De Brunete a Santo?a
En buena l¨®gica, los resultados electorales en el Pa¨ªs Vasco hubieran debido modificar sensiblemente el panorama pol¨ªtico. El llamamiento de los nacionalistas radicales a la abstenci¨®n fue un claro fracaso y el m¨¢s cerrado de los nacionalistas dem¨®cratas ha podido comprobar que por este peculiar camino de construcci¨®n nacional la Euskadi urbana acabar¨¢ convertida en un feudo del PP. Pero la lectura de los n¨²meros no debe ser el fuerte de los analistas del frente de Lizarra. As¨ª pueden proseguir unos y otros sus respectivas tareas, de apoyo externo a la estrategia terrorista en el caso de HB y de rechazo a toda normalizaci¨®n de las relaciones con los dem¨®cratas constitucionales por parte del PNV y del Gobierno vasco.Entretanto, ETA responde a los propios fracasos pol¨ªticos con la baza que le proporciona la actitud de equidistancia -dentro de Lizarra- adoptada por el nacionalismo democr¨¢tico. Ya sin las caretas que se vieron obligados a ponerse por un tiempo los voceros de HB, ¨¦stos pasan a cumplir su antigua funci¨®n de glosadores de la l¨®gica del terrorismo, ahora orientada a la eliminaci¨®n de toda voz que ETA considere adversa para su cordial invitaci¨®n al "di¨¢logo" en la resoluci¨®n del "contencioso". M¨¢s claro que la explicaci¨®n de Otegi tras el atentado contra Carlos Herrera, imposible. Aqu¨¦l que no se convierta en Margarita Robles y renuncie a callar ya sabe lo que puede tocarle en esta ruleta rusa. Y, a fin de que el patr¨®n de comportamiento nacionalsocialista sea cumplido en todos sus t¨¦rminos, ah¨ª est¨¢n los atentados cotidianos contra los representantes de los partidos democr¨¢ticos en Euskadi.
Dado el fracaso de las expectativas pol¨ªticas suscitadas por Lizarra, ETA y HB est¨¢n en su papel, buscando una independencia fundada sobre el terror, en el presente y en el futuro. Lo que resulta cada vez m¨¢s inexplicable es la actitud del PNV y el Gobierno vasco ante lo que es una evidente deriva terrorista y totalitaria por parte de quienes siguen siendo sus aliados en Lizarra. Ante el atentado nuestro de cada d¨ªa, las cifras m¨ªnimas de detenciones hablan por s¨ª solas y apuntan, en la Consejer¨ªa de Interior, a una incompetencia manifiesta o, lo que es peor, una pasividad c¨®mplice. Es esto lo que est¨¢ creando en Euskadi un estado de excepci¨®n permanente. Por lo dem¨¢s, ?qu¨¦ cab¨ªa esperar de un consejero que protestaba airadamente, durante la tregua de rearme, ante la detenci¨®n por Francia de un etarra? Resulta congruente con lo anterior que al descubrir la Ertzaintza material para atentados en una taberna batasuna, y eso por la denuncia de un vecino, Balza advierta de que resulta "aventurado" ver en ello una conexi¨®n entre HB y cuanto ocurre. Menos aventurado es, en consecuencia, ver en su gesti¨®n una garant¨ªa insuperable de impunidad. La responsabilidad recae tambi¨¦n sobre un lehendakari entregado ¨²ltimamente a exhibir su supuesta buena voluntad. Condena, menos mal, el terror, en principio sin reservas, pero para inmediatamente a?adir que es preciso resolver el conflicto vasco -el que crea el frente nacionalista por encima de los ciudadanos-, con lo cual vuelve a situarse en el campo delimitado por Lizarra. As¨ª que, en vez de sentar la premisa de una restauraci¨®n del consenso democr¨¢tico, al que l¨®gicamente podr¨ªa sumarse HB de romper su dependencia actual, volvemos a encontrar un llamamiento a la discusi¨®n entre todos, con una meta que los nacionalistas tienen ya dise?ada. Si los dem¨¢s no ceden, la guerra sigue, e Ibarretxe se lava las manos. Da la sensaci¨®n de que, ante los reiterados fracasos electorales de cara a la soberan¨ªa, busca jug¨¢rselo todo al ¨®rdago de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. De nuevo, con mejores modales, convergencia con ETA.
La artiller¨ªa gruesa queda para los portavoces del partido. ETA atenta contra periodistas y el PNV, sin medir las consecuencias, denuncia por boca de Anasagasti "el Brunete medi¨¢tico" antinacionalista. Otra vez el "Arbeit macht frei". Ser¨ªa preciso evocar otro Brunete, la lucha de los republicanos por la democracia en el verano del 37, mientras los nacionalistas del PNV buscaban, para perdici¨®n propia, la alianza con el fascismo italiano, organizando la mascarada de Santo?a. ?Cu¨¢ndo rectificar¨¢n?
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