Tribu CF
El f¨²tbol es, sin duda alguna, la escenificaci¨®n contempor¨¢nea de la tribu. Mientras los presidentes ofician de jefes absolutistas de la comunidad, los entrenadores emulan el papel de los sacerdotes y sustituyen las p¨®cimas por las pizarras de t¨¢cticas y los abalorios de los bailes rituales por el mando a distancia del v¨ªdeo con las jugadas m¨¢s interesantes. Entretanto, unos danzarines jugadores corretean por una verde pradera en busca de un bal¨®n redondo en un intento de alojarlo en la cueva de los enemigos. Decenas de miles de ind¨ªgenas representan a la perfecci¨®n el coro de cualquier ceremonia tribal que se precie. Gritan, blasfeman, se contorsionan, lloran, r¨ªen, sufren espasmos y siguen atentamente las evoluciones de la danza. S¨®lo un aspecto escapa a este retrato moderno de la tribu. Salvo el jefe, y no siempre, el resto de protagonistas de las fiestas de la tribu procede de otras latitudes. Pero, para bien y para mal, los efectos de la globalizaci¨®n han barrido las fronteras tambi¨¦n en el f¨²tbol. La tribu se conforma hoy con reconocer los l¨ªmites de un rect¨¢ngulo, el estadio, y con sublimar unos colores que ya funcionan como iconos.Que los clubes de f¨²tbol hayan pasado de ser agrupaciones de unos rom¨¢nticos apasionados del juego, como ocurri¨® en los or¨ªgenes del balompi¨¦, a convertirse en sociedades an¨®nimas y financieras, poco importa ya a los miembros de la tribu. Los aficionados consideran a su equipo como un espejo, una fiel representaci¨®n de virtudes y defectos del grupo -masa social se llama en la jerga deportiva-. No debe extra?ar, pues, que la gesta del Valencia CF el pasado mi¨¦rcoles al endosarle cinco goles al Lazio sea considerada una noticia de primer orden. Toda una ciudad vibra ahora con esta heroicidad y los altibajos de un equipo sensacional en la Copa de Europa, irregular en la Liga y desastroso en la Copa del Rey no son m¨¢s que reflejos de una personalidad colectiva, la valenciana, capaz de lo m¨¢s sublime y de lo m¨¢s rid¨ªculo. Celebremos lo sublime mientras dure. Para lamentar lo rid¨ªculo tenemos muchos d¨ªas por delante.
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