Condenado el crimin¨®logo del 'caso Alc¨¤sser' por injuriar al fiscal Beltr¨¢n
El titular del Juzgado de lo Penal n¨²mero 11 de Valencia ha condenado a Juan Ignacio Blanco, el crimin¨®logo que salt¨® a la fama por sus controvertidas opiniones sobre la investigaci¨®n del caso Alc¨¤sser, al pago de una multa de 945.000 pesetas como responsable de un delito de injurias graves hechas con publicidad.El magistrado, Juan Antonio Torrecilla, tambi¨¦n obliga a Blanco a indemnizar con un mill¨®n de pesetas al fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Enrique Beltr¨¢n, que denunci¨® al crimin¨®logo por las manifestaciones que ¨¦ste efectu¨® en Revista de Gandia, una publicaci¨®n editada en la capital de La Safor.
Beltr¨¢n llev¨® al juzgado una entrevista en la que Blanco defend¨ªa la existencia de una reuni¨®n de la que habr¨ªan salido instrucciones respecto a las autopsias de las ni?as de Alc¨¤sser, las tres adolescentes secuestradas, torturadas y asesinadas en diciembre de 1992. Concretamente, Blanco acus¨® a Beltr¨¢n y al entonces ministro del Interior, Jos¨¦ Luis Corcuera, de acordar la realizacion de unas "autopsias de av¨ªo". Es decir, de intentar que los m¨¦dicos no reflejaran los detalles m¨¢s escabrosos del crimen.
Blanco a?ad¨ªa en la entrevista, que el periodista transcribi¨® fielmente, "que estas instrucciones fueron las que facilitaron a los verdaderos asesinos" su huida, tal como sucedi¨® en el caso de Antonio Angl¨¦s, supuesto coautor del triple crimen. El juez entiende que el crimin¨®logo hizo alusi¨®n al encuentro "a pesar de ser conocedor de la falsedad de la pretendida reuni¨®n y su contenido".
Es m¨¢s, seg¨²n el magistrado, esas manifestaciones se hicieron "atentando gravemente contra el honor de todas las personas que cita" y sin el amparo del derecho a la libertad de informaci¨®n, que no cabe cuando esas declaraciones fueron realizadas sin que mediaran "las oportunas averiguaciones" o la "diligencia exigible" a un profesional.
El juez, que absuelve a Blanco de un delito de calumnias, desvincula de cualquier irregularidad a Alfredo Mart¨ªnez, entonces editor de la revista, recogiendo todos los argumentos de su abogado, Miguel Armengot.
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