Serra debe seguir XAVIER BRU DE SALA
Los socialistas catalanes van por buen camino. Por primera vez en muchos a?os van por buen camino. A juzgar exclusivamente por los resultados de las ¨²ltimas tres elecciones y las tendencias que reflejan, los convergentes deber¨ªan estar bastante m¨¢s preocupados que los socialistas. No es as¨ª. Los efectos especiales de las ¨²ltimas elecciones perjudican a Narc¨ªs Serra. Casi con seguridad, ser¨¢ arrastrado por las p¨¦simas noticias que llegan del PSOE pero, en t¨¦rminos objetivos, si la gesti¨®n de Almunia merece un suspenso rotundo, la de Serra es acreedora de un notable alto, por lo menos. Desde que ¨¦l volvi¨® a Barcelona, trocando la cola de diablo con la que concluy¨® su brillante carrera en Madrid por unas alas de angelito m¨¢s acordes con su rostro de falso inocente, los socialistas han obtenido sus mejores resultados en las municipales -v¨¦ase la victoria de Clos como bot¨®n de muestra- adem¨¢s de llegar a las puertas de la alternancia, algo impensable sin Maragall, pero tambi¨¦n sin Serra. Si ¨¦l no hubiera convencido a su partido para que se sacrificara a favor de Ciutadans pel Canvi, Maragall estar¨ªa en Roma o en Am¨¦rica.Da igual, los que pretenden aprovechar las debilidades socialistas para desviar el PSC del buen camino sacan a colaci¨®n los 400.000 votos perdidos el pasado domingo, una cuarta parte de los que perdi¨® el PSOE. Siendo el hecho cierto, su uso como argumento es falaz por dos motivos: primero, Catalu?a es la ¨²nica comunidad espa?ola en la que los socialistas siguen aventajando al PP en varios cuerpos; segundo, en 1996, a?o de la primera derrota socialista, Serra mejor¨® en 250.000 votos el resultado de 1993, que ya fue muy bueno. ?M¨¦ritos propios? Supo aprovechar a su favor la baza del miedo al PP, aunque no se la hab¨ªa inventado. Tampoco ahora se ha inventado el cataclismo de la izquierda; sin embargo, el PSC ha resistido mejor que ninguna federaci¨®n socialista. Si comparamos el periodo entre 1993 y 2000 con CiU, cuyo techo en las generales sobrepasa el mill¨®n de votos mientras que el del PSC-PSOE supera 1,5 millones, la coalici¨®n nacionalista perdi¨® 200.000 votos y los socialistas 150.000. No importa, la intelligentsia de izquierdas ha sentenciado: Serra a la picota, en CiU no pasa nada. Pocas veces se ha visto tanta miop¨ªa, tan poca capacidad de observar el curso de las cosas detr¨¢s del primer plano de los acontecimientos, a menudo aleatorio. Agotando la comparaci¨®n con CiU, en 1993, a?o del gran salto del PP en Catalu?a y de unos resultados socialistas comparables a los de 1982, CiU extravi¨® s¨®lo 15.000 votos demostrando entonces una incre¨ªble capacidad de resistencia; ahora, en circunstancias mucho menos desfavorables -el PP ha aumentado s¨®lo 60.000 votos-, ha perdido 185.000.
Por si fuera poco, en CiU hay dos partidos y una alma, mientras que el PSC es un partido con dos almas, lo cual le proporciona una fragilidad de fondo bastante mayor. Da igual, la miope sentencia de izquierdas machaca, CiU resiste y no debe ni reflexionar, mientras que el PSC se hunde y est¨¢ obligado a refundarse. Que lo digan los de Pujol tiene un pase, que lo digan los socialdem¨®cratas no tiene perd¨®n. ?O es que, tan propensos como son a reconocer los m¨¦ritos de Pujol incluso cuando tiene suerte, no son capaces de reconocer que Serra es uno de los cuatro ¨²nicos fuera de serie que ha dado la pol¨ªtica catalana en su ¨²ltimo periodo democr¨¢tico? Adem¨¢s del president y ¨¦l, los otros dos son Miquel Roca y Pasqual Maragall. Es probable que este p¨®quer de ases no vuelva a darse en mucho tiempo en un territorio tan exiguo, por lo que hay que pens¨¢rselo dos veces antes de irlos liquidando. Pues bien, los mismos que lamentaron y siguen lamentando la desaparici¨®n de Roca sin compartir su ideario, pretenden ahora defenestrar a Serra, tal vez porque comparten el suyo y no soportan que les supere de largo en visi¨®n y capacidad pol¨ªticas.
Del descalabro del PSOE llegan malos vientos para Serra, qu¨¦ duda cabe. En vez de convertirlos en hurac¨¢n desde Catalu?a, conviene analizar cu¨¢les son las prioridades del PSC. Seg¨²n veo las cosas, son dos: afianzar las posibilidades de articular la alternancia en la Generalitat y procurar que la renovaci¨®n del PSOE profundice en la v¨ªa federalista en vez de tomar, como muchos quisieran, la direcci¨®n contraria. Ambas est¨¢n encarnadas en Maragall, claro, por lo que podr¨ªan resumirse en una, contribuir a que el proyecto de Maragall sea una realidad. En estas circunstancias, la pregunta importante es, ?puede Maragall prescindir de Serra sin entrar en un conflicto con el PSC que acabar¨ªa ech¨¢ndole del primer plano de la vida pol¨ªtica? En otras palabras, ?qu¨¦ posibilidades hay de no liquidar a los dos por el precio de uno? Si la respuesta es positiva, si Maragall puede reforzarse sin Serra, el primer secretario puede buscarse otro trabajo. Pero es de temer que si Serra no sigue arbitrando, y jugando a la vez a favor de Maragall, desde el puesto clave que sea, el PSC puede desequilibrarse, perder a Maragall y entrar de veras en decadencia, lo que ser¨ªa una mala noticia, en primer lugar para el conjunto de sus cuadros. Sustituir a alguien en un cargo es cuesti¨®n de cinco minutos. Encontrar otro fuera de serie es m¨¢s dif¨ªcil. En CiU, despu¨¦s de Pujol est¨¢ Duran Lleida, sin contar a Roca en la reserva. En el PSC no hay nadie con la envergadura de Maragall y Serra, que adem¨¢s se entienden a la perfecci¨®n. Si lo hubiera ya nos habr¨ªamos enterado.
Serra no cae bien a muchos y arrastra el estigma de un pasado que el PSOE est¨¢ obligado a liquidar. Es reservado; m¨¢s que maquiav¨¦lico, mazzariniano, que tal vez sea peor. Sus m¨¦todos y maneras pueden no gustar. Pero ve la segunda derivada de las situaciones y act¨²a provisoriamente, all¨ª donde la inmensa mayor¨ªa s¨®lo alcanza a ver lo inmediato y comete m¨¢s errores. Mantenerle es poco est¨¦tico. Echarle puede resultar fatal para los intereses de los socialistas catalanes. ?Qu¨¦ tal el modelo puesto en pr¨¢ctica por Vilarasau en La Caixa? Ha cedido su puesto, dividi¨¦ndolo en dos, pero sigue pilotando la entidad desde una presidencia con mayores contenidos. Grosso modo, las recetas de Maragall, incluso en el modelo de partido dem¨®crata, a la americana, son las convenientes. Para los socialistas y para la pol¨ªtica catalana. ?Qui¨¦n las aplicar¨¢ en el PSC, si Maragall no quiere ni puede hacerlo? Antes de levantar una ola contra Serra, hay que pens¨¢rselo dos veces. A no ser que seamos partidarios del Dios proveer¨¢. O que estemos contra la alternancia.
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