A¨²pa el Alav¨¦s
Visto lo visto, puede establecerse la siguiente secuencia: ETA s¨®lo desistir¨¢ si se lo exige, bajo amenaza de independizarse, HB; HB s¨®lo exigir¨¢ a ETA que desista si el PNV le obliga a hacerlo (bajo amenaza de abandono), y el PNV s¨®lo obligar¨¢ a HB a exigir a ETA su disoluci¨®n si comprueba que pierde poder por no hacerlo. Por tanto, lo que han hecho los electores, provocando que el PNV pierda poder -en ?lava, de momento- es lo m¨¢s eficaz que pod¨ªa hacerse para encadenar una din¨¢mica que conduzca al desistimiento de ETA.?lava. El eslab¨®n d¨¦bil de la cadena nacionalista. Ya lo fue en la Rep¨²blica. En el refer¨¦ndum sobre el Estatuto vasco, celebrado en noviembre de 1933, los votos a favor fueron en esa provincia el 46,4%, frente al casi 90% de Vizcaya y Guip¨²zcoa. Un sector de la derecha local, encabezado por el tradicionalista Jos¨¦ Luis Oriol, intent¨® sustraer a ?lava del marco estatutario argumentando que la mayor¨ªa del censo no hab¨ªa votado a favor. Se le respondi¨® desde el nacionalismo diciendo, con raz¨®n, que era ileg¨ªtimo contabilizar la abstenci¨®n -el 41%- como voto en contra. Un argumento que podr¨ªa haberse aplicado a los resultados del refer¨¦ndum constitucional de 1978.
Eslab¨®n d¨¦bil. El PP gobierna desde las locales del a?o pasado la Diputaci¨®n Foral y el Ayuntamiento de Vitoria. El 12-M la relaci¨®n de fuerzas entre nacionalistas y no nacionalistas ha sido de 3 a 7. La p¨¦rdida de Caja Vital, que concentra el 50% del ahorro y del cr¨¦dito de la provincia, deja en el aire el proyecto nacionalista de fusi¨®n de las Cajas vascas como germen de un banco p¨²blico propio, que formaba parte del pacto de Gobierno entre el PNV y EA. El acuerdo entre socialistas y populares en la provincia hace veros¨ªmil la hip¨®tesis -de momento, s¨®lo eso- de un lehendakari no nacionalista.
?se es el marco en el que se inscriben las recientes declaraciones, muy cr¨ªticas con la actual estrategia soberanista del PNV, de Emilio Guevara, ex diputado general de ?lava y ex portavoz de ese partido en el Parlamento vasco. Lo que ha dicho Guevara es que la apuesta de Lizarra ha fracasado: ETA sigue, la quiebra de la territorialidad es mayor que nunca, se ha roto el consenso en torno al Estatuto. Desde la direcci¨®n nacionalista se le ha respondido reproch¨¢ndole haber aireado sus discrepancias en lugar de canalizarlas por cauces internos. Sin embargo, Guevara ya intent¨® plantear el debate en su partido mediante una enmienda a la ponencia pol¨ªtica aprobada en la Asamblea del PNV de enero. Tal enmienda ni siquiera super¨® la primera criba, la de su agrupaci¨®n local.
No es normal que la defensa razonada de la que ha sido l¨ªnea mayoritaria del PNV entre 1917 y 1997 ni siquiera tenga ocasi¨®n de ser debatida en un congreso que se propone modificarla. La enmienda es un texto de 18 p¨¢ginas, nada agresivo pero demoledor. Considera ventajista transmitir frustraci¨®n sobre el Estatuto para proclamar a continuaci¨®n que la sociedad desea la independencia; discute el "voluntarismo" de una estrategia que prescinde de los partidos no nacionalistas, y critica el deslizamiento del discurso del PNV hacia posiciones rupturistas que coinciden con las de HB. La conclusi¨®n es que "no se puede pagar el precio de asumir un proyecto pol¨ªtico impuesto como condici¨®n previa e inexcusable para abandonar la violencia"; y que, por no haberlo entendido, el PNV ha sido incapaz de "pararle los pies a ETA" y ha dejado de ser percibido como "un factor clave en la pacificaci¨®n".
El diagn¨®stico es dif¨ªcilmente impugnable a la luz de lo que hoy se sabe sobre el significado real de la tregua, y m¨¢s de un nacionalista lamentar¨¢ no haberle hecho caso antes de cortarse la retirada. Los que le dieron a su partido la embarcada soberanista con el pretexto de la paz intentan ahora desesperadamente forzar un pronunciamientro de HB pidiendo a ETA una nueva tregua; es un movimiento alternativo al de salirse de Lizarra (que implicar¨ªa su salida de la direcci¨®n). Cuanto m¨¢s tarden en rectificar, m¨¢s dif¨ªcil les ser¨¢ hacerlo. Pero no les quedar¨¢ otro remedio si el mecanismo contra la imposici¨®n puesto en marcha por la sociedad alavesa se extiende a las otras provincias. Mediante el voto. No hay invento mejor para acabar con la violencia (y, de momento, el Alav¨¦s est¨¢ a punto de clasificarse para la Champions League).
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