Un adi¨®s m¨¢s que relativo
A pesar de la anunciada despedida y tras ver la aceptaci¨®n de la gira de este hist¨®rico grupo -en Estados Unidos la reventa de entradas supon¨ªa ri?¨®n y medio y en Madrid han llenado dos d¨ªas un recinto de aforo medio sin apelar a una promoci¨®n excesiva-, el adi¨®s de Smith y los suyos semeja al de los toreros: seguro que en un par de a?os vuelve.Robert Smith ha confeccionado para esta gira un repertorio extens¨ªsimo -dos horas y treinta y siete minutos de actuaci¨®n-, en el que, sin embargo, no figuraban algunos de los temas fundamentales de este grupo que hace m¨¢s de dos d¨¦cadas abri¨® al pop las puertas de un camino repleto de est¨¦tica oscura. Ni Killing an arab, ni Boys don't cry, ni Primary, ni Love Cats, ni Let's go to bed, ni Close to me, ni Lullaby, ni un mont¨®n de canciones m¨¢s de las que se hace necesario revisar para poner el definitivo punto final a una carrera.
The Cure Robert Smith (voz y guitarra), Perry Bamonte (guitarra), Simun Gallup (bajo), Roger O'Donnell (guitarra, teclados) y Jason Cooper (bater¨ªa)
Sala La Riviera. 4.500 pts.. Madrid, lunes 27 y martes 28 de marzo.
Sonido ¨¦pico
En cuanto a lo que tocaron, The Cure bas¨® su actuaci¨®n en un sonido ¨¦pico y guitarrero a tiempo lento que, si bien pecaba en exceso de monoton¨ªa r¨ªtmica, lo supl¨ªa con intensidad, emoci¨®n y grandiosidad sonora. La voz del solista manten¨ªa las esencias de un estilo que marc¨® a gran parte de la generaci¨®n juvenil de hace dos d¨¦cadas: ese decir doliente, a mitad de camino entre la desesperaci¨®n rom¨¢ntica y las extempor¨¢neas exclamaciones de un loco vidente de pesadillas. Robert cant¨® de forma convincente y su hechizo cay¨® como una gigantesca tela de ara?a sobre la embelesada audiencia, que vibr¨® y disfrut¨® entregada durante todo el concierto y a la que, al final, el bis le supo a poco. Tal vez es que esperaban las canciones arriba citadas.
La banda encontr¨® sus mejores y m¨¢s variados resultados en la interpretaci¨®n de su ¨²ltimo disco, Maybe someday: Bloodflowers, End y, por supuesto, Faith, Pornography, Play for today y la maravillosa A Forest, que sirvi¨® para poner un broche de oro lleno de nostalgia de los ochenta.
Otro detalle a destacar es la efectiva puesta en escena del grupo, que participaba del mismo esp¨ªrtiu de psicodelia oscura que ha presidido desde siempre la carrera de The Cure: focos muy altos iluminando en claro y a contraluz la figura del solista, mientras en la trasera se proyectaban im¨¢genes inquietantes e inconcretas en tonos verdes y morados.
En cuanto al sonido, se sinti¨® escaso en la primera parte del concierto, aunque la segunda mitad gan¨® volumen y profundidad de planos, como es necesario para realzar unas canciones cuya intenci¨®n es ofrecer paisajes sonoros a diferentes y superpuestos niveles.
Babelia
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