La elegancia de vivir en Chelsea
El rival del cuadro azulgrana presume de ser el club m¨¢s selecto de Inglaterra y de tener el estadio m¨¢s caro y la afici¨®n m¨¢s ir¨®nica
El ministro David Mellor, que ocup¨® varias carteras en el Gabinete brit¨¢nico a principios de los a?os noventa, cay¨® en desgracia por culpa de su amante. "?Ah, el puritanismo ingl¨¦s!", dir¨¢ alguien. Pero no, no fue eso. El primer ministro, John Major, estaba dispuesto a mantenerle pese a sus devaneos, y el p¨²blico tampoco hubiera reclamado su cabeza por un simple asunto de faldas. Lo que ocurri¨® fue un asunto de camiseta. La amante revel¨® a la prensa que David Mellor vest¨ªa, en la culminaci¨®n de sus encuentros amorosos, la camiseta azul del Chelsea. Y eso le pareci¨® demasiado a todo el mundo. Incluso al primer ministro, tan entregado a los blues como el propio Mellor. Esas cosas las pueden hacer los b¨¢rbaros del Norte (Manchester, Liverpool o incluso Arsenal, que es del norte de Londres), pero no la parroquia del club m¨¢s chic de Gran Breta?a. Mellor fue despedido con estr¨¦pito.El Chelsea se considera a s¨ª mismo un club selecto. Representa al barrio m¨¢s caro y hermoso de Londres, ya jugaba a lo continental cuando todos los dem¨¢s manten¨ªan la vieja fe en el patad¨®n arriba y el remate de cabeza, y mantiene una especie de desd¨¦n art¨ªstico hacia el triunfo: sus resultados suelen estar por debajo de su juego.
El estadio, Stamford Bridge, es peque?o (unas 35.000 plazas) pero impresionante. Su macrotienda de productos blues es la mayor del mundo, superior incluso a la del Manchester, y cuenta con hotel, restaurante y varios bares. El precio de los abonos est¨¢ a la altura de las circunstancias: hay que hablar de 200.000 y 300.000 pesetas por temporada para aspirar a un asiento en las zonas m¨¢s modestas.
Es un club rico. Sus rivales opinan que artificial, creado y mantenido a base de grandes dosis de libra esterlina. En cierto modo, su origen se ajusta bastante a esa percepci¨®n. Naci¨® a principios de siglo porque un tipo llamado Gus Mears compr¨® un estadio dedicado al cr¨ªquet y al atletismo, con la idea de convertirlo en el primer estadio polideportivo de la isla. Para que la part¨ªcula poli tuviera sentido, hac¨ªa falta que alguien jugara al f¨²tbol en ¨¦l, y Mears propuso al equipo local, el Fulham, que lo utilizara para sus partidos. El Fulham dijo que no. Mears hizo cuentas y decidi¨® que el negocio consist¨ªa en alquilarle el estadio, como almac¨¦n, a una compa?¨ªa de ferrocarriles. Pero alguien (un tipo que hab¨ªa sido mordido por el perro de Mears) le convenci¨® de que era una l¨¢stima derribar las gradas, y al final opt¨® por crear un club de f¨²tbol desde cero. As¨ª naci¨® el Chelsea FC.
En cuanto al juego, tambi¨¦n se mantiene la tradici¨®n. Tanto en lo de rasear (ahora lo hacen m¨¢s o menos todos en el pa¨ªs, que evidentemente no incluye a Escocia) como en la devoci¨®n continental. En algunos partidos, los 11 titulares son extranjeros. Igual que el entrenador. Al elegante Gullit le sucedi¨® el no menos elegante Vialli, que sigue siendo de la plantilla y a¨²n salta al c¨¦sped alguna vez. El Chelsea juega bonito. Pero con una extraordinaria irregularidad. Hace grandes partidos y partidos abyectos, y raramente se queda en el t¨¦rmino medio. Salvando las distancias, como el Celta.
Lo que ha cambiado un poco, en los ¨²ltimos tiempos, es su relaci¨®n con el ¨¦xito. El a?o pasado gan¨® la Recopa, despu¨¦s de muchas temporadas de sequ¨ªa. Ahora cuenta con el mejor equipo desde sus gloriosos a?os sesenta, y quiz¨¢ la clave est¨¦ en un solo hombre: el medio Dennis Wise, capit¨¢n y alma de los blues. Wise distribuye el bal¨®n, hace las faltas, ordena el juego y, sobre todo, aporta el car¨¢cter que siempre le falt¨® al grupo. Por detr¨¢s hay fuerza (Dessailly, Ferrer, Deschamps); delante, el talento lo pone Zola.
Luego, el Chelsea y su gente tambi¨¦n hacen honor a su fama de diletantes. El p¨²blico blue no grita desde el fervor, sino desde la iron¨ªa. Supongamos que en Stamford Bridge el Chelsea gana por 2-0 al Bar?a. Pues bien, en ese caso se gritar¨ªa algo as¨ª como: "Can we play you every year?". O sea: "?Podemos jugar con vosotros cada a?o?". Si, por aquellas cosas de la entrop¨ªa, el resultado fuera de 3-0, se les dedicar¨ªa a los azulgrana el c¨¢ntico m¨¢s hiriente que puede entonar un blue: "Are you Tottenham in disguise?". Es decir, "?Sois el Tottenham disfrazado?". El Tottenham Hotspurs es el gran enemigo de los blues. Y se le atribuye, por supuesto, la m¨¢xima chapucer¨ªa futbol¨ªstica. Si el Bar?a escucha jocosos c¨¢nticos en los que aparezca la palabra Tottenham, algo habr¨¢ ido fatalmente mal.
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