La ciencia en Espa?a: ?lujo o necesidad?
En la primera semana de febrero recib¨ª una carta de la Direcci¨®n de Ense?anza Superior e Investigaci¨®n Cient¨ªfica en la que se comunicaba la subvenci¨®n que nuestro grupo recibir¨ªa durante los pr¨®ximos tres a?os. Nuestro proyecto fue calificado entre los mejores de su ¨¢rea; aun as¨ª sufri¨® un recorte del 40%. Experiment¨¦ una mezcla de sentimientos. Alivio, porque la subvenci¨®n concedida nos permitir¨¢ proseguir nuestras investigaciones, y frustraci¨®n, porque la cantidad asignada impedir¨¢ un desarrollo ¨®ptimo de las mismas. Recortes de este tipo no son infrecuentes en nuestro pa¨ªs. Da la impresi¨®n de que a veces nuestros gobernantes consideran la inversi¨®n en ciencia como un lujo. ?Tiene l¨®gica esta actitud? Me refiero a una l¨®gica que vaya m¨¢s all¨¢ de pensar que los cient¨ªficos espa?oles inflan de manera sistem¨¢tica sus presupuestos.Espa?a es una naci¨®n con una d¨¦bil tradici¨®n cient¨ªfica. La Contrarreforma, el abismo del siglo XIX y la guerra del 36 y sus consecuencias han limitado o impedido seg¨²n los casos el desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico en Espa?a. La ausencia de una tradici¨®n cient¨ªfica s¨®lida y establecida tiene efectos perversos en el entramado cient¨ªfico y t¨¦cnico espa?ol. Ha generado la endogamia en la contrataci¨®n del profesorado universitario y la pol¨ªtica del caf¨¦ para todos en la asignaci¨®n de los recursos acad¨¦micos y/o de investigaci¨®n. Adem¨¢s, ha impedido que abunden los ejemplos de cient¨ªficos que han realizado la transformaci¨®n de un avance cient¨ªfico en un producto de uso comercial.
Desde la instauraci¨®n de la democracia, Espa?a ha experimentado una estabilidad pol¨ªtica y prosperidad econ¨®mica sin precedentes en nuestra historia. La ciencia hecha en Espa?a ha participado de esa prosperidad y ha evolucionado a la par que el resto de la sociedad. Sin embargo, el progreso econ¨®mico y social que hemos alcanzado no son consecuencia de nuestro desarrollo cient¨ªfico y t¨¦cnico. Por ello, algunos gestores pueden considerar la inversi¨®n en ciencia como un lujo. Y si el futuro que queremos es una prolongaci¨®n de nuestro presente en el contexto de la Uni¨®n Europea, es decir, compartir posiciones en la mayor¨ªa de los indicadores con Irlanda y ligeramente por delante de Portugal y Grecia, la inversi¨®n en ciencia puede considerarse un lujo. Pero si Espa?a como Estado pretende tener una voz propia para definir las prioridades y plantear los retos del futuro, la inversi¨®n en ciencia es estrictamente necesaria.
La ciencia tiene un valor doble: por una parte, proporciona las herramientas para delimitar y resolver un problema espec¨ªfico; por otra parte, establece el contexto donde se definen los problemas que tiene sentido plantearse. O, en palabras de Heinrich Rohrer, premio Nobel de F¨ªsica, los descubrimientos del futuro no son una simple extrapolaci¨®n de nuestros conocimientos actuales. Y es precisamente en este ¨²ltimo aspecto donde los cient¨ªficos y sus pa¨ªses respectivos efect¨²an la transformaci¨®n de un avance del conocimiento en un producto de uso comercial. La inversi¨®n en ciencia en Espa?a, y me refiero a una inversi¨®n equilibrada, concedida y evaluada con criterios estrictamente competitivos, proporcionar¨¢ la generaci¨®n de investigadores y expertos, adem¨¢s del contexto adecuado para participar desde el primer momento en el desarrollo y en la soluci¨®n de los retos cient¨ªfico-tecnol¨®gicos del futuro.
Ricardo Garc¨ªa es cient¨ªfico titular del Instituto de Microelectr¨®nica de Madrid, CSIC
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