Almod¨®var llega a Madrid "descerebrado" pero listo para empezar su nueva pel¨ªcula El director de 'Todo sobre mi madre' desvelar¨¢ ma?ana las dudas sobre su pr¨®ximo filme
Parapetado tras unas gafas oscuras, que no se quit¨® en los cinco minutos escasos que permaneci¨® en el aeropuerto de Madrid, Pedro Almod¨®var lleg¨® ayer de Los ?ngeles. Feliz pero "descerebrado", con el Oscar en la mano (una vez m¨¢s lo dedic¨® a todos los espa?oles), un punto ausente y sobre todo extenuado, dijo que hoy mismo se pondr¨¢ a trabajar en su pr¨®ximo proyecto, del que no sabe si ser¨¢ "americano o espa?ol". Tampoco quiso desvelar su estado de ¨¢nimo despu¨¦s de que su discurso en la gala fuera cortado por la organizaci¨®n. "El viernes lo contar¨¦ todo".
Todos tra¨ªan una estatuilla dorada bajo el brazo. Claro que la aut¨¦ntica, la que consigui¨® el lunes en Hollywood Todo sobre mi madre, la llevaba bien agarrada Pedro Almod¨®var. Las otras eran de pega, un regalo de la compa?¨ªa de aviaci¨®n US Airways, que trajo ayer desde Los ?ngeles a Madrid, a las 10.40, al oscarizado director con parte de su troupe: Marisa Paredes (su cuidado maquillaje disimulaba los estragos de 19 horas de vuelo), Antonia San Juan (con los pelos como si le hubiera pasado por encima un hurac¨¢n), Eloy Azor¨ªn, Carlos Lozano y Agust¨ªn Almod¨®var.?Te entraron los nervios al final?, le preguntaron. "Pues s¨ª", respondi¨® Almod¨®var. "Cuando Pen¨¦lope y Antonio leyeron el nombre de las cinco pel¨ªculas candidatas y el p¨²blico s¨®lo reaccion¨® con la m¨ªa, que aplaudi¨® mucho, y con el resto se quedo fr¨ªo, empec¨¦ a creer que a lo mejor ganaba".
Rodeado por un enjambre de periodistas y c¨¢maras, el cineasta no quiso hablar de cuestiones delicadas. Prometi¨® hacerlo ma?ana, viernes, en conferencia de prensa. "All¨ª me podr¨¦is preguntar lo que quer¨¢is. Contar¨¦ absolutamente todo, y estaremos afeitados, duchados y con la cabeza en su sitio".
Los nervios y el ingl¨¦s
Entre otras cosas, Almod¨®var tendr¨¢ que explicar la sensaci¨®n que le produjo ser interrumpido por la organizaci¨®n de la gala de los Oscar en su discurso de agradecimiento en el Shrine Auditorium.
Compa?eros de su productora que le han acompa?ado en su periplo hollywoodiense coincidieron en afirmar ayer que el cineasta se llev¨® "un gran disgusto, porque confiaba en que le concedieran m¨¢s minutos, como a veces hacen con otros". Y sobre su ingl¨¦s benigniano, aseguraron que los nervios le traicionaron, "porque ¨¦l sabe hablarlo mejor".
Mientras un cord¨®n policial trataba de protegerle del acoso de las c¨¢maras y de alg¨²n curioso que esperaba la llegada de otros vuelos, un Almod¨®var aturdido (sus ojos bailoteaban de un lado a otro) cont¨® que la larga carrera hacia el Oscar no ha sido lo m¨¢s duro. "Llevo once a?os pateando el mundo, y eso es muy agotador. Aunque hoy es el d¨ªa m¨¢s cansado de todos, estoy derrotado".
Respecto a la noche de los Oscar, dijo que no se enter¨® de mucho, porque se dedic¨® la mayor parte del tiempo a conceder entrevistas sobre su decimotercera pel¨ªcula. Despu¨¦s le esperaban un par de fiestas, la ¨²ltima en casa de sus amigos Antonio Banderas (que se fue antes de acabar el festejo a M¨¦xico, donde est¨¢ rodando Dancing in the dark con Angelina Jolie) y Melanie Griffith, lo que le mantuvo en pie hasta la madrugada. El d¨ªa siguiente se lo pas¨® descansando, y remat¨® sus ¨²ltimas horas en Los ?ngeles cenando con su equipo y tomando copas en las habitaciones.
Veinte d¨ªas han pasado desde que lleg¨® a Hollywood. Algunos de ellos los dedic¨®, junto a Sebasti¨¢n Guti¨¦rrez, a darle vueltas al gui¨®n de lo que hasta ayer parec¨ªa que iba a ser su pr¨®ximo filme, The paperboy. "El Oscar no ha cambiado nada mi vida", dijo ayer. "Ma?ana seguir¨¦ trabajando en mi pr¨®xima pel¨ªcula, que no s¨¦ si ser¨¢ americana o no", a?adi¨®, mientras era conducido casi en volandas hasta el coche.
"?Es de oro macizo?", le pregunt¨® a Almod¨®var un polic¨ªa apuntando hacia el Oscar y ayud¨¢ndole a meterse en un Mercedes. "No creo", respondi¨® divertido. "Es pesado, pero lo del oro ser¨¢ s¨®lo una capita".
Tras llamar insistentemente a su directora de producci¨®n, el director se perdi¨® camino de Madrid, dejando en tierra unas cuantas maletas y la funda de un traje de Giorgio Armani.
Deambulando por el aeropuerto quedaba Marisa Paredes, que, entre risas, se colocaba el Oscar de mentira en la cabeza. "Venimos llenos de ¨¦xito. Muy cansados. Pero ha merecido la pena".
Babelia
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