Realismo
Las razones que llevaron al esperanzador proceso para terminar con el desacuerdo pol¨ªtico sobre la identidad de la lengua propia de los valencianos contin¨²an vigentes.Durante el largo per¨ªodo que se abre con el fracaso sobre la lista consensuada entre PP y PSOE (mediados de diciembre de 1997), que contaba con la anuencia de buena parte del mundo cultural progresista, y de entidades e instituciones con autoridad en la materia, se ha hecho lugar com¨²n entre la cr¨ªtica que procede de quienes nunca apoyaron ni la creaci¨®n de la Academia, ni el dictamen del CVC, que el PP habr¨ªa expuesto lo m¨ªnimo para deslegitimar a UV, y que nunca tuvo la intenci¨®n de llegar al destino final: la creaci¨®n de una instituci¨®n a la que encomendar la competencia pero tambi¨¦n la soluci¨®n al nuevo escollo pol¨ªtico que se ha cernido sobre el instrumento lengua durante todos estos a?os de democracia (antes, fue el r¨¦gimen; ahora, el desacuerdo de las fuerzas pol¨ªticas). No es cre¨ªble que el PP lo hiciera s¨®lo por continuar el juego de la confusi¨®n y menospreciando lo que fue su propia iniciativa, porque en ¨¦sta hab¨ªa algo de la restituci¨®n que deb¨ªa a la sociedad valenciana por haber participado en otro tiempo y activamente a echar le?a al conflicto para obtener beneficios pol¨ªticos. Y as¨ª lo reconoci¨® reiteradamente el presidente Zaplana.
Por otra parte, el PSOE, que a veces sucumbe a la cr¨ªtica f¨¢cil de quienes nunca quisieron acuerdo, acusando al PP de actuar de manera poco seria cuando no con prepotencia y oscuras intenciones, olvida escandalosamente que el acuerdo fue de dos, que entre PP y PSOE suman una abrumadora mayor¨ªa de la representaci¨®n pol¨ªtica de los valencianos, y que en el largo camino recorrido para lograr una salida positiva muchas entidades y personas ajenas al t¨¢ndem negociador, nada sospechosas de deslealtad al uso de la lengua propia, dimos apoyo activo a lo acordado y esperamos que se consume lo previsto.
Esta esperanza viene dictada, claro est¨¢, porque resulta falaz creer que con la p¨¦rdida de audiencia pol¨ªtica y electoral de UV, o la sustituci¨®n en la direcci¨®n de un peri¨®dico de quien atizaba el fuego de la discordia a prop¨®sito de la identidad de nuestra lengua, el asunto ya no necesita una soluci¨®n pactada y que con reconocer lo obvio ser¨ªa suficiente. Lamentablemente, eso no es as¨ª, porque hemos tenido mucho tiempo, demasiado tiempo para comprobar que el malentendido sobre el asunto paraliza muchas energ¨ªas sociales y culturales que, de otro modo, estar¨ªan liberadas y conseguir¨ªan su destino creativo.
Se equivocan quienes pontifican sobre la naturalidad con que nuestra lengua ha de ganar prestigio social y aumentar su uso, si se mantienen lugares en la sombra por decisi¨®n pol¨ªtica. Y ello es as¨ª porque el conflicto pol¨ªtico se mantiene en un contexto donde la lengua dominante consigue un plus a su favor: la opini¨®n generalizada de que mientras no se resuelva la cuesti¨®n no apetece meterse en conflictos, con la consiguiente ganancia gratis del castellano frente al valenciano.
Por ello es menester que PSOE y PP vuelvan sobre sus propios pasos para recobrar el compromiso y ofrecerle al pueblo valenciano la soluci¨®n que ha de permitir un verdadero plan de estabilizaci¨®n para la lengua, un punto de partida para la normalizaci¨®n efectiva de sus ¨¢mbitos de uso y prestigio. Unos nos lo deben por responsabilidad, y otros, por realismo.
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