Elecciones sospechosas
Todos los datos que arrojan las elecciones peruanas, incluyendo el retraso en el recuento oficial, apuntan a que el presidente Alberto Fujimori ha sucumbido a la tentaci¨®n que la mayor¨ªa de sus conciudadanos tem¨ªan antes de los comicios: la de asegurarse la victoria por m¨¦todos fraudulentos. Anoche, dos d¨ªas despu¨¦s de la votaci¨®n, y con el 87% de las papeletas contadas, la comisi¨®n electoral le otorgaba el 49,96%, contra un 40% para su rival, Alejandro Toledo. Un suspiro separa al presidente del triunfo en la primera vuelta.De Lima llegan amontonadas las denuncias de manipulaci¨®n. La suma de irregularidades carece de precedentes incluso en el pa¨ªs andino. A las reflejadas antes de los comicios por una misi¨®n estadounidense, incluido el veto televisivo al aspirante opositor hasta una semana antes de la votaci¨®n, se han sumado desde el domingo las enumeradas por la OEA -poco sospechosa de tentaciones desestabilizadoras-, por parlamentarios europeos destacados como observadores y las de la respetada organizaci¨®n Transparencia, que hizo su propio muestreo tras la votaci¨®n. Unos y otros concluyen que Fujimori no puede lograr el 50% de los votos sin un fraude orquestado. Algunos de los m¨¦todos citados van desde las papeletas manipuladas hasta la intimidaci¨®n castrense.
Armado con esta bater¨ªa de descalificaciones, Toledo anunci¨® anoche que no reconocer¨¢ los resultados oficiales si ¨¦stos no implican la celebraci¨®n de una segunda vuelta en junio. Lo mismo proclama EE UU. A la turbiedad del proceso electoral se a?ade ahora la seria posibilidad de des¨®rdenes civiles en un pa¨ªs de proverbial volatilidad pol¨ªtica.
Fujimori, que ha forzado extraconstitucionalmente su presentaci¨®n a un tercer mandato, pudo retirarse con cierta prestancia hace algunos meses, tras diez a?os de poder. Pod¨ªa exhibir ante los peruanos y el mundo su capacidad para poner orden en una econom¨ªa que recibi¨® en estado ag¨®nico de manos de Alan Garc¨ªa y su victoria sobre el movimiento guerrillero Sendero Luminoso. En su lugar ha elegido, apoy¨¢ndose en el Ej¨¦rcito y los servicios secretos, apurar el poder personal hasta la hez y convertir Per¨² en un Estado parapoliciaco. Incluso Washington, que durante a?os ha sostenido su modelo de populismo autoritario, ha avisado de que unas elecciones sin transparencia comprometen medularmente sus relaciones con Lima.
Al margen del desenlace de los comicios -con o sin segunda vuelta-, el presidente peruano debe conocer inequ¨ªvocamente por la comunidad internacional que no se falsea de manera tan burda un proceso electoral sin pagar por ello un alto precio.
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