La at¨®mica
Nuestros padres pensaban que el cambio de clima se deb¨ªa a la bomba at¨®mica. M¨¢s adelante, los modernos materiales empleados para construir cacharros de cocina, m¨¢s f¨¢ciles de limpiar y de secar, produc¨ªan c¨¢ncer. Hace relativamente poco, los accidentes de coche ten¨ªan una alta correlaci¨®n con los fumadores. Ahora que ya no nos dejan fumar, resulta que est¨¢n provocados porque los conductores hablan por el m¨®vil. Est¨¢ claro que nuestra sociedad no se caracteriza por cultivar los misterios, sino por consumir desesperadamente explicaciones que no vienen a cuento. Y ahora le toca el turno a la superstici¨®n de la inform¨¢tica y a la magia de Internet.Con m¨¢s frecuencia de la debida, cada vez que un adolescente est¨¢ implicado en alguna tragedia de violencia desatada y sin sentido, recurrimos a las nuevas tecnolog¨ªas para tranquilizar nuestras conciencias y resolver el misterio. Culpamos de la desgracia a los juegos de rol, convenientemente asociados al videojuego y a la maldici¨®n de Internet, el t¨ªpico escenario diab¨®lico de los tiempos modernos. Pero en esta ocasi¨®n vamos demasiado lejos en nuestras justificaciones, porque precisamente los juegos de rol tienen su origen en todo lo contrario a la patolog¨ªa y a la anormalidad, aparecen como una terapia individual o de grupo, y contin¨²an siendo un instrumento eficaz para psic¨®logos y psiquiatras. En alg¨²n momento hab¨ªa que decirlo, aunque signifique nadar contracorriente.
El juego de rol es una mala traducci¨®n del role playing, que tambi¨¦n se conoce como desempe?o de rol o, quiz¨¢ el t¨¦rmino m¨¢s acertado, representaci¨®n de papeles. La t¨¦cnica est¨¢ relacionada, entre otros autores, con Jacob Levy Moreno, un psiquiatra vien¨¦s de origen rumano que, a finales de los a?os veinte, fund¨® el teatro de la improvisaci¨®n como terapia dram¨¢tica para que las personas manifiesten sus conflictos, aprendan a controlarlos y desarrollen habilidades sociales. Muchos psic¨®logos, psiquiatras y soci¨®logos emplearon t¨¦cnicas m¨¢s o menos parecidas como procedimiento terap¨¦utico o, simplemente, para mejorar la capacidad de percibir situaciones personales desde otros puntos de vista. Y ahora descubrimos, seg¨²n parece, que el juego de rol es un entretenimiento pernicioso de la juventud relacionado con los computadores y provocado por las nuevas tecnolog¨ªas. Todo se reduce a que nuestro adolescente se peina como el h¨¦roe del juego.
No conseguimos ofrecer ning¨²n tipo de grupo familiar, de cualquier tipo o variante que se prefiera, que tenga un m¨ªnimo de estabilidad para la convivencia de j¨®venes y adultos. Los sistemas educativos fracasan en todos sus niveles y contenidos, por muchos informes Bricall que intenten disimular lo inevitable. Las calles de las grandes ciudades se convierten en un mercadeo an¨®mico de fin de semana, que se prolonga a trav¨¦s de las noches, los puentes y las vacaciones. Pero cuando la mente de un adolescente se rompe de pronto en mil pedazos, buscamos la explicaci¨®n en las nuevas tecnolog¨ªas, en los juegos de rol y en la enfermedad oculta que albergaba su cerebro.
En lugar de usarlo para crear, educar y compartir, Internet se est¨¢ convirtiendo en la bomba at¨®mica de nuestros padres, que explicaba tanto un roto como un descosido. L¨¢stima.
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