" fue la despedida postrera de hace tres d¨ªas.
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