"?rdenes de arriba"
S¨®lo Kafka lo hubiese hecho mejor. La odisea de los tres sindicalistas espa?oles retenidos durante 25 horas en el aeropuerto de Belgrado concluy¨® como hab¨ªa empezado, sin ninguna explicaci¨®n. Las autoridades yugoslavas les negaron la entrada al pa¨ªs despu¨¦s de que la Embajada serbia en Madrid les hubiese concedido un visado de cinco d¨ªas para asistir al congreso del sindicato metal¨²rgico independiente Nezavisnost."Hemos sido secuestrados por el r¨¦gimen de Milosevic". Esas fueron las palabras del secretario general de la Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT) de Catalu?a, Diego Rej¨®n, a su llegada a Barcelona. No fueron los ¨²nicos, pues adem¨¢s de a la expedici¨®n espa?ola, se neg¨® la entrada al pa¨ªs a seis periodistas: cuatro japoneses, un canadiense y un alem¨¢n. La v¨ªspera se hab¨ªa rechazado al enviado de EL PA?S, Jos¨¦ Comas. La causa, nunca esgrimida por las autoridades aduaneras serbias, fue seg¨²n Rej¨®n la multitudinaria manifestaci¨®n celebrada el viernes en Belgrado para protestar contra el r¨¦gimen del presidente de la Confederaci¨®n yugoslava, Slobodan Milosevic. Nezavisnost era una de las entidades convocantes de la manifestaci¨®n.
Diego Rej¨®n, Roser Pineda -ambos de la CGT- y Alfons Bech -de Comisiones Obreras- llegaron al aeropuerto balc¨¢nico en un vuelo procedente de Z¨²rich a las 14.30 del jueves. Una vez en el control de visados, un polic¨ªa retuvo sus billetes y pasaportes y les condujo a un reservado. De all¨ª, sin mediar explicaci¨®n, los trasladaron a la zona de tr¨¢nsitos hasta que a las seis de la tarde un empleado del aeropuerto les dijo que tendri¨¢n que quedarse all¨ª y que pod¨ªan usar el bar.
Fue entre las ocho y las nueve de la noche cuando por primera vez pudieron hablar con el exterior y ponerse en contacto con el embajador espa?ol en Belgrado, Joaqu¨ªn P¨¦rez G¨®mez, quien inici¨® las gestiones para desbloquear la situaci¨®n.
Los empleados del aeropuerto miraban "con complicidad" a los sindicalistas espa?oles, y al preguntar ¨¦stos por qu¨¦ se ve¨ªan sometidos a una situaci¨®n tan absurda respond¨ªan: "Son ¨®rdenes de arriba, no podemos hablar".
Como Joseph K., el personaje kafkiano de El proceso, los tres sindicalistas pasaron la noche retenidos sin conocer las razones de su condena.
Por la ma?ana recibieron la visita del segundo de la Embajada espa?ola en Belgrado, Pedro Jim¨¦nez. Como en la novela, el final no fue feliz: las autoridades yugoslavas los embarcaron a las tres de la tarde del viernes, en un vuelo v¨ªa Z¨²rich, con destino a Barcelona. Pese al contratiempo, tanto Rej¨®n como sus compa?eros, Roser Pineda y Alfons Bech, se mostraron satisfechos por la resonancia internacional del incidente.
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