Recuerdos tormentosos
JOSU BILBAO FULLAONDO
Cada d¨ªa son m¨¢s numerosas las exhibiciones de artes pl¨¢sticas que se llevan a cabo en Vitoria. Es un motor cultural que mantiene viva una din¨¢mica que sin duda culminar¨¢ en el futuro museo de Arte Contempor¨¢neo. As¨ª lo deja patente la relevante exposici¨®n antol¨®gica sobre Pintura de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jordi , reci¨¦n inaugurada en la fundaci¨®n Caja Vital, o la permanente actividad fotogr¨¢fica que se desarrolla con gran acierto desde el Archivo del Territorio Hist¨®rico de ?lava. Dependiente de la Diputaci¨®n Foral, esta instituci¨®n presenta estos d¨ªas un trabajo de Rafa Mart¨ªn (Legan¨¦s, 1951) con el t¨ªtulo Los rastros de la memoria. Con este encabezamiento, y a base de composiciones con naturalezas muertas, nos descubre intencionadamente rasgos importantes de su propia biograf¨ªa. Registros de su memoria transformados en imagen, donde hay mucho de b¨²squeda y algo de encuentro.
Las fotograf¨ªas de Rafa Mart¨ªn hablan de su origen y profundizan en emociones profundas. Hijo de Antonio, un republicano que despu¨¦s de la guerra civil fue condenado a muerte y conmutada esta pena por treinta a?os de c¨¢rcel, empez¨® a trabajar en una panader¨ªa con 12 a?os. Luego lo hizo de tornero, despu¨¦s como dependiente en un comercio familiar. Llegada la transici¨®n, su esp¨ªritu de militante obrero, le llev¨® a una gran empresa. En los c¨ªrculos sindicales conoci¨® a la cantautora Elisa Serna y a otros intelectuales comprometidos. Bajo esta influencia, en 1979 se interesa por la fotograf¨ªa. Realiza un curso de dos a?os y asiste a seminarios de especializaci¨®n con algunos fot¨®grafos conocidos. Contratado en el Area Art¨ªstica del ayuntamiento de su pueblo natal, durante 11 a?os ense?o fotograf¨ªa y hoy, como difusor cultural, se dedica al montaje de exposiciones o actividades similares del ¨¢rea.
Su inquietud por crecer en la cultura y el arte le ha llevado a desarrollar distintos trabajos creativos. Determinado por su pasado y por la forma de vida en una ciudad perif¨¦rica, donde son muchas las carencias, emprende un camino de expresi¨®n personal con mucha t¨¦cnica y buen tino. En su serie Paisajes Humanos muestra lo feo, descubre las deficiencias para saber como mejorarlas. Los Pl¨¢sticos en tanto que elemento de utilizaci¨®n masiva en toda suerte de ingenios, con un marcado aire kitsch u hortera, dieron pie a una reflexi¨®n sobre la suciedad que genera algo tan complejo de reciclar y el consiguiente deterioro ambiental. Las Plantas urbanas le sirvieron para evidenciar la necesidad de la poblaci¨®n de acercarse a la naturaleza aunque solo sea desde una maceta. H¨¢bitat contrasta distintas formas de alojamiento (arquitectura popular), recintos habitados por gentes sencillas de una u otra zona geogr¨¢fica. En Retratos recoje un abanico de personajes que han influido en su persona. El carbonero, el pol¨ªtico antes obrero, el marginado o el alcalde. Un conglomerado donde se contrastan chocantes paisajes humanos.
Ahora con Los Rastros de la memoria, Natura muerta lleva a cabo una introspecci¨®n hacia la m¨¢s profundo de sus sentimientos. Una catarsis personal que le ha ofrecido respuesta a muchos de sus interrogantes. En algunas de las fotograf¨ªas, el simbolismo de los objetos es m¨¢s que evidente. As¨ª ocurre en la que aparece la figura del Sagrado Coraz¨®n difuminado, envuelto en un marco ovalado, sobre el que se superponen un sello de correos con la cara de Francisco Franco, una rosa seca y un mu?eco con los ojos vendados. Es el recuerdo del ni?o que todav¨ªa no puede comprender un entorno de imposici¨®n pol¨ªtica con trasfondo religioso, capaz de marchitar a la flor de la vida. En otra, el caballito de juguete, entrelazado con un personaje que el autor no conoce, quiz¨¢s un familiar, busca en los misterios de la infancia que no encuentran respuesta evidente. En su conjunto, esta colecci¨®n hace generosos gui?os al renacimiento y al clasicismo. Se impregna de un tono excesivamente dram¨¢tico espejo de un pasado tormentoso.
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