Un joven pone en jaque a Bill Gates
Rapahel Gray tiene 18 a?os. Bill Gates, 44. El primero es un hacker (pirata inform¨¢tico) ingl¨¦s; el segundo, como todo el mundo sabe, uno de los m¨¢s grandes multibillonarios del mundo. ?Qu¨¦ tienen en com¨²n? Gray ha conseguido penetrar en las cuentas de tarjetas de cr¨¦dito del hombre m¨¢s poderoso en el campo de la inform¨¢tica. Gates ha enviado a los servicios policiales de todo el mundo a averiguar c¨®mo este ingenioso adolescente brit¨¢nico de Clynderwen, en Pembrokeshire, ha conseguido, con un modesto ordenador port¨¢til de 700 libras (190.000 pesetas), lograr los n¨²meros de las tarjetas de cr¨¦dito del patr¨®n de Microsoft. Una veta de oro si uno tiene en cuenta las posibilidades de desestabilizar las finanzas personales del multibillionario zar de Internet.Cuando Gray vio a las puertas de su casa, en el sur de Inglaterra, agentes del FBI, Scotland Yard y la polic¨ªa local no debi¨® sentirse sorprendido: su informaci¨®n hab¨ªa sido difundida en el ciberespacio. Su habilidad de internauta hab¨ªa dado en la fama como una flecha de Robin Hood..
Pero, a pesar de las posibilidades financieras que le ofrec¨ªa la informaci¨®n a mano -al fin y al cabo, las tarjetas de Gates deben tener un horizonte ilimitado-, no debi¨® caerle como una sorpresa. M¨¢s conocido en las infinitas v¨ªas de Internet como el santo del comercio electr¨®nico, debi¨® suponer que su nombre figuraba en alguna investigaci¨®n policial. Concretamente se le investigaba por presunta implicaci¨®n en un fraude perpetrado por medios inform¨¢ticos y por un valor aproximado de dos millones de libras (540 millones de pesetas). Gray y un amigo suyo fueron interrogados durante doce horas el pasado jueves por agentes del FBI y de la polic¨ªa brit¨¢nica. Los dos j¨®venes quedaron finalmente en libertad bajo fianza.
El semanario The Sunday Telegraph inform¨® ayer en exclusiva de un mecanismo complicado, pero al alcance de todos: "El fraude es posible gracias, otra vez, a la existencia de la tecla enter". Gray consigui¨® as¨ª los n¨²meros de las tarjetas de cr¨¦dito del padre de Microsoft y las puso a disposici¨®n de colegas interesados en c¨®mo sacarle tajada a tan preciosa informaci¨®n.
Que se sepa, Gray no se compr¨® ni una camiseta a costa de Bill Gates, pero su dominio del comercio electr¨®nico podr¨ªa haberle convertido en un personaje m¨¢s famoso que el gran ladr¨®n de los trenes brit¨¢nicos.
Utilizando el seud¨®nimo de Curador, puso a disposici¨®n de millares de hackers los n¨²meros de 23.000 tarjetas de credito, entre ellas las de Bill Gates. Bill debi¨® pasarse la jornada instruyendo a sus asistentes en un cambio radical a fin de no caer desnudo en una escuela de tiburones y pira?as. Gray mand¨® toda la informaci¨®n a la NBCi, la subsidiaria de la gran cadena de televisi¨®n norteamericana y filial de Microsoft, para poner al alcance de todos los ilimitados alcances de cr¨¦dito del gran zar de la inform¨¢tica. "S¨®lo quise probar lo inseguros que son estos sites. He hecho algo honesto, pero he sido ignorado. Por eso envi¨¦ la informaci¨®n a Internet", declar¨® Gray al ser arrestado. Microsoft no hizo ning¨²n comentario sobre el asunto. Scotland Yard y el FBI mantuvieron id¨¦ntico silencio.
Pero lo que queda en evidencia con este caso es que la superv¨ªa de la informaci¨®n no ofrece plenas garant¨ªas de seguridad ante las aventuras de los hackers. Curiosamente, en Londres acaba de ocurrir un caso igualmente espectacular. Un agente de los servicios secretos del MI5, que no ha sido identificado por razones obvias, acaba de admitir que el ordenador port¨¢til que llevaba con informaci¨®n secreta para la seguridad del Reino Unido le hab¨ªa desaparecido de entre las piernas cuando iba a hacer una llamada telef¨®nica.
El Ministerio del Interior y los servicios secretos han instruido a sus agentes para que no lleven en sus ordenadores nada que pueda afectar a la seguridad del Estado. Pero lo que vienen a confirmar ambos casos es que Internet, sus supuestos controladores, sus usuarios, dif¨ªcilmente pueden confiar en el secreto de sus claves.
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