Una carrera nada virtual
Internet naci¨® oscuramente y pas¨® desapercibida durante m¨¢s de veinte a?os mientras se extend¨ªa como un potente medio de comunicaci¨®n entre cient¨ªficos. Pero su despliegue entre el p¨²blico a partir de los primeros a?os noventa ha convertido esta tecnolog¨ªa en una fuerza irresistible con efectos sobre el crecimiento econ¨®mico, la creaci¨®n de empleo, la educaci¨®n, la informaci¨®n, el entretenimiento o las relaciones interpersonales.En su origen, y en su extensi¨®n a la pr¨¢ctica totalidad de las actividades sociales, Internet es un producto norteamericano; aun cuando uno de los desarrollos cruciales para que se produjera el tr¨¢nsito de los c¨ªrculos acad¨¦micos al p¨²blico en general, lo que se conoce con el nombre de World Wide Web, es una invenci¨®n europea. Y, aunque no es la ¨²nica tecnolog¨ªa emergente, los expertos opinan que su implantaci¨®n est¨¢ jugando un papel primordial en el dinamismo econ¨®mico de Estados Unidos en los ¨²ltimos a?os. ?se es el motivo por el que los jefes de Gobierno de los pa¨ªses europeos, reunidos recientemente en la cumbre de Lisboa, hayan acordado dar un impulso a la penetraci¨®n de Internet en Europa para que no siga agrand¨¢ndose la distancia que nos separa de ellos. En Lisboa ha habido una afirmaci¨®n de voluntad pol¨ªtica m¨¢s que medidas concretas al respecto, pero ya s¨®lo eso ha desencadenado un cierto optimismo sobre la situaci¨®n actual en nuestro continente y las posibilidades de ir recuperando terreno.
En un futuro no muy lejano, Europa seguir¨¢ la misma pauta que Estados Unidos en el manejo de Internet, hasta llegar a un estadio en que ¨¦ste sea una herramienta habitual en multitud de actividades sociales y genere, como todas las tecnolog¨ªas, nuevas necesidades y tambi¨¦n efectos contraproducentes que ser¨¢ necesario minimizar. Pero existe en la actualidad una clara diferencia entre las sociedades norteamericana y europea que no conviene ignorar. Desde el punto de vista cuantitativo, el n¨²mero de usuarios de Internet en Estados Unidos es del orden de la mitad de la poblaci¨®n, lo que hace que sea ya un medio pr¨¢cticamente universal, mientras que en Europa ese n¨²mero es, en promedio, el 20%, con los pa¨ªses n¨®rdicos acerc¨¢ndose a las cifras norteamericanas y Espa?a en menos de la mitad de la media europea.
Pero, adem¨¢s de los indicadores cuantitativos, hay algunos otros aspectos que tambi¨¦n importan. El uso frecuente de Internet y el desplazamiento masivo de muchas actividades econ¨®micas al nuevo medio han producido un cambio en la forma en que ¨¦ste se percibe. El 60% de todos los usuarios adultos usan Internet todos los d¨ªas y m¨¢s de la tercera parte lo utilizan como canal de compra, siendo en este ¨²ltimo sector donde se ha producido un cambio significativo: a¨²n cuando las mujeres representan un poco menos de la mitad del total de internautas, son ya una clara mayor¨ªa entre quienes lo utilizan para este fin. Lo que demuestra, teniendo en cuenta que son las mujeres las que suelen responsabilizarse de las compras de las familias, que Internet forma ya parte de la actividad cotidiana de los hogares norteamericanos. Ya no es algo novedoso y complicado, cosa de j¨®venes expertos en inform¨¢tica; es lo normal para el ciudadano medio. Algo que no ha sucedido todav¨ªa en los pa¨ªses europeos.
Las tarifas telef¨®nicas en Europa son mucho m¨¢s elevadas que al otro lado del Atl¨¢ntico, con lo que al coste del acceso a la red se a?ade el asociado al uso de la l¨ªnea telef¨®nica. La carest¨ªa en las comunicaciones es, sin duda, una de las causas, aunque no la ¨²nica, en el retraso europeo.
De ah¨ª que la oferta de acceso gratuito (aun contando con que hab¨ªa que seguir pagando las llamadas telef¨®nicas locales), lanzada por el proveedor brit¨¢nico Freeserve, tuviera un ¨¦xito fulminante, extendi¨¦ndose por toda Europa y provocando, incluso, la aparici¨®n de ofertas semejantes en Estados Unidos. Pero con esta ¨²nica excepci¨®n todas las iniciativas en Internet, tanto tecnol¨®gicas como de nuevos usos, han sido norteamericanas.
As¨ª que a Europa le queda un largo camino por recorrer, en infraestructuras y en h¨¢bitos de comportamiento, sin renunciar por ello a su propia personalidad y a sus tradiciones culturales. Hay ya algunas se?ales de que el cambio se est¨¢ produciendo, como el aumento del tr¨¢fico internacional entre pa¨ªses europeos en detrimento del intercontinental, aunque la fragmentaci¨®n de lenguas es un factor que frena la comunicaci¨®n paneuropea.
Pero si no hay un claro abaratamiento de las comunicaciones telef¨®nicas y una extensi¨®n de las redes de banda ancha ser¨¢ dif¨ªcil avanzar. Y sin una mayor facilidad para transformar en productos y servicios los conocimientos y la formaci¨®n generados en las instituciones educativas, resultar¨¢ complicado pasar de la econom¨ªa tradicional a la que se basa en el conocimiento.
Cayetano L¨®pez es catedr¨¢tico de F¨ªsica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid
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