Un conquense en Saint-Denis
El equipo de futbolistas aficionados de Calais (CFA), compuesto por peones camineros, trabajadores de la construcci¨®n, jardineros, dependientes de grandes almacenes y agentes inmobiliarios, bati¨® hace diez d¨ªas al rutilante Estrasburgo (2-1) y se clasific¨® para las semifinales de la Copa de Francia. Lo nunca visto. Estos chicos que se entrenan tres o cuatro noches por semana y sacan del f¨²tbol unos ingresos complementarios de unos 5.000 francos (125.000 pesetas) van a enfrentarse dentro de poco (el 11 de abril) a figuras reconocidas internacionalmente que tienen asignados sueldos mensuales de 500.000 francos. "Es como si el Motilla del Palancar, por poner un ejemplo, disputara la semifinal de la Copa del Rey al Barcelona, al Madrid o al Valencia", apunta con evidente regocijo Ladislao Lozano, el entrenador de este conjunto que milita en lo que se conoce piadosamente como el cuarto nivel futbol¨ªstico. De la noche a la ma?ana, Ladislao Lozano, funcionario municipal de Calais y entrenador en horas libres del equipo local, se ha convertido en figura. Las televisiones de media Europa se apresuran a desmenuzar el fen¨®meno, algo as¨ª como la reivindicaci¨®n de la lucha de clases en el terreno deportivo.
La primera regla que el entrenador del Calais, "espa?ol de coraz¨®n", ha impuesto a su equipo es que no "hay que venerar jam¨¢s al adversario". "Si lo haces, est¨¢s acabado", sentencia este hombre que pondera el trabajo y la entrega frente a la clase futbol¨ªstica. Nicolas Anelka representa para ¨¦l las ant¨ªpodas de lo que pide a un jugador, lo ve instalado en un mundo virtual en el que lo que se cotiza no es el esfuerzo y los m¨¦ritos objetivos, sino las expectativas gratuitas, las apariencias y la explotaci¨®n comercial del mito: "No me interesa un tipo que anda de un lado a otro y que no siente la camiseta, que no ama sus colores".
Nacido en Vallehermoso de las Fuentes (Cuenca) hace 47 a?os y nacionalizado franc¨¦s, Ladislao Lozano fue en su d¨ªa una joven promesa, un extremo derecho explosivo y veloz que no pudo incorporarse a la selecci¨®n juvenil francesa a causa de su nacionalidad espa?ola. Prob¨® suerte en el Racing de Santander en tiempos de Santillana, pero no encontr¨® su hueco. Los problemas financieros del club c¨¢ntabro y el temor a ser llamado a filas para cumplir dos a?os de servicio militar en un ej¨¦rcito franquista, responsable del fusilamiento de varios de sus familiares republicanos, le devolvieron a Francia.
All¨ª descubri¨® que su trayectoria estaba truncada y que por mucho que apretara el paso jam¨¢s llegar¨ªa a alcanzar el ¨¦xito como jugador. Jug¨® en equipos de Segunda y Tercera, conoci¨® a su mujer B¨¦atrice, tuvo tres hijos, Karina, Tom¨¢s y Carlos, y decidi¨® hacerse entrenador.
En Calais, cuyo equipo dirige desde hace cinco a?os, Ladislao -bautizado as¨ª en homenaje a un t¨ªo suyo muerto en la guerra- encontr¨® la madera humana que buscaba. "Mi vida no ha sido nunca f¨¢cil y estas gentes del norte, no s¨¦ si debido al clima, a la lluvia y al viento, son duras. Cuando ejerzo de entrenador, yo no busco que me quieran, sino que me respeten; mis jugadores tienen hoy en m¨ª una confianza ciega".
Diplom¨¢tico en los asuntos espa?oles, el entrenador del Calais dice que sus muchachos, "gente de car¨¢cter", le recuerdan al Athletic, que ama al Madrid, que admira al Bar?a.Su filosof¨ªa est¨¢ inspirada en una concepci¨®n igualitarista: "?Que qu¨¦ pensar¨¦ cuando tengamos que enfrentarnos al M¨®naco, al Burdeos o al Nantes? Que nosotros contamos tambi¨¦n con 11 jugadores y que todos ellos tienen una cabeza, dos piernas y dos brazos. F¨ªsicamente, no tenemos nada que envidiarles. Son mejores en t¨¦cnica, pero mentalmente somos superiores y, por supuesto, que podemos ganarles". El m¨¦todo del Calais consiste en ejercer una fuerte presi¨®n desde la defensa y el centro del campo para recuperar el bal¨®n y salir velozmente el contraataque. "Lo que hacemos es tratar de reducir los espacios, el tiempo y la iniciativa para desbaratar su juego".
El jefe del Calais, equipo que cuenta generalmente con unos 1.000 o 1.500 espectadores, se ve ya con un pie en el estadio de Francia, escenario de la final, aunque sostiene que lo m¨¢s importante est¨¢ ya hecho: "Demostrar que el f¨²tbol aficionado se merece que le respeten". La haza?a de estos muchachos ha permitido al club borrar de un plumazo las deudas de los ¨²ltimos 20 a?os y disponer de un super¨¢vit que vendr¨¢ bien para remodelar el vetusto campo local.
Ladislao Lozano tiene adem¨¢s una visi¨®n pol¨ªtica sobre el reparto del dinero que produce la industria del f¨²tbol. "No es justo", sostiene, "que el 95% de los ingresos procedentes de la televisi¨®n vaya a parar a manos de los 700 jugadores profesionales franceses y el 5% sea para los dos millones de aficionados y educadores que trabajamos sobre el terreno social". Ante la industria que fabrica los Anelkas del mundo, el entrenador del Calais considera que lo logrado por su equipo es la apolog¨ªa del esfuerzo.
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