Di¨¢logo
JULIO SEOANE
Estoy convencido de que ustedes ya lo saben, seguro que se han dado cuenta. Me limito a destacarlo aqu¨ª, por si queda alg¨²n despistado que vive feliz y sin enterarse de que iniciamos una etapa social y pol¨ªtica presidida por el di¨¢logo. Hasta el Oscar de Almod¨®var -siempre un premio al iniciar per¨ªodo- es la representaci¨®n del di¨¢logo, Todo sobre mi madre, en este caso una espe-cie de cotilleo familiar dentro de lo pol¨ªticamente correcto.
En los ¨²ltimos tiempos, cada ¨¦poca se inaugura bajo el amparo de un t¨¦rmino o de una met¨¢fora que nos gu¨ªa y nos orienta. En lugar de se?alar las metas, que siempre son discutibles y origen de muchos debates, se ponen de moda los instrumentos, los medios preferidos para la acci¨®n pol¨ªtica. Es el triunfo de las formas sobre los contenidos. Gorbachov, por ejemplo, comienza su dr¨¢stica metamorfosis con el concepto de aceleraci¨®n, la uskorenie, luego introduce una profunda reestructuraci¨®n al grito de perestroika, para terminar la faena con la transparencia de la glasnost.
Nosotros aceleramos la transici¨®n bajo el eslogan del cambio, era necesario cambiar. En correspondencia con la ¨¦poca, Jos¨¦ Luis Garci gana un Oscar (1982) que traduce el cambio en un cinematogr¨¢fico Volver a empezar. M¨¢s adelante, ya por 1993, comenzamos el declive del per¨ªodo y tambi¨¦n a sufrir de reminiscencias con la Belle ?poque de Trueba.
Ahora, finalizada una etapa, iniciamos la siguiente bajo el manto m¨¢gico y protector del di¨¢logo, la capacidad de hablar con los dem¨¢s, una met¨¢fora social que rechaza expl¨ªcitamente la imposici¨®n y el enfrentamiento, ensalzando la mutua comprensi¨®n. Puro Almod¨®var.
Hasta el presidente Zaplana utiliza esta met¨¢fora y est¨¢ inundado por este nuevo esp¨ªritu de di¨¢logo. Comparece hace unos d¨ªas ante las Cortes, para retomar el pulso pol¨ªtico de la comunidad, y se produce el reestreno de los grandes temas, excesivamente abandonados desde hace meses. De nuevo el tren de alta velocidad, la academia de la lengua, la reforma del Estatuto, la ordenaci¨®n del territorio, proyectos y problemas de gran altura pol¨ªtica. Aquello fue la nueva versi¨®n del todo sobre Valencia. Pero un todo arropado por el di¨¢logo, porque en nueve p¨¢ginas de discurso aparece el di¨¢logo m¨¢s de nueve veces y otros muchos t¨¦rminos de similar contenido. Comienza exigi¨¦ndose a s¨ª mismo un di¨¢logo intenso y veraz, para terminar haciendo una oferta sincera de consenso. Queda as¨ª inaugurada la nueva temporada.
Tambi¨¦n por Madrid corren los mismos vientos y las mismas modas. La nueva mayor¨ªa, una mayor¨ªa de votos interpretada como mayor¨ªa de edad, comienza con ¨¢nimos de di¨¢logo y Aznar se estrena dialogando con la mujer, sin llegar todav¨ªa a pedir perd¨®n. Mira por donde la famosa mujer, mujer, no era otra cosa que una para cada C¨¢mara, dos presidentas para el di¨¢logo, dos mujeres para arbitrar el pluralismo pol¨ªtico. Y junto a ellas, seguidas de cerca, dos j¨®venes valencianos. Di¨¢logo, mujer y j¨®venes, los principales componentes de la actual etapa.
Met¨¢foras y t¨¦rminos que, con unos o con otros, con Aznar o sin Aznar, no indican m¨¢s que el comienzo. Nos queda por ver m¨¢s di¨¢logo, m¨¢s mujer y, quiz¨¢, una nueva forma de hacer pol¨ªtica.
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