El desastre
Sea cual sea el resultado de unas elecciones, siento debilidad por el d¨ªa despu¨¦s o, incluso -dada la rapidez de los recuentos-, por el momento despu¨¦s. Es cuando se ve lo que dan de s¨ª, como individuos, los l¨ªderes pol¨ªticos. Esta vez la derrota de la izquierda ha sido tan indiscutible que no ha habido quien la negara. Aunque s¨ª quienes, frente a la verg¨¹enza torera de Joaqu¨ªn Almunia, se sacud¨ªan el impulso de la dimisi¨®n y se parapetaban tras complejos procesos administrativos -asambleas, comit¨¦s...-, como los dirigentes de IU, cuya prioridad parece ser la conservaci¨®n de sus privilegios personales como pol¨ªticos.La postura mayoritaria en el PSOE andaluz ha consistido en felicitarse por haber aguantado el empuj¨®n: un empuj¨®n que ha permitido vencer al PP en cuatro de las ocho provincias andaluzas. Gaspar Zarr¨ªas se ha expresado a trav¨¦s de una met¨¢fora. Seg¨²n ¨¦l, Andaluc¨ªa habr¨ªa sido "el dique de contenci¨®n de la ola del PP". La met¨¢fora de Zarr¨ªas implica suponer que el PP ha tocado techo y que las aguas volver¨¢n a su cauce. Pero me temo mucho que Zarr¨ªas es demasiado optimista.
Es posible que lo del domingo pasado no haya sido una ola sino, m¨¢s probablemente, un ¨²ltimo s¨ªntoma del hundimiento del PSOE, que viene haciendo aguas -si me permiten la insistencia en la met¨¢fora n¨¢utica- desde hace mucho tiempo.
Los primeros s¨ªntomas aparecieron en los a?os ochenta. Probablemente, en la segunda victoria por mayor¨ªa absoluta del PSOE en unas legislativas, en 1986. Entonces comenz¨® a observarse su p¨¦rdida de peso entre lo que podr¨ªamos llamar clases medias urbanas.
Que no era s¨®lo una ola, sino una tendencia, se pudo comprobar cuando el PSOE perdi¨® las primeras alcald¨ªas importantes. La marca PSOE aguantaba todo y el resto lo pon¨ªa el carisma de Felipe Gonz¨¢lez... Hasta que la marca dej¨® de aguantarlo y el tiempo y los esc¨¢ndalos lograron que fallara incluso el talism¨¢n Gonz¨¢lez.
Ahora en el PSOE se habla mucho de rejuvenecimiento, como si todo fuera una simple cuesti¨®n de edad. La juventud no garantiza nada. En el PSOE hay j¨®venes que, como ha escrito en esta misma p¨¢gina Luis Garc¨ªa Montero, ya desde la cuna tienen cara de ministro del Interior en noche electoral.
M¨¢s que de vejez, el problema del PSOE es de endogamia: hace mucho que al PSOE le preocupan, sobre todo, sus propios problemas. Y, si no los tiene, se los inventa o los crea. El Partido Socialista carece de relaci¨®n con el exterior y, por tanto, dif¨ªcilmente podr¨¢ entender lo que sucede a su alrededor.
Si yo fuera secretario general del PSOE, la primera medida que tomar¨ªa ser¨ªa la de reducir el n¨²mero y el tama?o de las sedes; convertirlas en peque?as y funcionales oficinas y cerrar los bares que se encuentran en su interior. Muchas sedes del PSOE se parecen a los viejos cuartos de banderas de los cuarteles: son simples centros de conspiraci¨®n de los m¨¢s ociosos y refugio para quienes se sienten c¨®modos viviendo a espaldas de la sociedad. No se trata de que deba de entrar aire fresco en el PSOE. Es el PSOE el que deber¨ªa de salir a respirar a la calle.
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