El f¨²tbol
Este lunes pasado tuvimos muchas noticias sobre la trapatiesta que se form¨® al terminar el partido entre el Sevilla y el Deportivo. Pocas decisiones pueden encender tanto los ¨¢nimos como las de los ¨¢rbitros de f¨²tbol. Y como no nos coge de sorpresa, que por eso se toman medidas de seguridad, tambi¨¦n se podr¨ªa investigar alg¨²n m¨¦todo que eliminase la posibilidad de error en el criterio del arbitraje. Si existen medios para controlar la intimidad diaria de las personas, tal como parece ser que podremos comprobar en la televisi¨®n, tambi¨¦n deber¨ªamos poder conseguir el control de las reglas de un juego tan popular y que levanta tan hondas pasiones.En la extensa gama de desencadenantes de esa agresividad de la que parece ser que andamos bien cargados, desde el hambre y la necesidad, que existen como herida y como verg¨¹enza, hasta el deporte, que tenemos, o que deber¨ªamos tener para diversi¨®n y como disciplina saludable, hay una distancia tan apreciable como entre la realidad y la ficci¨®n. No tiene sentido que el f¨²tbol, en Sevilla como en tantas otras ciudades, desate la violencia.
No me puedo explicar c¨®mo se puede llegar a poner tanto de nosotros mismos en un equipo deportivo. El hecho de que se trate de un negocio puede justificar la irritabilidad de quienes est¨¢n implicados en sus problemas econ¨®micos, pero no el que a los dem¨¢s, a algunos que s¨®lo son aficionados, o sea, por gusto y no como profesi¨®n, les afecte en su fibras m¨¢s sensibles. Y es as¨ª: no hay m¨¢s que ver la cantidad de palabras y tiempo que los medios dedican al menor detalle de ese inter¨¦s desmedido. No es cuesti¨®n de gusto ni de pasarlo bien, sino de algo mucho m¨¢s profundo, se dir¨ªa que a la misma ciudad le va en ello su dignidad y su prestigio, palabras, desde mi corto entender, muy grandes para un equipo de f¨²tbol.
Hace a?os se explicaba como una manipulaci¨®n intencionada desde las supremas instancias del poder, y ahora no se sabe de d¨®nde nos llega porque son muchos los posibles poderes manipuladores. Yo pretendo defenderme no aficion¨¢ndome, pero qui¨¦n sabe si estas palabras no son el resultado de otro manipulador. En cualquier caso no van dirigidas contra el deporte del bal¨®n sino contra la violencia que genera.
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