Sin v¨¦rtigo ante Bach
Evidentemente, Mischa Maisky no siente v¨¦rtigo ante el abismo de la m¨²sica de Bach. En una locura de amor o en un peregrinaje evangelizador, se ha lanzado, con las suites para violonchelo como equipaje, a recorrer medio mundo -Espa?a, incluida- para mostrar las excelencias de uno de los monumentos indiscutibles de la m¨²sica de todos los tiempos. "Si la m¨²sica es mi religi¨®n, las seis suites para violonchelo solo de Bach son entonces la Biblia", ha dicho. Ayer interpret¨® en Madrid las n¨²meros 1, 4 y 5 en el extraordinario ciclo Liceo de C¨¢mara.Es Maisky un int¨¦rprete de extraordinaria personalidad. Sus versiones son heterodoxas, tensas de sonidos, fuertemente expresivas. No dejan indiferente (tampoco pasa inadvertida su indumentaria. Ayer se cambi¨® de ropa a cada suite, pero eso es otra historia). No plantea Maisky las suites desde la intimidad, sino m¨¢s bien desde una convicci¨®n profunda.
En la n¨²mero 5 alcanz¨® el m¨¢ximo de sus potencialidades. Su concepto ceremonial, trascendente, casi un oficio de tinieblas, se afirmaba ante el silencio, como si, en expresi¨®n de Pascal Quignard, "escapase de la m¨²sica inescapable". No hay medias tintas con Maisky. O se entra en su universo de trazos envolventes o se queda uno fuera con la ilusi¨®n de otro Bach m¨¢s sosegado, quiz¨¢ m¨¢s interiorizado. El de Maisky es rotundo, poderoso, arrollador, intenso, virtuoso, muy personal. Un Bach para la sociedad de consumo y el capitalismo agresor. Contundente, atrevido, incluso un punto agresivo.
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