Aprender la lecci¨®n.
En general, no es f¨¢cil aprender lecciones nuevas cuando ¨¦stas no entran en un espacio virgen de conocimientos, sino en un ¨¢mbito marcado por firmes convicciones que impiden crear las necesarias nuevas conexiones entre las neuronas. Pero cuando las convulsiones sociales inesperadas producen una sacudida colectiva, como ha sucedido con los resultados de las recientes elecciones, la imperiosa necesidad de comprender debe hacernos un poco m¨¢s permeables y sensibles.De ah¨ª la atenci¨®n que merecen "lecciones" como las que nos ha administrado desde su magisterio Fernando Savater en el art¨ªculo que ha publicado en EL PA?S el pasado 16 de marzo, y al que he dedicado la lectura y la reflexi¨®n que merece; lectura y reflexi¨®n que he enlazado coherentemente con la que, cinco d¨ªas m¨¢s tarde, he dedicado tambi¨¦n al art¨ªculo publicado en el mismo peri¨®dico por Jos¨¦ Ram¨®n Recalde con el t¨ªtulo ?C¨®mo se lidera el conflicto vasco?, y al que Llu¨ªs Foix nos ofrec¨ªa, el s¨¢bado 25, en La Vanguardia, sobre La convivencia hisp¨¢nica.
No deseo entrar en la consideraci¨®n de afirmaciones que hace Fernando Savater y que me parecen cuanto menos cuestionables, como es la comparaci¨®n que establece entre Espa?a y Francia sin tener en cuenta la diversidad hist¨®rica entre ambos Estados, diversidad que viene marcada fundamentalmente por el jacobinismo franc¨¦s y su din¨¢mica aniquiladora de la pluralidad de identidades culturales y ling¨¹¨ªsticas, mientras que Espa?a no sufri¨® un proceso comparable. Entrar en este debate alejar¨ªa este comentario de lo que me parece que es fundamental y que, en cierta forma, comparten los tres art¨ªculos, es decir: el papel mutuamente reactivo entre nacionalismo espa?ol y nacionalismos perif¨¦ricos y su influencia en los resultados electorales del 12 de marzo. Influencia, por otra parte, que merece ser tenida en cuenta m¨¢s all¨¢ de su reflejo electoral, tanto para no caer en el "m¨¢s Espa?a" de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar como para acabar con los tab¨²s y defender sin ambig¨¹edades una idea de Espa?a alternativa al fundamentalismo hist¨®rico de la derecha que se corresponda a "la realidad de Espa?a como naci¨®n con otras naciones inscritas" como ha se?alado Josep Ramoneda.
Fernando Savater asume, con todo merecimiento, el protagonismo del "progresista dotado de sentido com¨²n... de izquierdas, con todos los papeles antifranquistas en regla y los deberes anti-GAL aprobados con notable alto", que obviamente nada tiene que ver con el facher¨ªo, y considera que "el Estado existente ofrece refugio al ciudadano agobiado por las megafusiones globalizadoras"; es decir, reclama, desde el espacio de la izquierda progresista, el derecho a sentir la condici¨®n de espa?ol sin tener que avergonzarse ni ser burdamente asimilado a la derecha patriotera y afirma que es la actitud en este ¨¢mbito de los partidos de izquierda y en particular del PSOE la causante de un enfado que ha promovido las deserciones de una parte de su electorado.
Jos¨¦ Ram¨®n Recalde, desde una mayor proximidad a la acci¨®n pol¨ªtica y arrancando de su pregunta sobre el liderazgo en el conflicto vasco, valora, entre los factores que explican la mayor¨ªa absoluta del PP, "su pol¨ªtica de resistencia" ante el nacionalismo. Recalde s¨®lo se refiere en su art¨ªculo al nacionalismo vasco, pero, por encima de todas las diferencias (que no pueden ser minimizables, porque la brutalidad del terrorismo emponzo?a cualquier an¨¢lisis racional), tambi¨¦n podr¨ªa aplicarse al nacionalismo catal¨¢n. Un nacionalismo cuya representaci¨®n democr¨¢tica m¨¢s caracterizada detentan el PNV, en el primer caso, y CDC en el segundo, y a¨²n m¨¢s concretamente sus ep¨ªgonos Arzalluz y Pujol.
Recalde, desde una trayectoria progresista y nacional vasca m¨¢s que probada, llama la atenci¨®n sobre la disminuida autoridad del Partido Socialista y la "falta de claridad y decisi¨®n en sus alternativas". Pero mientras Savater, sin disimular su explicable enojo, termina su art¨ªculo invocando gen¨¦ricamente "un modelo de Estado constitucional tan escrupuloso en el mantenimiento de la convivencia unitaria como en el rechazo de cualquier uniformidad injusta y est¨¦ril", Recalde, desde la concreci¨®n que exige el realismo pol¨ªtico, sin olvidar la violencia y las condiciones del di¨¢logo, define las propuestas pol¨ªticas de claro contenido federalista -es decir, los objetivos que a¨²n faltan, insisto que a¨²n faltan, para eliminar toda uniformidad injusta y est¨¦ril y para asegurar "la convivencia hisp¨¢nica" que reclama Llu¨ªs Foix.
Tres consecuencias me agradar¨ªa extraer de esta reflexi¨®n. La primera es que el di¨¢logo sobre la realidad de Espa?a como Estado multinacional no s¨®lo est¨¢ enrarecido, sino mal orientado y que recuperar la v¨ªa del entendimiento requiere el mutuo reconocimiento de las dos realidades y la necesaria din¨¢mica cooperativa. En segundo lugar, que la recuperaci¨®n de la convivencia solidaria exige el protagonismo sin complejos no s¨®lo de las fuerzas pol¨ªticas de izquierda, sino de los sectores progresistas de la sociedad, arrebatando a la derecha la apropiaci¨®n indebida de los valores nacionales. Y, en tercer lugar, que la comprensi¨®n mutua como base de la convivencia es uno de los objetivos fundamentales de las fuerzas progresistas, sin la cual ser¨¢ no s¨®lo dif¨ªcil, sino imposible el triunfo electoral de la izquierda tanto en Espa?a en su conjunto como en cada una de las nacionalidades hist¨®ricas.
Antoni Guti¨¦rrez D¨ªaz es miembro de IC-V.
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