Un libro descifra las claves de la destructiva amistad entre Hemingway y Scott Fitzgerald Scott Donaldson analiza la relaci¨®n sadomasoquista que se estableci¨® entre los dos autores
d Literatura, masculinidad y alcohol. ?stos son los tres v¨¦rtices de una compleja amistad: la de Ernest Hemingway (1899-1961) y Francis Scott Fitzgerald (1896-1940). Dos gigantes de la literatura contempor¨¢nea que se conocieron en Par¨ªs (en un bar) en abril de 1925. Scott Donaldson, bi¨®grafo de ambos, acaba de publicar en EEUU Hemingway versus Fitzgerald, auge y ca¨ªda de una amistad literaria, en el que descifra las claves de esta destructiva relaci¨®n. Para Donaldson, el car¨¢cter masoquista del autor de El gran Gatsby encaj¨® como un guante con las tendencias s¨¢dicas del autor de El viejo y el mar.
"A Hemingway le gustaba tanto hacer da?o como a Scott Fitzgerald sufrir. Su amistad se basaba en una mutua necesidad de destrucci¨®n", escribe Scott Donaldson en su extenso libro Hemingway vs. Fitzgerald, the rise and fall of a literary friendship, publicado en Europa por la casa inglesa John Murray y que en Espa?a todav¨ªa no tiene editor. En la primera carta que se conserva de esta amistad, fechada en julio de 1925, Hemingway ofrece una reveladora descripci¨®n de c¨®mo ser¨ªa para ¨¦l el para¨ªso, y como ser¨ªa para su nuevo amigo. Para Fitzgerald dibuja "un hermoso vac¨ªo repleto de ricos mon¨®gamos, todos poderosos y miembros de las mejores familias, todos mat¨¢ndose a beber". Para ¨¦l se reserva dos asientos de barrera en una plaza de toros, un r¨ªo truchero y dos casas, una para su mujer y sus hijos y otra para sus amantes.
A Hemingway le gustaba exihibir su masculinidad ante su amigo, escribe Donaldson en su libro. Y a Fitzgerald le fascinaba el rol de macho de Hemingway, sus aventuras b¨¦licas (Fitzgerald se alist¨® en el Ej¨¦rcito en 1917, pero jam¨¢s fue al frente), su afici¨®n por la caza, su actitud con las mujeres.
Para el bi¨®grafo, una de las an¨¦cdotas m¨¢s famosas de la pareja, narrada por Hemingway en Par¨ªs era una fiesta, no sucedi¨® jam¨¢s. Ernest Hemingway cuenta que Fitzgerald acudi¨® a ¨¦l cuando su mujer, la problem¨¢tica Zelda Sayre, le dijo que su pene era demasiado peque?o. Hemingway (la escena transcurr¨ªa en un restaurante parisiense) acompa?¨® entonces a su amigo al servicio y all¨ª, tras comparar, le dijo que no se preocupara, que no era para tanto. Luego, los dos juntos habr¨ªan ido al Museo del Louvre, donde pasar¨ªan la tarde midiendo los tama?os del sexo de las estatuas griegas. Para Donaldson, esta historia es inventada, pero refleja muy bien la necesidad de Fitzgerald de humillarse.
Cobarde y bonito
"Mariquita", "bonito", "cobarde", "mariposo": ?stos eran algunos de los calificativos que Hemingway utilizaba despectivamente para referirse "al pobre viejo Scott".
Hemingway despreciaba la devoci¨®n de su amigo por su mujer, Zelda ("tendr¨ªa que haberse deshecho de ella hace cinco o seis a?os, cuando todav¨ªa era vendible"). Adem¨¢s, Hemingway consideraba a Fitzgerald un escritor indisciplinado, "un dorado y encantador talento desperdiciado". "A veces su estilo de escritura es demasiado impostado". Por el contrario, Fitzgerald (cuyos consejos para la redacci¨®n definitiva de Fiesta fueron, seg¨²n Donalson, decisivos) dijo al final de su vida que Hemingway era el mejor escritor de su tiempo.
El autor de Hemingway versus Fitzgerald pasa de puntillas sobre el posible fondo er¨®tico de la relaci¨®n entre los dos escritores. La sexualidad de Fitzgerald no era ambigua. El escritor se defini¨® como "mitad femenino", pero su inclinaci¨®n por las mujeres fue siempre inequ¨ªvoca. Su ¨²ltima compa?era, la periodista Sheila Graham, escribi¨® un libro sobre ¨¦l en el que dedicaba varios p¨¢rrafos a sus cualidades como amante. En torno a Hemingway -al que su madre visti¨® como ni?a durante a?os- rondaron los rumores de que tras su exaltaci¨®n de los valores masculinos se encerraba una fuerte homosexualidad reprimida. Ava Gardner incluso lo insin¨²a delicadamente en sus memorias.
Pero para Scott Donaldson, por encima de cualquier elemento sexual, en la relaci¨®n Hemingway-Fitzgerald pesaron los litros de alcohol que consumieron.
Seg¨²n el bi¨®grafo, las dos estrellas de la llamada generaci¨®n perdida utilizaban el alcohol para espantar sus depresiones y angustias. Los dos beb¨ªan de diferente manera, pero continuamente. "Un hombre no existe hasta que no est¨¢ borracho", afirmaba un fanfarr¨®n Ernest, para quien la forma de beber de Scott -que se cay¨® ebrio al suelo la primera noche que se conocieron- era la de un d¨¦bil. Hemingway se burlaba en p¨²blico de lo mal que soportaba el alcohol su amigo. Fitzgerald, por su parte, escribi¨® en su cuaderno de notas: "Hay un complejo de inferioridad que surge cuando uno siente que no lo hace todo lo bien que podr¨ªa. Ernest bebe precisamente por esto".
Fitzgerald y Hemingway se conocieron cuando el autor de El gran Gatsby era ya un escritor c¨¦lebre. Hab¨ªa publicado con enorme ¨¦xito A este lado del para¨ªso y Hermosos y malditos y cobraba por cada uno de sus cuentos tres veces m¨¢s de lo que le pagaban al por entonces escasamente conocido Ernest Hemingway.
Fitzgerald, que morir¨ªa en Hollywood a los 44 a?os, 20 a?os antes de que su amigo se pegara un tiro con su rifle, escribi¨® para su epitafio: "Estuve borracho durante muchos a?os, despu¨¦s me mor¨ª".
Babelia
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