El retorno a la sociedad DIEGO L?PEZ GARRIDO
El autor sostiene que el reto del partidosocialista pasa por abrirse a la
sociedad para proponer un discurso pol¨ªtico
que d¨¦ respuesta a los nuevos tiempos.La derrota de los progresistas el 12 de marzo y la dimisi¨®n de Joaqu¨ªn Almunia han producido en la izquierda reacciones inmediatas. Primero, la desolaci¨®n. Segundo, la b¨²squeda de explicaciones. Tercero, el remedio taumat¨²rgico: "Un l¨ªder para el PSOE".
El problema es mucho m¨¢s complejo y no se resume en un l¨ªder. Almunia ha desempe?ado bien el dif¨ªcil papel que le cay¨® tras la dimisi¨®n de Jos¨¦ Borrell, con muy pocos meses para construir una candidatura y unas alianzas. Y, a pesar del esfuerzo, la derecha -por vez primera, por sus m¨¦ritos- ha ganado con una amplitud que nadie esperaba.
No es s¨®lo una victoria producto de una buena coyuntura econ¨®mica; o del abusivo control de la televisi¨®n; o de la solvencia de algunos ministerios (Econom¨ªa, Trabajo), que han tapado la incompetencia de otros (Exteriores, Justicia, Fomento, etc¨¦tera); o efecto de un tard¨ªo e insuficiente pacto de la izquierda, positivo en abstracto, pero malo en la pr¨¢ctica porque inquiet¨® a sectores centristas y no se asumi¨® por electorados de partidos hasta ayer antag¨®nicos en lo pol¨ªtico -la pinza- y en lo program¨¢tico -Lizarra, euro, Pacto de Estabilidad-. Todo eso explica lo l¨®gico de la victoria del PP pero no tanto su intensidad y sus implicaciones de futuro en Espa?a y en la Uni¨®n Europea, como revulsivo de un postrado y desorientado centro-derecha europeo que no levanta cabeza.
A mi juicio, el 12 de marzo ha mostrado que la izquierda pol¨ªtica hace tiempo que no lidera moral y culturalmente este pa¨ªs. Con efectos muy nocivos, observados en una campa?a electoral en la que Aznar llev¨® la iniciativa con propuestas economicistas ("al bolsillo") de rebaja de impuestos directos, que no recibieron una contestaci¨®n medi¨¢ticamente eficaz, a pesar de las indudables amenazas al Estado de bienestar.
Las candidaturas PSOE-Progresistas se llevaron casi el 90% del voto de izquierda (IU ha perdido m¨¢s votos de los que conserva). As¨ª que el PSOE se confirma a¨²n m¨¢s como el problema y la soluci¨®n. Es la principal alternativa para hacer oposici¨®n y para crear un proyecto ganador. Sin embargo, la mayor¨ªa social espa?ola no ha confiado ni cre¨ªdo suficientemente en ese proyecto, lo que explica la magnitud de la derrota. No ha visto un proyecto de Estado coherente, aunque lo haya en lo auton¨®mico, en lo municipal o en lo europeo. La tarea de los pr¨®ximos cuatro a?os es construirlo.
Para ello ser¨¢ buena la unidad de los progresistas, que habr¨¢ que edificar sintetizando visiones compatibles en lo que es lo esencial de un proyecto de pa¨ªs: Europa y sus compromisos de pol¨ªtica monetaria, exterior y de defensa; el Estado constitucional -plurinacional pero unitario- y una pol¨ªtica econ¨®mica que favorezca el mercado y la competencia en un cuadro de distribuci¨®n equitativa de la riqueza. No ser¨¢ posible confluir fuera de ese marco, sencillamente porque si no hay una s¨ªntesis pol¨ªtica razonable no habr¨¢ una mayor¨ªa social para respaldarla. El fracaso electoral es el resultado de la falta de un dise?o pol¨ªtico de toda la izquierda, de una carencia de "raz¨®n social" percibida por el electorado.
Para un proyecto de mayor¨ªa progresista hace falta tambi¨¦n una renovaci¨®n de ideas. El discurso del socialismo democr¨¢tico espa?ol -donde tantos nos reconocemos- ha quedado parcialmente atrasado y parece decir poco a algunos de los llamados a apoyarlo socialmente. El dinamismo de la llamada nueva econom¨ªa -la que impulsa revolucionariamente la tecnolog¨ªa de la comunicaci¨®n y de Internet- requiere un discurso positivo desde la izquierda que no obstaculice al progreso, que lo oriente y lo libere de rigideces econ¨®micas, burocr¨¢ticas o judiciales obsoletas y de apropiaciones privadas abusivas (genoma humano).
Requiere adelantarse a lanzar la discusi¨®n sobre el reparto de la riqueza cuando la econom¨ªa tiene un buen comportamiento (el debate fiscal est¨¢ siendo el centro de la pol¨ªtica en Europa y EEUU). Requiere decidir sobre el derecho a la formaci¨®n continua que evite las desigualdades de la econom¨ªa del saber y de la red, que hay que hacer accesible a toda la poblaci¨®n "analfabeta" inform¨¢ticamente para crear miles de puestos de trabajo.
Requiere un discurso universalista para gestionar colectivamente la globalizaci¨®n, acelerada tras la ca¨ªda del comunismo. En la sociedad de la informaci¨®n y de las clases medias se necesita una adecuaci¨®n del discurso a una estructura familiar rotundamente diferente, como lo son las pautas sexuales, o la posici¨®n laboral de la mujer, o las exigencias legales de la cambiante sociedad civil con el eje en el contrato m¨¢s que en la ley, o los derechos humano de cuarta generaci¨®n. Se requiere que a la democracia de los intereses la sustituya la democracia de los derechos.
La izquierda est¨¢ en mejores condiciones que la derecha para hacer todo eso, pero nada de lo anterior se convertir¨¢ en un proyecto pol¨ªtico de los socialistas, si no se afronta una apertura a la sociedad. De verdad.
Esto es lo determinante y la prueba del nueve de una perspectiva ganadora: el retorno a la sociedad. La izquierda la abandon¨® y ella abandon¨® a la izquierda, e incluso a la participaci¨®n democr¨¢tica, como ha sucedido con centenares de miles de j¨®venes abstencionistas a los que nada dice la pol¨ªtica, para los cuales los partidos cuentan poco y que prefieren lo privado a lo p¨²blico.
Es cierto que el retorno a la sociedad es m¨¢s f¨¢cil propugnarlo que hacerlo. Particularmente, cuando el horizonte es la lejan¨ªa del Gobierno estatal (18 a?os en la oposici¨®n, de los laboristas brit¨¢nicos, acabaron con dos generaciones de pol¨ªticos). En todo caso, el contacto vivificador con la sociedad significa una relaci¨®n real, f¨ªsica, constante, no s¨®lo cuando hay elecciones, con las organizaciones sociales -sindicatos, empresarios, trabajadores aut¨®nomos, ONG, asociaciones profesionales y de consumidores, inmigrantes-. Supone vincular a los ciudadanos con los pol¨ªticos, los diputados y diputadas, y sus decisiones. Significa conocer la realidad, para transformarla desde la cultura igualitaria y liberadora de la izquierda, aunque superando el tradicional estatus de los partidos socialistas como veh¨ªculos para una clase.
El retorno a la sociedad es defender, desde ya, la Ley de Extranjer¨ªa que permitir¨¢ la entrada del trabajo y la inteligencia de otras personas, frente a la recalcitrante ceguera reaccionaria del PP; o dar alternativas a los regalos fiscales al capital. Es hacer oposici¨®n, que es donde los electores y las electoras han situado a la izquierda.
El retorno a la sociedad es, en fin, renovar a las personas en los cargos de responsabilidad pol¨ªtica, oxigenar y rejuvenecer a los partidos y sus dirigentes -si es ello posible, ante la patol¨®gica di¨¢spora de j¨®venes que los aqueja-. Es, sin duda, encontrar un buen l¨ªder, y buenos l¨ªderes, para el PSOE. Pero no basta. Lo realmente trascendente no es el l¨ªder, sino el liderazgo social, intelectual y pol¨ªtico de las ideas progresistas.
Para conseguirlo, el camino que los socialistas espa?oles van a empezar a recorrer -hasta el Congreso- desde ma?ana mismo no tendr¨ªa que ser la endogamia o la in¨²til lucha interiorizada, sino la apertura a todo el ancho campo de los progresistas, a cuyo patrimonio -no s¨®lo al de sus militantes- pertenece el Partido Socialista. Si es as¨ª, pueden tener los socialistas la confianza de que la sociedad y la mayor¨ªa progresista a que apelamos en la campa?a electoral responder¨¢ positivamente.
Diego L¨®pez Garrido es diputado del PSOE-Progresistas y secretario general de Nueva Izquierda.
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