Arzalluz y la prensa
A ra¨ªz del intento de asesinato de Carlos Herrera, varios medios de comunicaci¨®n reprocharon a Arzalluz y a otros dirigentes del PNV su irresponsabilidad por haber puesto en el disparadero a ¨¦se y a otros periodistas en las semanas anteriores al atentado. El pasado domingo, Arzalluz, tratando de defenderse de tales acusaciones, las confirmaba marcando nuevamente a varios periodistas. Con la diferencia de que ahora, tras el atentado contra Herrera, nadie puede alegar ignorancia sobre las intenciones de ETA.La idea seg¨²n la cual habr¨ªa que actuar como si ETA no existiera es absurda: ninguna persona responsable puede ignorar que existe y que manifiesta su existencia quit¨¢ndosela a los dem¨¢s. El efecto intimidatorio de las descalificaciones deslizadas por algunos dirigentes nacionalistas contra los periodistas cr¨ªticos no depende de que las palabras sean m¨¢s o menos desmelenadas -Brunete medi¨¢tica, mercenarios, 18 de julio sin ca?ones-, sino de c¨®mo suele interpretar ETA tales descalificaciones. Quienes las utilizan lo conocen, y saben que los periodistas a quienes quisieran silenciar tambi¨¦n lo saben: por eso recurren a ellas.
Sin embargo, Arzalluz retuerce la evidencia y se coloca en el papel de v¨ªctima. Es ¨¦l quien est¨¢ indefenso y es a ¨¦l a quien se quiere amordazar. Lo cual parece un sarcasmo a la vista de la utilizaci¨®n que hace el nacionalismo de los medios p¨²blicos vascos, adem¨¢s de los privados que controla. Y lo dice en el mismo art¨ªculo en el que argumenta que para decidir "a qui¨¦n atacar, asesinar o secuestrar", ETA no necesita "enterarse por nosotros" de los "v¨®mitos" y "barbaridades" de los periodistas a los que se?ala.
Uno de los efectos m¨¢s terribles de la violencia es esa destrucci¨®n de la conciencia moral que afecta a la sociedad vasca. Hay personas que nunca se consideran responsables de nada, que se desvinculan ol¨ªmpicamente, sin sombra de mala conciencia, de los efectos de sus acciones. Los culpables siempre ser¨¢n los otros, y ellos, las v¨ªctimas (de una conspiraci¨®n universal).
Pero esta nueva salida de Arzalluz, tras varias semanas de silencio, no s¨®lo busca la intimidaci¨®n; tambi¨¦n persigue el efecto de desviar -contra el enemigo exterior- los movimientos de sectores nacionalistas que han comenzado a pedir cuentas a quienes han llevado al PNV al actual callej¨®n sin salida.
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