Cercas como es FERNANDO VALLS
No creo que a nadie que conozca a Javier Cercas le haya sorprendido que el lector, escritor y profesor -?chiflado?- de literatura que es haya desembocado en un libro como Los relatos reales, que acaba de aparecer en El Acantilado, compuesto por cr¨®nicas publicadas en estas p¨¢ginas.El texto puede encararse de muchas maneras. ?l propone que se lea como un dietario, y no parece mala soluci¨®n. Pero a quienes conozcan ya las piezas, les sugiero que las recorran ahora como si de una autobiograf¨ªa se tratara. No saldr¨¢n decepcionados. Como art¨ªculos independientes (puestos bajo la invocaci¨®n de dos maestros del g¨¦nero: Julio Camba y C¨¦sar Gonz¨¢lez Ruano), cuesta trabajo olvidar los titulados Primer d¨ªa de clase, Dominguero, Fin de curso, Homeless, el delibiano Los inocentes y El caballero de la pajarita roja.
Cercas conoce los entresijos del oficio y pone en pr¨¢ctica las armas de la vieja ret¨®rica, incluso aquello que Horacio Quiroga llam¨® el truco del leitmotiv. Tampoco falta esa pieza imprescindible, Una bella desconocida, sobre c¨®mo se compone una cr¨®nica. Los textos citados, y algunos m¨¢s, son dignos de figurar en cualquier antolog¨ªa del art¨ªculo literario.
Al autor le gusta fingir no saberlo (?si pierdo la memoria qu¨¦ pereza!), pero tengo la tentaci¨®n de pensar que todo estaba previsto para que aquel ni?o que naci¨® en Ibahernando (C¨¢ceres) y lleg¨® con pocos a?os a esa ciudad ajena, triste y gris que era la Gerona de los a?os sesenta, estaba destinado a ser un entusiasta escritor y no, como ¨¦l quer¨ªa, un sabio fil¨®logo, a lo Eugenio Asensio. Por estas p¨¢ginas andan las pistas y algunos de los conjurados para que aquellos indicios se cumplieran, en ese trayecto de C¨¢ceres a Gerona, con paradas en Barcelona y en la Am¨¦rica profunda.
S¨ª, esta puede ser la biograf¨ªa de un personaje, de Javier Cercas, que no es m¨¢s que el reverso de aquel otro Cercas que anda con las manos en los bolsillos, despeinado, con los faldones fuera en cuanto se mete en la harina de una conversaci¨®n en la que entre mil argumentos y otras tantas burradas apenas te deja meter cuchara, gritando, soltando risotadas, poniendo el dedo anular sobre el centro de las gafas para colocarlas en su sitio, antes de empezar a recitar -como si le fuera la vida en ello- unos versos de Aldana o, cuando se le ha subido la bilirrubina, aquel extraordinario poema de Fonollosa que empieza diciendo: "No exhibas esos aires de gran dama...".
El otro, el mismo, el de la cursiva (le copio el m¨¦todo a Juan Ferrat¨¦), es aquel tipo de la estirpe de Woody Allen (con unas gotas de Cantinflas y otras de Jerry Lewis), tambi¨¦n "un poco neur¨®tico" y algo m¨¢s agraciado pero con no menos labia, que se queda pasmado ante una "bella desconocida", pierde el hilo de la explicaci¨®n "con la chica bell¨ªsima que atiende en clase" o revolotea alrededor de esa mujer irreal que es Inka Mart¨ª.
Javier Cercas, con lo peor y lo m¨¢s extra?able de su desmochado hom¨®nimo, es el protagonista de algunos de estos relatos reales de pesadilla, en los que con envidiable humor y entre una que otra mueca se planta delante de ti, te da una palmada en el brazo que te convierte en un tentetieso, y con esa peligrosa sinceridad que le entra muy tarde ya en la noche, puede preguntarte una de esas cosas que s¨®lo confesar¨ªas in articulo mortis.
No me queda otro remedio que consolarme pensando en que debemos ser legi¨®n los que envidiamos su contagiosa vitalidad, su capacidad autocr¨ªtica, la pasi¨®n que rezuman sus comentarios sobre la literatura que prefiere y su habilidad suprema en ese arte de la coqueter¨ªa que consiste en mostrarse enmascar¨¢ndose. Pero quiz¨¢ esas sean cualidades que s¨®lo les est¨¢n permitidas a todos aquellos que, a pesar de haber sido educados en unos s¨®lidos principios, a la m¨ªnima de cambio te dedican una irreverente gamberrada.
En fin, alg¨²n d¨ªa habr¨¢ que agradecerles a los responsables de estas p¨¢ginas que hayan creado las condiciones necesarias -hablo de libertad- para que pudieran convertirse en "un campo propicio a toda clase de experimentos". Se llame cr¨®nica o, como yo prefiero, art¨ªculo literario (un texto breve, intenso, mestizo, publicado en la prensa, en el que estilo y pensamiento se disuelven en la escritura para aclarar un poco la realidad), lo importante es que est¨¢ dando ya frutos tan apetecibles y duraderos como estos relatos ?reales?
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