Nunca m¨¢s
E. CERDAN TATO
Aquel domingo, se escrutaron las urnas donde se depositaban las cenizas de la izquierda; mientras, el Santo Padre confesaba p¨²blicamente la culpa hist¨®rica perpetrada por "los hijos de la Iglesia". En Madrid, se exhibieron las piezas abatidas en una portentosa monter¨ªa, y algunos heraldos pintureros proclamaron el exterminio de las ideolog¨ªas; en Roma, el Pont¨ªfice, visti¨® la solemnidad lit¨²rgica de penitencia, y pidi¨® perd¨®n a los oprimidos, a las v¨ªctimas de todas las cruzadas y del encarnizamiento inquisitorial. Pidi¨® perd¨®n por el destrozo de los pueblos, de las culturas, de las creencias, de las ideas. Nunca m¨¢s recursos a la raz¨®n de la fuerza. Nunca m¨¢s discriminaciones ni desprecios.
Y aquel mismo domingo, cuando el Papa hac¨ªa prop¨®sito de enmienda, una cuerda de carro?eros voceaba por las esquinas los presuntos escombros de la izquierda. Y, sin embargo, no se conoce el temple del acero capaz de desollar las ideolog¨ªas: todos los matarifes que lo han intentado, exhalan ahora el hedor de la caverna. Semejante proceder, s¨®lo empa?a un triunfo esplendoroso y leg¨ªtimo, pero del que no se puede deducir m¨¢s que con cicater¨ªas y sofismas la aniquilaci¨®n de un ideario avanzado y solidario: a¨²n en la adversidad de la aritm¨¦tica, alienta la esperanza de millones de ciudadanos.
Si se inmolaran esos principios, el Papa Wojtyla, que no se caracteriza por su talante progresista, no hubiera pedido perd¨®n para el Santo Oficio "que durante los siglos XV y XVI apoyaba la inmensa mayor¨ªa del pueblo espa?ol, con sus reyes, magistrados y obispos a la cabeza". Y es que el pensamiento ¨²nico es una sustancia perecedera y da?ina. Adem¨¢s, de un plumazo no se liquidan las aspiraciones de las gentes. Triunfo indiscutible de una derecha que se ha moderado, o ¨¦sa es su apariencia, por imperativos del voto.
Veremos si sabe administrarlo con prudencia y generosidad. Y si no, nunca m¨¢s. Lo ha dicho el Santo Padre de Roma: la pr¨®xima vez, que pongan la cara ellos.
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