Quejas tard¨ªas
La Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se ha quejado de que no tiene medios suficientes para perseguir los casos de informaci¨®n privilegiada en sus distintas variantes. La protesta es algo tard¨ªa. Desde la llegada del actual presidente, Juan Fern¨¢ndez Armesto, han existido anomal¨ªas suficientes como para verificar si exist¨ªan evidencias de alteraci¨®n del juego limpio que debe presidir el funcionamiento de los mercados. Los casos registrados en otros pa¨ªses deber¨ªan haber alertado hace tiempo sobre esa insuficiencia de medios en el nuestro.No es raz¨®n v¨¢lida la dificultad que encuentra la supervisi¨®n como consecuencia de la proliferaci¨®n de emisiones de valores pertenecientes a las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n. Esa mayor actividad emisora es una constante desde hace tiempo en los mercados internacionales, y se han tomado medidas a tiempo.
Pero m¨¢s vale tarde que nunca. Ahora debe ser el Gobierno el que tome nota de las advertencias del presidente de la Comisi¨®n y ponga los medios necesarios, incluidas las propuestas de reformas legislativas, para que esa supervisi¨®n funcione. No se trata s¨®lo de endurecer el cat¨¢logo de sanciones y extenderlo m¨¢s all¨¢ de los chiringuitos de turno o de mentalizar, como recomienda Fern¨¢ndez Armesto, a los emisores, sino de revisar en profundidad el propio sistema de supervisi¨®n y conectarlo m¨¢s eficazmente con los de otros agentes financieros, incluido el Banco de Espa?a. Esta revisi¨®n no deber¨ªa hacerse sin un debate p¨²blico previo y sin la participaci¨®n de todos los agentes del mercado, incluidos los peque?os inversores.
De la preservaci¨®n de esa transparencia y de que se garantice la igualdad de oportunidades de todos los agentes que invierten o ahorran depender¨¢ que esta suerte de capitalismo popular no desemboque en una gran frustraci¨®n, propia de los capitalismos de casino. Un n¨²mero creciente de espa?oles ha confiado a esos mercados una parte de sus ahorros y ser¨ªa deseable que lo siguiera haciendo sin tener que sospechar que unos pocos privilegiados disponen ilegalmente de informaci¨®n que les permite manipular las cotizaciones.
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