Naufragio de un Nobel
En la edici¨®n de EL PA?S del domingo 19 de marzo, el se?or Garc¨ªa M¨¢rquez nos entrega un art¨ªculo titulado N¨¢ufrago en tierra firme. El t¨ªtulo nos hizo pensar que se trataba de un relato autobiogr¨¢fico sobre su larga residencia en el Macondo habanero. Pero no. Se trataba de un art¨ªculo m¨¢s sobre el ni?o Eli¨¢n Gonz¨¢lez, a quien el destino salv¨® del mar y lo convirti¨® en instrumento propagand¨ªstico de la pol¨ªtica del dictador cubano.Ante todo, una confesi¨®n: admiramos al escritor Garc¨ªa M¨¢rquez. Su relato v¨ªvido de Macondo nos conmovi¨® profundamente y quiz¨¢s por eso no entendemos su actitud ante una Cuba gobernada por un patriarca que ya ha pasado el oto?o de su vida, y que Garc¨ªa M¨¢rquez y Saramago son los ¨²nicos escritores conocidos que a¨²n lo defienden. Quiz¨¢s ¨¦sta sea una de las razones por las que escribimos esta respuesta para agarrar con nuestras manos de escritor al peque?o Eli¨¢n, con la esperanza de que la justicia de la in-justicia no lo devuelva a una Cuba atrapada en cien a?os de soledad y atraso.
Una pregunta elemental surge de su art¨ªculo N¨¢ufrago en tierra firme. C¨®mo un escritor brillante y de amplio oficio pierde sus virtudes literarias cuando enfrenta un tema en el que quiz¨¢s no cree, y toma una posici¨®n pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ de los valores morales y oculta hechos, manipula las palabras y distorsiona la realidad. Analicemos el art¨ªculo de Garc¨ªa M¨¢rquez, que, curiosamente, se caracteriza por su extensi¨®n y ¨¦nfasis en los detalles min¨²sculos. Es como si la influencia del se?or Castro llegara a proyectarse en el estilo literario del autor. Es un escrito que tiene al menos dos objetivos: presentar la visi¨®n bondadosa y recta de Juan Miguel Gonz¨¢lez, el padre de Eli¨¢n, y la figura corrompida, inmoral e irresponsable de Elizabeth Brotons, muerta tratando de salvar a su hijo de la pobreza espiritual y material de la Cuba de hoy. Y, de paso, nos entrega una imagen del padrastro de Eli¨¢n como un hombre deshonesto y violento "que no aprendi¨® el judo como cultura f¨ªsica, sino para pelear...". El se?or Garc¨ªa relata, con sumo detalle, la supuesta vida ¨ªntima de Elizabeth con Juan Miguel. Nos informa de que "siguieron viviendo bajo el mismo techo y compartiendo sus sue?os en la misma cama, con la esperanza de lograr como amantes el hijo que no hab¨ªan podido tener de casados". Debemos recordar que en la Cuba de hoy las parejas pueden divorciarse pero no siempre separarse, porque desde el triunfo de la revoluci¨®n la falta de viviendas se convirti¨® en un problema cr¨®nico. M¨¢s adelante a?ade el n¨²mero de embarazos y abortos sufridos por la joven mujer. El relato de la vida amorosa de Elizabeth prosigue y se nos informa de que, despu¨¦s del nacimiento de Eli¨¢n, continuaron viviendo juntos "hasta que ella se enamor¨® del hombre que le cost¨® la vida: L¨¢zaro Rafael Munero...". Palabras apropiadas para un culebr¨®n de la televisi¨®n, pero indignas para caracterizar a un hombre y una mujer ya muertos en un acto de desesperaci¨®n por tener que abandonar el pa¨ªs-c¨¢rcel donde nacieron.
La imagen de la infeliz Elizabeth es rebajada a¨²n m¨¢s cuando se insin¨²a que fue una madre irresponsable al tomar la decisi¨®n de llevarse a su hijo con L¨¢zaro Munero, "junto con 12 personas m¨¢s, en un bote de aluminio de cinco metros y medio de largo, sin salvavidas y con un motor decr¨¦pito muchas veces remendado". Y a L¨¢zaro Munero, que regres¨® a Cuba a recoger a sus padres, su hermano, su mujer y al ni?o que criaba como suyo, a pesar de que si lo descubren lo hubiesen fusilado o condenado hasta 30 a?os de c¨¢rcel, lo presenta como a un mat¨®n de barrio. Vale la pena tener una visi¨®n de los pasajeros del barco de aluminio. El "socio" de Munero, como lo califica Garc¨ªa M¨¢rquez, tambi¨¦n se lanz¨® a cruzar el estrecho de Florida llevando a sus padres ancianos, un hermano y su esposa. Era gente humilde que se lanz¨® al mar por escapar de las condiciones de vida en Cuba y tener la convicci¨®n de que ¨¦sa era la ¨²nica v¨ªa para salir de la isla. Nos encontramos con cinco parejas de adultos: dos eran matrimonios compuestos por personas de m¨¢s de 60 a?os, entre las cuales se encontraba un expreso pol¨ªtico al que Estados Unidos le dio visa y el Gobierno cubano no le permiti¨® salir, y una se?ora convaleciente de un infarto. El resto del grupo estuvo inicialmente compuesto por dos hombres j¨®venes y dos ni?os de cinco a?os. El expreso pol¨ªtico, seg¨²n explica su hijo en Miami, hab¨ªa cumplido seis a?os de una condena de 10 a?os por el delito de cargar unas piedras en su mochila. Es cierto que L¨¢zaro Munero contaba con experiencia en esta actividad, pues ya hab¨ªa hecho la traves¨ªa anteriormente y Elizabeth sab¨ªa que el viaje era riesgoso pero factible, pues ten¨ªa, al igual que el padre de Eli¨¢n, familiares en Miami que hab¨ªan huido usando los mismos m¨¦todos.
Por razones que desconocemos, entre los m¨²ltiples detalles que contiene el art¨ªculo del se?or Garc¨ªa est¨¢ tambi¨¦n una versi¨®n de la cat¨¢strofe distinta a la narrada por los sobrevivientes. Ellos dicen que, a pesar de la confusi¨®n y el p¨¢nico que experimentaron al volcarse el bote, los tripulantes sobrevivieron y no s¨®lo se aferraron al barco, sino que lo enderezaron para continuar el viaje. Luego, al ver que segu¨ªa haciendo agua, decidieron asirse a los neum¨¢ticos y dividirse en dos grupos. Ni siquiera los ancianos se ahogaron "al instante". Por las descripciones de los viajeros y de Eli¨¢n sabemos que la se?ora Barrios, de 61 a?os, fue probablemente quien le protegi¨® del sol hasta horas antes de que los pescadores norteamericanos descubrieran al ni?o en un neum¨¢tico rodeado por delfines. Motivo por el cual el ni?o, en contra de lo que se afirma en el art¨ªculo, no arrib¨® "escaldado". La gran sorpresa de todos los que le vieron al llegar a tierra fue precisamente que no presentaba quemaduras de sol.
El escrito pretende, sin decirlo de manera expl¨ªcita, presentar esta escapada como un gran negocio por parte del padrastro y una gran irresponsabilidad por parte de la madre de Eli¨¢n. Se utilizan t¨¦rminos econ¨®micos. Munero es descrito como el "promotor y gerente", y cuando se habla del amigo que ayud¨® en la organizaci¨®n del viaje se le llama el "socio en la empresa". Entre tanto detalle se omite que el "socio" y su familia eran los cu?ados y suegros de la sobrina de Elizabeth Brotons, la madre de Eli¨¢n. O sea, que con excepci¨®n de la pareja que se salv¨®, el grupo estaba integrado por parientes y amigos desesperados por huir de Cuba.
Adem¨¢s, la narraci¨®n est¨¢ dise?ada para dar la impresi¨®n de que el padre desconoc¨ªa el plan de fuga y que Eli¨¢n fue secuestrado por la malvada e irresponsable madre. Por lo tanto, al morir la madre, el ni?o debe ser devuelto inmediatamente a su padre, a quien corresponde la patria potestad. Y aqu¨ª es donde el autor entra en nuevas contradicciones. Si ley¨®, como parece por sus afirmaciones, los relatos hechos por los sobrevivientes y parientes "a la prensa en Florida despu¨¦s del naufragio", debe conocer que un mes antes de que se iniciara el viaje ya los familiares de ambas familias en Miami sab¨ªan de los planes. Aqu¨ª damos la raz¨®n a Garc¨ªa M¨¢rquez, pues, al igual que ¨¦l, estamos convencidos de que "en el Caribe se sabe todo...", "inclusive antes de que suceda", como le dijo uno de sus informantes. Lo ¨²nico que queda por explicar es c¨®mo es posible que en el poblado de C¨¢rdenas, Juan Miguel Gonz¨¢lez fuera el ¨²nico que no se enterara de que su exesposa, con quien sosten¨ªa relaciones tan cordiales, se marchaba con su hijo. La segunda gran contradicci¨®n est¨¢ en decir que el ni?o debe ser retornado a la patria potestad del padre, cuando en Cuba la patria potestad la tiene de facto el Estado.
No nos vamos a enfrascar en una discusi¨®n sobre las acusaciones que el autor hace al exilio cubano de estar motivado por intereses bastardos en esta lucha por defender los derechos de Eli¨¢n. Tampoco vamos a discutir c¨®mo es posible que el modesto padre de Eli¨¢n haya contratado a uno de los abogados m¨¢s caros de Estados Unidos. Pero lo que s¨ª queremos dejar firmemente sentado es que naufragar es casi siempre una "f¨®rmula infalible" para ahogarse, y no como dice el se?or Garc¨ªa M¨¢rquez: "Para una buena recepci¨®n migratoria en los Estados Unidos".
Manuel Moreno Fraginals es historiador cubano.
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