Abdel Hamid Beyuki: "La transici¨®n en Marruecos est¨¢ por empezar"
Abdel Hamid Beyuki (Tetu¨¢n, Marruecos, 1961) preside la Asociaci¨®n de Trabajadores Inmigrantes Marroqu¨ªes (ATIME), entidad de la que tambi¨¦n es fundador, y es vicepresidente primero del Foro para la Integraci¨®n Social de los Inmigrantes. Acaba de escribir un libro de ensayo, La transici¨®n en Marruecos (Vosa Ediciones), que ayer fue presentado en el centro c¨ªvico del Carmel, en Barcelona. Define la actual situaci¨®n en Marruecos como de "pretransici¨®n". "La transici¨®n democr¨¢tica en mi pa¨ªs est¨¢ por empezar", afirma.
Es consciente Abdel Hamid Beyuki de que tras el nombramiento del socialista Abderram¨¢n Youssoufi como primer ministro de Marruecos y la llegada al trono del hijo de Hass¨¢n II, Mohamed VI, las cosas est¨¢n empezando a moverse en su pa¨ªs. Sin embargo, aunque se declara "optimista", no cree que la transici¨®n democr¨¢tica haya empezado. Por este motivo, "para provocar un debate" desde su posici¨®n de "ciudadano", ha escrito La transici¨®n en Marruecos (Vosa Ediciones). En su ensayo, del que hay tambi¨¦n una versi¨®n en ¨¢rabe, Abdel Hamid Beyuki, que lleva 16 a?os en Espa?a, pa¨ªs que le concedi¨® el estatuto de refugiado pol¨ªtico tras cruzar el Estrecho a bordo de un pesquero, defiende la necesidad de que los marroqu¨ªes emprendan las reformas necesarias para alcanzar la democracia y hace hincapi¨¦ en el papel primordial de la sociedad civil y en la necesidad de tomar nota de la transici¨®n espa?ola, adapt¨¢ndola a las especificidades marroqu¨ªes: "La democracia es un valor universal, al igual que el respeto a los derechos humanos, pero hay que respetar y desarrollar la cultura de cada pa¨ªs", defiende.
El director adjunto de EL PA?S, Llu¨ªs Bassets, que intervino en el acto de presentaci¨®n del libro, abund¨® en este aspecto del ensayo: "Es un argumento insoportable del colonialismo, por una parte, y del despotismo, por otra, el considerar que democracia, libertades y Estado de derecho son modelos ¨²nicamente para determinados pa¨ªses, que coinciden con los m¨¢s pr¨®speros del planeta".
El autor explica, por su parte, que defender el ejemplo espa?ol en Marruecos es "nadar contra la marea" debido al peso que tiene a¨²n la cultura pol¨ªtica a la francesa. ?l, sin embargo, expone que "la diversidad de entidades culturales" en Marruecos y Espa?a hace aconsejable que su pa¨ªs busque "un sistema parecido al auton¨®mico y no al modelo franc¨¦s, que es m¨¢s centralista".
Influencia sin injerencia
Por este motivo pide a las autoridades y empresas espa?olas que "influyan, sin hacer injerencia, en el proceso". Y contin¨²a: "Espa?a debe tener una pol¨ªtica exterior m¨¢s valiente y activa". Al igual que Europa, a la que pide que colabore "en la estabilidad de Marruecos, que es lo que m¨¢s le preocupa". Pero matiza: "En la estabilidad democr¨¢tica y no en la vieja estabilidad, basada en la presencia de un hombre fuerte".
"Tenemos que luchar contra la tesis seg¨²n la cual no es posible que en pa¨ªses como Marruecos se emprendan transiciones como las que se han hecho en pa¨ªses occidentales", se?ala.
Las reformas, a juicio del sindicalista, deben darse tanto en la Corona, que ha dirigido el pa¨ªs con mano de hierro desde la independencia, en 1956, como dentro de los partidos pol¨ªticos, que han participado de manera muy menguada en el sistema y que necesitan, a su modo de ver, un "relevo generacional".
"Los dirigentes actuales representan otra ¨¦poca, la de la lucha por la independencia y por el regreso del rey", asegura. Y contin¨²a: "El movimiento nacionalista aparc¨® las reformas pol¨ªticas hasta el regreso de la Monarqu¨ªa y ¨¦sta les enga?¨®. Ha sido incapaz de arrancar las reformas a Hass¨¢n II".
A juicio de Beyuki, la democratizaci¨®n marroqu¨ª tiene que darse de forma escalonada, sin enfrentamientos con la Corona e integrando al islamismo, al que define como el gran "desaf¨ªo y el dilema" de la transici¨®n. "El triunfo de la democracia depender¨¢, en cierta medida, de c¨®mo se le integre en un sistema abierto y plural", dice. Aunque asegura que "no hay que temer al islamismo". Y concluye: "Hay que hacerles garantizar que no utilizar¨¢n la democracia como instrumento para acabar con ella".
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