Dubuffet ¨ªntimo e inmediato
JOS? LUIS MERINO
El Museo de Bellas Artes de Bilbao muestra parte de la donaci¨®n que hiciera el pintor Jean Dubuffet de su propia obra en 1967 al Mus¨¦e des Arts D¨¦coratifs de Par¨ªs. Se trata de una veintena de obras fechadas de 1944 a 1950, alrededor de 26 obras firmadas en la d¨¦cada de los cincuenta y otra veintena realizadas entre 1960 y 1966.
Son obras muy personales, todas ellas trabajadas con intim¨ªsimo placer, presentadas bajo el t¨ªtulo Los Dubuffet de Dubuffet. Los espectadores tienen ante s¨ª el no menos intim¨ªsimo placer de ver la exposici¨®n de un artista proclive a la insubordinaci¨®n. Dubuffet fue quien acu?¨® el t¨¦rmino art brut. Esto es, cualquier clase de manifestaci¨®n expresiva espont¨¢nea e inmediata, exenta de intenciones culturales y superestructuras est¨¦ticas. Se daba preferencia a las formas art¨ªsticas producidas por personas psic¨®ticas, los trazos espont¨¢neos de los ni?os y de las personas sin ning¨²n tipo de aprendizaje. Contaba m¨¢s la espontaneidad sin adiestramiento que la perfecci¨®n profesional. Era hora de poner en candelero todos los valores hasta entonces menospreciados.
Dubuffet es el primer artista en poner en pr¨¢ctica lo que defiende. El arte bruto lo lleva a extremos a la hora de elaborar sus propios trabajos. Junto a sus trazos libres -brutalizados-, incluye materiales raros, como arenas, papel de peri¨®dicos, elementos vegetales, alas de mariposas y lo que se conoce por los lenguajes del hombre de la calle, los graffitis, entre otros aditamentos, tipificados como objetos encontrados (encontrismo).
La exposici¨®n es un recorrido donde Dubuffet toma el papel del psic¨®tico irredento, del ni?o sin ahondar, del hombre de cualquier calle y lugar, del indocumentado artista, el papel de uno de esos olvidados por la sociedad de la belleza. Estamos frente a un artista que asumi¨® ese rol con una pasi¨®n y fe envidiables.
Ese arte bruto que muestra Dubuffet en m¨¢s de 60 obras, a lo largo de 20 a?os, no encaja dentro de lo que la cultura tradicional define como arte o belleza art¨ªstica. Es otra clase de manifestaci¨®n creadora. Por encima de todo no busca alcanzar el sentido de la belleza. S¨®lo le interesa conseguir que sus obras puedan concebirse como algo aut¨¦ntico.
Pese a no tener el apoyo de lo que se entiende como belleza est¨¦tica, el espectador se siente atra¨ªdo por lo que tiene delante. En ninguna de estas obras encuentra cantos seductores. Todo lo contrario. De principio a fin hay todo un muestrario de rostros y cuerpos deformes; paisajes de opacas texturas que son como estratificaciones geol¨®gicas; vacas, asnos, camellos, cabras, p¨¢jaros, escorpiones y dem¨¢s bestiario trazados con sint¨¦tica impericia; retazos de gentes infantilizadamente insignificantes pululando por calles de tienduchas no menos insignificantes; rompecabezas de rayas y colores sin fundamento. Pues bien, pese a todo, las obras de Dubuffet, sin osar acercarse al l¨ªmite de los umbrales de la belleza, resultan de una autenticidad arrebatadora. Su m¨¢ximo cr¨¦dito consiste en vivir dentro de una solvente solidez. No quieren seducir a espectador alguno. Les basta con mostrarse tal cuales son.
Para que podamos entender con m¨¢s claridad aquel arte que se nos muestra, ser¨ªa provechoso conocer algunos de los argumentos que dej¨® escritos el propio Jean Dubuffet. Por ejemplo, cuando dice: "El arte aut¨¦ntico est¨¢ all¨ª donde no se le espera", o cuando descubre una sutil diferencia: "El falso arte tiene toda la pinta de ser el aut¨¦ntico, y es el aut¨¦ntico el que no lo parece". Para rematar su tesis, asegura concluyente: "S¨®lo hay arte aut¨¦ntico all¨ª donde la palabra arte no se pronuncia, no se pronuncia todav¨ªa".
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