La lecci¨®n
Al d¨ªa siguiente de las elecciones, editorialistas y tertulianos oficiosamente bienintencionados se han apresurado a recordar al partido vencedor que van a gobernar en un pa¨ªs plurinacional, por lo que har¨¢n bien en conservar sus alianzas con las fuerzas perif¨¦ricas y centr¨ªfugas..., aunque no les sea en puridad necesario dada su mayor¨ªa absoluta de esca?os. Al gran general que volv¨ªa triunfador o al emperador en plena gloria los sabios romanos le impon¨ªan la compa?¨ªa de un amonestador encargado de reiterarle: "?Recuerda que eres mortal!"; al victorioso PP y al arrollador Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar les han salido enseguida celosos amonestadores que insisten: "?Recuerda que eres plural!". No es que me parezca mal, porque los pol¨ªticos endiosados por los votos suelen confundir la mayor¨ªa absoluta parlamentaria con el absolutismo en la mayor¨ªa de los temas parlamentarios, como ya alguna que otra vez hemos visto. Pero echo en falta predicadores complementarios que repitan a los antedichos partidos perif¨¦rico-centr¨ªfugos: "?Recordad que este estado es plural porque es uno, no a pesar de ser uno! ?No olvid¨¦is que la mayor¨ªa abrumadora de los espa?oles ha vuelto a votar -y con todo derecho, por cierto, en su ¨¢mbito v¨¢lido de decisi¨®n democr¨¢tica- tanto por la unidad plural como por la pluralidad unida!". Porque mala es sin duda la arrogancia del que no quiere ver m¨¢s que a Espa?a en todas partes, pero no es mejor la de quien se niega a verla ni poco ni mucho aunque se lo reclame m¨¢s de la mitad de su propio vecindario: no desde Madrid, como suele decirse, sino desde el piso de al lado...En la estrepitosa derrota del PSOE, que sobran razones para lamentar, han influido sin duda m¨²ltiples causas. Me parece evidente que una de las m¨¢s decisivas ha sido su incapacidad para presentarse ante todos los votantes como un partido tan comprometido en la defensa de la unidad del pa¨ªs como claramente lo est¨¢ en la de su pluralismo. Por el contrario, en demasiadas ocasiones dio la impresi¨®n de creer que el uno era m¨¢s importante que la otra o, a¨²n peor, que reivindicar la pluralidad (aunque fuese desde planteamientos nacionalistas que la exigen a escala de Estado para mejor excluirla en casa) era siempre progresista, mientras que cualquier reclamaci¨®n expl¨ªcita de unidad estatal y simb¨®lica era propia de ¨¦mulos de Queipo de Llano a Ramiro de Maeztu.
Hasta el ¨²ltimo d¨ªa hemos visto a genios de la estrategia electoral intentando convencer al votante de que ellos ven¨ªan a purgar a este pa¨ªs de ese azote atroz de pluralistas que es Mayor Oreja. Grave error. Cuando el progresista dotado de sentido com¨²n -que abunda bastante m¨¢s de lo que creen los pol¨ªticos- oye decir cosas por el estilo a una nulidad irrecuperable como Javier Madrazo o a un bocazas pirot¨¦cnico como Beiras, se limita a re¨ªrse. Pero si tales opiniones vienen de la izquierda en la que uno trata de confiar, el enfado es mucho mayor y bien puede volverse deserci¨®n ante las urnas. Y no olvidemos que son tales desertores los que han hundido al PSOE, no ¨²nica ni principalmente los votantes del PP.
En Espa?a s¨®lo el facher¨ªo anhela salir diariamente a la calle envuelto en la bandera rojigualda; pero, en cambio, hay mucha gente que quiere que no la obliguen a esconderse ante ella so pretexto de no parecer reaccionaria. Es la misma gente -progresista, de izquierda, con todos los papeles antifranquistas en regla y los deberes anti-GAL aprobados con notable alto- que considera que, en tanto inventamos alguna entidad supranacional mejor, el estado existente ofrece m¨¢s refugio al ciudadano agobiado por las megafusiones globalizadoras que el permanente tira-y-afloja disgregador rentabilizado por ciertos nacionalistas. Y si eso lo piensan los veteranos del antifranquismo, imag¨ªnense los m¨¢s j¨®venes, que, adem¨¢s, forman la mayor¨ªa.
?stos quieren tener un pa¨ªs como los dem¨¢s europeos, todo lo plural que sea debido, pero inequ¨ªvocamente afirmado por encima de particularismos hist¨®ricamente tramposos y pol¨ªticamente chantajistas, sin necesidad de avergonzarse por ello ni de afiliarse a la extrema derecha. A todos ¨¦stos, el PSOE -y no por culpa de Almunia, justo es decirlo- les ha resultado demasiado vacilante, confuso y acomodaticio. El Partido Socialista franc¨¦s gobierna Francia porque es razonablemente socialista, pero tambi¨¦n inequ¨ªvocamente franc¨¦s: si se hubiera presentado a las elecciones como una federaci¨®n de los socialistas bretones, limosinos, normandos, provenzales, etc¨¦tera, hubiera obtenido probablemente menos votos que Le Pen.
Yo no s¨¦ si ma?ana a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar le saldr¨¢ de dentro el castellano viejo y se pasar¨¢ al nacionalismo excluyente (las vociferaciones aberrantes en la calle de G¨¦nova durante la noche triunfal no fueron suyas, sino de los ultrasur pijos del PP, que obviamente tampoco faltan); lo ¨²nico que puedo decir es que, hoy por hoy, no es cierto que sostenga un espa?olismo esencialista en el sentido en que lo es por ejemplo el documento program¨¢tico aprobado en enero por la asamblea general del PNV. He le¨ªdo atentamente su discurso sobre el Pa¨ªs Vasco pronunciado en la sociedad El Sitio de Bilbao y lo suscribo de la cruz a la fecha. Si no lo pone en pr¨¢ctica podremos demand¨¢rselo, pero es rid¨ªculo que por ret¨®rica electoral algunos l¨ªderes socialistas lo hayan considerado una posici¨®n "extremista", como si fuese comparable al nacionalismo ¨¦tnico o como si ellos pudieran presentar un programa alternativo mejor.
Lo que ha sido fatal para el PSOE no es el "seguidismo" al PP en aquello que el PP plantea bien, sino la falta de iniciativas estimulantes para corregir las muchas otras cosas en las que el partido gubernamental mantiene posiciones netamente retr¨®gadas. Cuando intent¨¦ decir esto mismo hace unas semanas en un art¨ªculo titulado La izquierda cuca, alguien me reproch¨® coincidir en algunas de mis apreciaciones con lo que dec¨ªa Abc. Es una refutaci¨®n tan convincente como la de quien se niega a comprar un reloj puntual alegando que tambi¨¦n los relojes parados se?alan dos veces al d¨ªa la hora exacta...
La lecci¨®n de estas elecciones es importante para la izquierda no porque la decrete innecesaria y superflua, sino precisamente porque revela con claridad lo que le falta y le sobra para volver a ser aceptada mayoritariamente como preferible a la derecha. Y yo creo que lo es, en cuestiones de cohesi¨®n social, de educaci¨®n p¨²blica, de inmigraci¨®n, de sanidad, de solidaridad internacional contra la miseria y contra las dictaduras, de respeto al pluralismo informativo, de protecci¨®n de los derechos individuales en materia de costumbres, del resguardo de una sociedad laica. Por eso creo que debe llegar a serlo tambi¨¦n sin equ¨ªvocos en la propuesta de un modelo de Estado constitucional tan escrupuloso en el mantenimiento de la convivencia unitaria como en el rechazo de cualquier uniformidad injusta y est¨¦ril.
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.