Sectarismo
Quienes peinamos canas en este oficio de periodistas sabemos algo y a¨²n mucho de cu¨¢n tentador es para el Gobierno, incluso los gobiernos democr¨¢ticos, acallar o reprender las voces cr¨ªticas e inc¨®modas, y no digamos ya si ¨¦stas son tenaces en su acoso. El poder, gen¨¦ricamente descrito, y el pol¨ªtico espec¨ªficamente, suele aducir que necesita y se complace con la fiscalizaci¨®n a que le someten los medios de comunicaci¨®n. Lo que no establece es hasta qu¨¦ punto est¨¢ dispuesto a transigir. Lo frecuente, y tambi¨¦n ello se comprende, es que aguante mal y en cualquier caso, el correctivo de la garrocha informativa, y m¨¢s frecuente todav¨ªa que lo repute injusto. Se trata de un viejo contencioso -el de la prensa con la pol¨ªtica y viceversa- que, por fortuna para los administrados, no tiene visos de concluir.Pero junto al salario y los abalorios del gobernante figura necesariamente esta contrapartida fastidiosa, que puede obviamente llegar a serlo con creces. Sin embargo, es en tales trances cuando se revela la autenticidad de las credenciales democr¨¢ticas y liberales de quienes son puestos en solfa. Tanto m¨¢s si junto al o los pol¨ªticos cuestionados se alinean otros medios y otras plumas m¨¢s receptivas, objetivas o complacientes, como es propio de una sociedad plural y madura en la que coexisten criterios discrepantes.
Observaciones ¨¦stas elementales y como de cat¨®n que, no obstante, son ignoradas por el n¨²cleo decisorio del Consell de la Generalitat en lo tocante a ciertos medios informativos y, concretamente, a los diarios Levante-EMV e Informaci¨®n -el semanario El Temps es otra historia no menos lamentable- convertidos en el bouc ¨¦missaire del Gobierno auton¨®mico. Con respecto a ellos priva la consigna oficiosa u oficial de negarles hasta el agua. Se les veta reiteradamente su acceso al programa prensa-escuela, lo que impide que se distribuyan en los colegios p¨²blicos, a pesar de ser los rotativos de mayor difusi¨®n en sus respectivos ¨¢mbitos. Se les priva, consiguientemente, de las correspondientes subvenciones econ¨®micas, que en cambio se otorgan con escandalosa largueza a otros rotativos con mucha menor implantaci¨®n, y alguno de ellos con muy tierno arraigo.
Y lo que es peor, en tanto que afecta al colectivo de sus lectores, se les secuestra el caudal de noticias que produce la Administraci¨®n, al que tienen un derecho inembargable y ning¨²n motivo para ser marginados. Con el agravante de que, de nuevo, se prima a otros rotativos que, posiblemente a su pesar, han de cargar con el mochuelo de aparecer como ¨®rganos obsecuentes y d¨®ciles.
De lo aqu¨ª expuesto podr¨ªa decantarse que si rompemos una lanza por los colegas represaliados es s¨®lo en virtud del esp¨ªritu corporativo, que dicho sea de paso jam¨¢s hemos practicado. M¨¢s a¨²n: ni siquiera nos anima principalmente una causa justa, aunque esta sea insoslayable. En realidad, denunciamos esta perversidad por mero instinto defensivo, en leg¨ªtima defensa, pues entendemos que si el poder pol¨ªtico se las tiene tan tiesas con unos diarios tan s¨®lidos como los citados, y con la empresa que los edita, ?de qu¨¦ no ser¨¢ capaz con un periodista modesto, inerme e independiente? Ser¨ªa bueno que todos alz¨¢semos la voz contra el sectarismo.
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