Compleja comedia

El brit¨¢nico Tom Stoppard aprovecha un argumento de pasiones encontradas para dinamitar el mecanismo desde dentro y ofrecer un repertorio de interrogantes que atiende tanto al valor, o a la veracidad, de la literatura como al rinc¨®n donde las personas guardan sus afectos, al desgaste de las relaciones humanas y a los motivos de una conducta pasional, o de su contraria, la rutina, que desde?ar¨ªa los factores biogr¨¢ficos para centrarse en los detalles de esa especie de conducta de la conducta. De paso, el autor ajusta las cuentas con alguna que otra tendencia del teatro ingl¨¦s de los setenta y ochenta, aspecto que no por estar m¨¢s alejado de nuestra realidad deja de tener inter¨¦s.Comedia, pues, de altos vuelos, donde la t¨¦cnica del teatro dentro del teatro es tambi¨¦n un pr¨®logo para situar el asunto, y en la que el vertiginoso paso del tiempo hace cometer los mismos errores a los personajes en situaciones muy distintas. El amor (reducido a las personas que creen portarlo), en su variante er¨®tica, se ve en el escenario, pero no es el eje de la obra, que m¨¢s bien muestra su perplejidad ante la contumacia de la disposici¨®n amorosa y hacia sus artima?as.

Rafael Calatayud dirige con seguridad y r¨¢fagas de talento una obra complicada por su sutilidad, en la que Joaqu¨ªn Hinojosa crece a medida que se afianza su personaje, Cristina Plazas est¨¢ arrolladora, Toni Mis¨® es el maestro del desconcierto fingido y Amparo Ferrer B¨¢guena resuelve con convicci¨®n el papel de esposa artista y hastiada. Un montaje que que contiene aut¨¦nticas cargas de profundidad -por lo dem¨¢s, nada relamidas ni infautadas- contra el uso cotidiano de la pulsi¨®n amorosa.