El valor de la cima
ENVIADO ESPECIALI?aki Ochoa de Olza, l¨ªder de la expedici¨®n navarra Retena Odisea, pod¨ªa haberse convertido ya en el cl¨¢sico alpinista taciturno, un ser sombr¨ªo concentrado en paredes imposibles de hielo y roca. Pero despu¨¦s de conocer a Peter Habeler, el austriaco que acompa?¨® a Messner en la conquista del Everest sin ox¨ªgeno, Ochoa de Olza cambia euforia por sencillez. Un rasgo inopinado para alguien que parece no inmutarse ya ante la grandiosidad del paisaje del Himalaya. Ocurri¨® en las proximidades del campo base sur de la monta?a m¨¢s alta del planeta, en una rid¨ªcula aldea, durante cinco horas de conversaci¨®n apasionada. "He tenido una conversaci¨®n largu¨ªsima con Habeler", adelant¨® I?aki, demasiado excitado para a?adir mucho m¨¢s.
Ochoa de Olza camina por rutas ya pisadas, formas de entender una vida nada sencilla, y menos ahora que el Himalaya ha perdido su condici¨®n de jard¨ªn de ed¨¦n del alpinista. Habeler ha sido y es una referencia, una leyenda, quiz¨¢ la raz¨®n que empuj¨® a Ochoa de Olza a mirarse al espejo y decidirse a pilotar su vida. "El problema de muchos j¨®venes es que llegados a los 25 a?os olvidan preguntarse qu¨¦ quieren hacer con su existencia", sentencia Ochoa de Olza.
La conversaci¨®n con Habeler ha resultado un acto de reafirmaci¨®n, una alegr¨ªa dif¨ªcil de calibrar y de explicar. La sensaci¨®n tiene mucho que ver con el hecho de no sentirse solo, con la necesidad humana de pertenencia a un grupo, por exclusivo que ¨¦ste sea. Por saber que uno lleva la raz¨®n aunque gire en el sentido contrario a las agujas del reloj. Para Ochoa de Olza no existe el futuro, el a?o que viene. De momento, existe el verano ("ya apa?ado gracias a un trabajo que me permitir¨¢ guiar clientes en el Pirineo") y la esperanza de "ir tirando". "Me plante¨¦ hace mucho que quer¨ªa dedicar 100 o 150 d¨ªas al a?o a hacer lo que yo realmente quisiera hacer, y trato de cumplirlo", explica.
"Siempre he mantenido que parte de la ropa que se usaba en los setenta era mejor que la que ahora se comercializa, y Habeler corrobor¨® mi opini¨®n".
En cambio, el austr¨ªaco admiti¨® su profundo desconocimiento sobre el uso de f¨¢rmacos en altura: "Antes -comenta I?aki- se tomaban valium y dos tonopanes para dormir y empezaban a andar hacia la cima totalmente groguis. Habeler se r¨ªe ahora y reconoce su error, pero dice que por aquella ¨¦poca eso era com¨²n". No cambia el valor de la cima, ni para el casi sexagenario Habeler ni para Ochoa de Olza, que hace un a?o se retir¨® a 200 metros de la cima con los pies tiesos como barras de acero.
El austriaco, mucho tiempo retirado de la actualidad tras su ruptura con Messner (despu¨¦s de romper juntos todos los tab¨²s del mundo de la escalada y de inventar el alpinismo moderno, perdieron la amistad), confiesa sentir la misma ilusi¨®n que hace un par de d¨¦cadas por vencer al Everest. Habeler habla con mucho respeto sobre su ex compa?ero, sobre todo cuando explica el proyecto m¨¢s acuciante del surtirol¨¦s: rescatar el cuerpo congelado de Gunther, su hermano desaparecido a mediados de los setenta despu¨¦s de coronar en su compa?¨ªa el Nanga Parbat.
Siempre hay algo que encontrar en el Himalaya.
?Gu¨ªa en el Everest?
En 1996, ocho escaladores, entre gu¨ªas de alta monta?a y clientes de las dos empresas norteamericanas m¨¢s importantes del gremio, fallecieron en pocas horas en la cara sur del Everest, la m¨¢s accesible. Entre ellos se encontraba el gu¨ªa y due?o de la agencia Mountain Madness, Scott Fischer. Su desaparici¨®n coloc¨® a la empresa en una dif¨ªcil postura hasta que se hizo con las riendas una escaladora estadounidense de prestigio, Christine Boskoff.El periodista de Seattlle Jon Krakauer se convirti¨® en un escritor de culto entre los monta?eros al publicar el sobrecogedor Mal de altura, una obra que abarrota todav¨ªa los estantes de las librer¨ªas de Katmand¨². Mountain Madness sigue conduciendo a clientes a lo m¨¢s alto del planeta, tambi¨¦n esta primavera.Boskoff sigui¨® atenta la conversaci¨®n que mantuvieron I?aki Ochoa de Olza y Peter Habeler y confi¨® al primero sus deseos de contar con sus servicios de cara a la pr¨®xima campa?a. Es decir, el equivalente a un fichaje de un poderoso club en terminos futbol¨ªsticos.Ochoa de Olza podr¨ªa convertirse en el primer gu¨ªa espa?ol que trabaja para la poderosa agencia, aunque entrar¨ªa a formar parte del engranaje de una pr¨¢ctica muy criticada por los puristas: ?es l¨ªcito que asciendan a la cumbre m¨¢s alta del planeta alpinistas sin pedigr¨ª? "Se han hecho verdaderas burradas, como guiar a gente que ni siquiera se hab¨ªa atado unos crampones en su vida. Si me contratran, me negar¨¦ a hacer mi trabajo con personas sin experiencia a 7.000 metros como m¨ªnimo. Nos la jugamos todos", dice Ochoa de Olza.El proyecto ilusiona al navarro y le asegurar¨ªa, al margen de los cuantiosos emolumentos, una enorme proyecci¨®n, es decir la posibilidad de seguir realizando ejercicios de equilibrio entre su presupuesto y su dedicaci¨®n. Pero antes prevalece la ¨¦tica.
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