?Una luz en el t¨²nel?
La mojiganga cuidadosamente prefabricada por la dictadura peruana desde 1996 para hacer "reelegir" por tercera vez al presidente Fujimori el 9 de abril en unos comicios ama?ados, ha comenzado de pronto a hacer aguas. Si, pese a todo, el r¨¦gimen que manipula desde la sombra el todopoderoso y siniestro Vladimiro Montesinos, se empe?a en perpetuarse en contra de la mayor¨ªa de los electores peruanos mediante un fraude descomunal, lo har¨¢ desafiando a la comunidad internacional de pa¨ªses democr¨¢ticos que -?ya era hora!- se ha adelantado a advertirle de las consecuencias que tendr¨ªa el nuevo legicidio.El 29 de marzo, en una iniciativa sin precedentes, el vocero de la Casa Blanca, Joe Lockhart, denunci¨® en Washington DC la falta de garant¨ªas democr¨¢ticas para que las elecciones presidenciales peruanas sean "libres y justas" y apoy¨® a las numerosas organizaciones de observadores y de derechos humanos -entre ellas, el Centro Carter, el Instituto Nacional Dem¨®crata, la Federaci¨®n Internacional de Derechos Humanos y hasta la misi¨®n de la OEA (Organizaci¨®n de Estados Americanos)-, que, desde el terreno, han alertado contra la desembozada manipulaci¨®n y los m¨²ltiples atropellos cometidos por el r¨¦gimen para impedir que la voluntad popular de los peruanos sea respetada.
La v¨ªspera, en el Congreso de los Estados Unidos se present¨® una resoluci¨®n bicameral (Senado y C¨¢mara de Representantes), sustentada por parlamentarios republicanos y dem¨®cratas, y apoyada incluso por el presidente del Comit¨¦ de Relaciones Exteriores, Jesse Helms, y los senadores Patrick Leahy, Michael de Wine y Paul Coverdell, expresando la preocupaci¨®n del Congreso norteamericano por la falta de "transparencia y equidad" de la actual campa?a electoral y pidiendo al presidente Clinton que advierta a Fujimori de que, si no hay elecciones libres, Estados Unidos modificar¨¢ sus relaciones econ¨®micas y pol¨ªticas con Per¨², incluido su respaldo para cr¨¦ditos ante instituciones financieras internacionales. Para quienes siempre hemos cre¨ªdo que la mejor manera de apoyar la democracia en el Tercer Mundo por parte de los Gobiernos democr¨¢ticos era hostigando sin cesar y en todos los campos a s¨¢trapas, tiranuelos y bribones encaramados en el poder, la inequ¨ªvoca toma de posici¨®n de la Casa Blanca y el Poder Legislativo de Estados Unidos contra la burda comedia electoral cocinada por Fujimori y Montesinos para perpetuarse en el poder es ejemplar, y ojal¨¢ sea pronto imitada por la Uni¨®n Europea y dem¨¢s pa¨ªses democr¨¢ticos del mundo.
Aunque en los ¨²ltimos tiempos, tanto en Estados Unidos como en Europa occidental, los medios hab¨ªan ido dando a conocer los desafueros perpetrados por el r¨¦gimen peruano para asegurarse una ileg¨ªtima victoria electoral -desde la captura de estaciones televisivas, prohibici¨®n de hacer propaganda a¨²n pagada a los candidatos de oposici¨®n por los canales de se?al abierta, inmundas campa?as de descalificaci¨®n de opositores utilizando todo el aparato medi¨¢tico administrado o avasallado por el Gobierno, hasta la deposici¨®n de magistrados no serviles y hostigamiento y chantajes para silenciar a los cr¨ªticos-, dos esc¨¢ndalos recientes han tenido un eco decisivo en la opini¨®n p¨²blica de Estados Unidos sobre la naturaleza del r¨¦gimen peruano. La primera fue la denuncia, por algunos de los propios falsificadores, de casi un mill¨®n de firmas falsificadas en los padrones de Per¨² 2000 para inscribir la candidatura de Fujimori, y aceptadas d¨®cilmente por las autoridades electorales, en un delicioso anticipo de lo que puede ocurrir con el contenido de las ¨¢nforas el 9 de abril. Y, la segunda, que el Gobierno enviara a Washington, como testigo de descargo en uno de los procesos contra el Estado Peruano ante la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la OEA, al mayor Ricardo Anderson Kohatsu, un connotado miembro de los escuadrones terroristas de Vladimiro Montesinos y torturador y violador de Leonor la Rosa -actualmente exiliada en Suecia-, la tetrapl¨¦jica cuyo martirio en los s¨®tanos del Pentagonito peruano han divulgado por el mundo entero muchas organizaciones de derechos humanos. En un acto en el que es dif¨ªcil medir d¨®nde termina la vileza y d¨®nde empieza la estupidez, el canciller de la dictadura, Trazegnies, salv¨® al esbirro, otorg¨¢ndole un estatuto diplom¨¢tico, de las manos del FBI, que lo hab¨ªa capturado en el aeropuerto de Huston. La prensa norteamericana comenz¨® as¨ª -con cierto retardo, es verdad- a dar cuenta de la verdadera realidad peruana.
Sin embargo, por s¨ª sola, la presi¨®n internacional no ha sido nunca suficiente para impedir un fraude electoral, y menos a¨²n para poner fin a un r¨¦gimen autoritario, a menos que ella acompa?e una resuelta movilizaci¨®n popular a favor de la democratizaci¨®n en el interior del propio pa¨ªs. Y eso est¨¢ ocurriendo en Per¨² en las ¨²ltimas semanas de una manera que ha sorprendido a todo el mundo, empezando por el propio r¨¦gimen, que, en la misma puerta del horno, cuando cre¨ªa tener el pastel listo, advierte de que est¨¢ rodeado de llamas y empezando a chamuscarse. Su desesperaci¨®n lo lleva a cometer excesos y torpezas que lo ponen cada d¨ªa m¨¢s en evidencia.
La sorpresa tiene una espl¨¦ndida cara de indio, una biograf¨ªa tan estupenda para un candidato presidencial peruano que parece salida de un gui¨®n cinematogr¨¢fico, una mujer que es un verdadero lujo, y un nombre sonoro y afilado como una espada: Alejandro Toledo. Era el underdog, la ¨²ltima rueda del coche, entre los candidatos de la oposici¨®n, y hasta hace muy poco figuraba apenas con uno o dos por ciento entre las preferencias electorales, en unas (muy discutibles) encuestas, en las que el ingeniero Fujimori parec¨ªa tronar como un dios ol¨ªmpico. En efecto, la "guerra sucia" feroz llevada a cabo en peri¨®dicos, radios y canales por el ej¨¦rcito de cac¨®grafos al servicio de Vladimiro Montesinos parec¨ªa haber enterrado literalmente bajo una monta?a de insultos y calumnias a los dos principales candidatos de oposici¨®n, enmudecidos por la imposibilidad de acceder a la televisi¨®n para responder a los cargos: el alcalde de Lima, Alberto Andrade, y el ex jefe del Seguro Social, Luis Casta?eda Lossio. Y he aqu¨ª que, de la noche a la ma?ana, empezando por las barriadas m¨¢s humildes de las ciudades y las aldeas m¨¢s alejadas de los Andes, de pronto, como obedeciendo a una misteriosa consigna solidaria, la candidatura del inexistente Alejandro Toledo empez¨® a subir como la espuma, a trepar y saltar como un gamo, y con ¨ªmpetu tan arrollador que ni las m¨¢s gobiernistas encuestadoras pudieron ocultarlo. ?Era ya demasiado tarde para que el aparato represivo reaccionara y arrollara al insolente a ca?onazos de pestilencia? Por lo visto, s¨ª. Aunque la prensa bribona y el oficialismo se han desencadenado contra ¨¦l echando espumarajos de veneno y hiel, todo indica que, en vez de mermarla, las infamias que le echan encima aumentan su popularidad, pues as¨ª lo consignan todos los corresponsales extranjeros que se hallan en Lima para cubrir las elecciones.
Por lo dem¨¢s, yo, aqu¨ª, en Europa, a 10.000 kil¨®metros de distancia, lo percibo cada d¨ªa, en las infinitas llamadas, cartas, faxes, e-mails, que me llegan de all¨¢, de amigos, parientes, conocidos y hasta desconocidos, remecidos hasta los tu¨¦tanos con lo que est¨¢ pasando, y en los que veo renacer una esperanza, una ilusi¨®n, y hasta esperar un milagro. Todos saben que las elecciones, en las actuales circunstancias, son una pura farsa que, probablemente, los resultados ya est¨¢n desplegados en los s¨®tanos de Montesinos, y que ahora corresponde al Ej¨¦rcito, que el capit¨¢n de marras ha puesto a su servicio, y que tiene el control de las elecciones, hacer que los votos del 9 de abril coincidan con lo programado por el amo. Pero, pese a todo ello, conf¨ªan en que el huayco (la avalancha) a favor de Toledo sea tan abrumador, tan masivo, que la prolija maquinaria de embauque quede atascada o salte por los aires. "?No ocurri¨® en 1990?", me dicen. "?No gan¨® la elecci¨®n, contra todas las predicciones, el 'chinito' disfrazado de indio montado en un tractor, por el que nadie daba ni medio?". S¨ª, las gan¨®, pero en 1990 hab¨ªa en Per¨² un Gobierno democr¨¢tico, y ahora hay un r¨¦gimen autoritario, trufado de asesinos, ladrones y p¨ªcaros dispuestos a cualquier cosa con tal de no soltar la mamadera.
No tiene nada de raro que grandes masas de peruanos humildes y marginados se hayan ilusionado con la figura de Alejandro Toledo, pese a lo precario de su candidatura, que, por ejemplo, carece de la solidez del programa de Gobierno y los equipos con que cuenta la de Alberto Andrade. Pero la historia de Toledo es de las que encandilan la imaginaci¨®n. Naci¨® hace 54 a?os en los Andes norte?os, en una familia campesina, uno entre 16 hermanos de los cuales murieron 7. En su infancia fue lustrabotas, pero la pobreza no le impidi¨® estudiar y trabajar al mismo tiempo, y ganar premios, becas, y llegar a Estados Unidos, donde, gracias a su empe?o y buenas notas, se gradu¨® primero en la Universidad de San Francisco, y luego se doctor¨®, por uno de los m¨¢s prestigiosos centros acad¨¦micos del mundo: Stanford. Fue, luego, funcionario de la ONU, del Banco Mundial, de la OIT en Ginebra y de la OCDE en Par¨ªs. Ha ense?ado en diversas universidades y por un tiempo fue investigador asociado en Harvard. No se pueden pedir mejores credenciales, desde luego.
Pero, acaso, la credencial que m¨¢s simpat¨ªas le ha ganado entre el pueblo peruano sea la mujer con la que se cas¨®, cuando era estudiante en Estados Unidos: la "gringuita" antrop¨®loga Eliane Karp. Jud¨ªa belga-polaca, hija de resistentes antinazis, habla ocho idiomas, incluido el quechua de los Andes, y ha pasado varios a?os trabajando en programas de desarrollo del Banco Mundial y de USAID en las comunidades ind¨ªgenas de la sierra del centro y del sur del Per¨². Es, adem¨¢s de simp¨¢tica y capaz, una magn¨ªfica oradora y todas sus presentaciones entusiasman al p¨²blico.
?Tiene de veras alguna posibilidad Toledo, armado s¨®lo con su creciente popularidad, de ganar las elecciones peruanas, imponi¨¦ndose al poderoso engranaje de ambauque ya montado por Fujimori y Montesinos? Va a depender en gran parte del Ej¨¦rcito, al que compete la responsabilidad de velar por la "pureza" de los comicios. Naturalmente, las Fuerzas Armadas fueron la primera instituci¨®n en ser purgada por el r¨¦gimen -es decir, por Montesinos- de los oficiales constitucionalistas, ind¨®ciles a sus consignas, o simplemente honestos. Sus compinches fueron instalados en los puestos de mando y desde entonces una peque?a mafia adicta al hombre fuerte dirige la instituci¨®n militar. Sin embargo, este sistema humilla y frustra a incontables oficiales, que ven cerradas sus puertas de ascenso, debido al favoritismo, que ha reemplazado a toda otra consideraci¨®n dentro de la instituci¨®n. La esperanza de gran n¨²mero de peruanos es que este sector -el menos manchado y el m¨¢s profesional de las Fuerzas Armadas- act¨²e con independencia y desbarate las consignas de fraude, salvando as¨ª al pa¨ªs y a las Fuerzas Armadas del aislamiento y la hostilidad que inevitablemente les acarrear¨ªa un acto de fuerza para alterar el resultado electoral. Hace pocos d¨ªas se dio a conocer en Lima un comunicado de un grupo de coroneles que se proclaman opuestos a la reelecci¨®n y al fraude, que ha atizado aquellas esperanzas de cambio. Espero que estos coroneles existan, espero que lo que dicen sea cierto, espero -contra lo que me dice la raz¨®n- que el 9 de abril el pueblo peruano empiece a salir por fin del pozo de mentiras, demagogia, servilismo y abyecci¨®n en que est¨¢ sumido desde el 5 de abril de 1992.
? Mario Vargas Llosa, 2000. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SA, 2000.
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