Nacionalismo y democracia
Para Agust¨ªn Ibarrola, con admiraci¨®n y afecto Cada vez me resulta m¨¢s evidente que los problemas de compatibilidad del nacionalismo con la Constituci¨®n proceden no tanto de los presupuestos de ¨¦sta, esto es, su condici¨®n de marco pol¨ªtico de una comunidad, el pueblo espa?ol, cuya identidad no se quiere compartir, como de su propio contenido, esto es su condici¨®n de norma democr¨¢tica.
De manera que al final, en su plano m¨¢s profundo, la enemiga constitucional en el imaginario nacionalista no estar¨ªa manifestando tanto una oposici¨®n entre dos sujetos pol¨ªticos, si lo decimos en t¨¦rminos schmittianos, de incompatibilidad existencial irreductible, cuanto una resistencia del nacionalismo vasco, al menos en su prevalente conformaci¨®n actual, a admitir cabalmente las exigencias de la democracia.
Lo que me pregunto en definitiva es si las resistencias constitucionales del nacionalismo no derivan, sobre todo, de una insuficiente comprensi¨®n de la democracia, que es algo m¨¢s que un sistema pol¨ªtico en el que se decide por mayor¨ªa para la ocupaci¨®n de poder y en el funcionamiento de las instituciones, pues se trata de un orden establecido sobre unos fundamentos de libertad, tolerancia y apertura, que son justamente los que caracterizan, m¨¢s all¨¢ de la atribuci¨®n del poder ¨²ltimo a un cierto sujeto pol¨ªtico, a la ordenaci¨®n constitucional espa?ola. No hay, es lo que quiero decir, democracia sin constituci¨®n, de manera que el funcionamiento del sistema pol¨ªtico seg¨²n la voluntad de la mayor¨ªa sea absolutamente libre y sin temor a que se introduzca una tiran¨ªa, que no por tener una base m¨¢s amplia resultar¨¢ menos injusta y temible que la que pudiese imponer una minor¨ªa.
De manera que es importante saber cu¨¢les son esas exigencias del orden constitucional que justifican la regla de la mayor¨ªa, esto es, que hacen posible el funcionamiento de las instituciones democr¨¢ticas, legitimando sus resultados; y despu¨¦s, averiguar por qu¨¦ el nacionalismo tiene dificultades para asumir tales exigencias, agotando en lo que no deja de ser una parte, sus instituciones, todo el orden democr¨¢tico o constitucional.
La democracia, si es algo, es un orden pol¨ªtico abierto y libre. La primera caracter¨ªstica se refiere a las posibilidades del sistema pol¨ªtico democr¨¢tico que no est¨¢n relacionadas necesariamente con ninguna finalidad o exigencia que no consistan precisamente en asegurar hacia el futuro dichos rasgos de apertura y libertad.
Esto quiere decir que no hay ning¨²n fin pol¨ªtico de consecuci¨®n incuestionable, como, por ejemplo, "la construcci¨®n nacional", para la justificaci¨®n del sistema, y adem¨¢s, que en principio en una democracia la diferencia entre los diversos objetivos de las fuerzas pol¨ªticas no tiene un significado cualitativo, de modo que per se existan diferencias considerables entre las diversas ideolog¨ªas pol¨ªticas. As¨ª, en una democracia no caben planteamientos "redentores" ni resulta aceptable pretender el contraste abismal en su pertinencia entre unas ideolog¨ªas y otras. La democracia es, por ello, un sistema que excluye el dogmatismo y se basa en el relativismo y el escepticismo.
Ello quiere decir, por tanto, que ning¨²n sector de la poblaci¨®n puede presentarse como la "mejor parte", o como la representaci¨®n aut¨¦ntica de un pueblo que trascendiese a la sociedad actual en su plural conformaci¨®n. En efecto, la apertura de la democracia, en cuanto capacidad de una sociedad para decidir sobre su forma pol¨ªtica, la libera de ataduras derivadas de patrones o representaciones pol¨ªticas con vigencia ahist¨®rica y, si se quiere utilizar la expresi¨®n, metaf¨ªsica.
No hay entonces un pueblo o una naci¨®n con exigencias impuestas sobre la sociedad democr¨¢tica: el pueblo actual decide con libertad absoluta y responsable, sobre los requerimientos espirituales a mantener respecto de su pasado y en relaci¨®n, tambi¨¦n, con su futuro. Pero, insisto, sin que esas referencias puedan impedir la decisi¨®n democr¨¢tica y libre de la sociedad vasca actual.
La desdramatizaci¨®n de la democracia que se deriva de la "levedad" de sus orientaciones pol¨ªticas impide tambi¨¦n, frente a lo que quiere el nacionalismo, considerar al sistema pol¨ªtico fuente o condici¨®n de la felicidad, no ya s¨®lo del individuo, sino del grupo o pueblo. La "felicidad", frente a lo que cree el nacionalismo, es asunto de cada uno: lo que hemos de pedir al Estado es que, renunciando a conseguir nuestra "salvaci¨®n", no nos cause, utilizando la expresi¨®n hobessiana, la miseria, el enfrentamiento y la muerte.
La democracia, adem¨¢s, es un sistema pol¨ªtico libre, que necesita de la libertad para funcionar y a la que no puede suprimir para el futuro, aunque sea a trav¨¦s de decisiones de la mayor¨ªa. La libertad, o capacidad de autodeterminaci¨®n pol¨ªtica, supone antes de nada la liberaci¨®n del miedo, esto es, la posibilidad de los ciudadanos de decidir seg¨²n su propio criterio, sin coacci¨®n alguna ni temor a represalias y venganzas.
Es este significado de la libertad como requisito ineludible de la democracia lo que, m¨¢s all¨¢ de su repugnante sentido criminal, no ha captado el nacionalismo en el uso de la violencia pol¨ªtica en Euskadi, seg¨²n se desprende de su actitud frente a la utilizaci¨®n o provecho de la misma.
Sin paz no hay democracia, porque no hay libertad, y la democracia es un sistema que necesita de la libertad para existir y funcionar. S¨®lo la libertad legitima la voluntad de la mayor¨ªa, la hace verdaderamente justa, general, en el sentido roussoniano, pues se trata de una decisi¨®n que se ha formado sin imposiciones y que admite su sustituci¨®n en el futuro por otra sustentada en una nueva mayor¨ªa.
Es entonces, quiz¨¢s, la contaminaci¨®n con el dogmatismo y su transigencia con el fascismo lo que complica las relaciones del nacionalismo con la democracia y lo que permite entender de manera m¨¢s cabal que, como dec¨ªa al principio, los problemas "constitucionales" del actual nacionalismo vasco, bien mirados, no son sino sus problemas con la democracia.
Juan Jos¨¦ Soloz¨¢bal es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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