La tercera v¨ªa
Advertencia: este art¨ªculo no trata de Tony Blair ni de las mutaciones de la socialdemocracia ni de los tornasolados del centrismo; no, este art¨ªculo va de otra cosa, aunque relacionada, sin duda, con la anterior. Este art¨ªculo se origina ante la evidencia de que algo se est¨¢ moviendo y de que la Comunidad Valenciana podr¨ªa quedar irreparablemente al margen. O no, lo que supondr¨ªa un cambio hist¨®rico decisivo para sus aspiraciones.El Senado, tal y como lo configura la Constituci¨®n de 1978, ha sido una C¨¢mara poco operativa. Condenado a rubricar las decisiones del Ejecutivo tiene, en teor¨ªa, la posibilidad de revocarlas. En la pr¨¢ctica, tan apenas lo ha hecho, pues, como consecuencia de los porcentajes derivados de nuestra ley electoral, lo normal es que el partido en el Gobierno disponga de una mayor¨ªa m¨¢s c¨®moda en el Senado que en el propio Congreso, de forma que toda ley que rebasa el primer filtro parlamentario suele pasar sin mayores tropiezos el segundo (con la Ley de Extranjer¨ªa como excepci¨®n que confirma la regla).
Ahora, soplan nuevos vientos desde el Palacio de la Plaza de la Marina Espa?ola. Parece que los partidos pol¨ªticos empiezan a comprender que el marco auton¨®mico aprobado plebiscitariamente en nuestra Carta Magna se ha quedado estrecho. La articulaci¨®n mutua de las distintas comunidades tiene goteras y est¨¢ en el ¨¢nimo de muchos el resta?arlas antes de que una v¨ªa de agua haga zozobrar el buque entero. No me interesa comentar aqu¨ª las propuestas formuladas, las cuales van desde leves retoques a la interpretaci¨®n de algunos art¨ªculos de la Constituci¨®n hasta una verdadera reforma de la misma en sentido m¨¢s o menos federal.
Lo que me preocupa -y me consta que a muchos pol¨ªticos valencianos de todas las tendencias tambi¨¦n- es c¨®mo vamos a quedar nosotros. Triste sino el de la Comunidad Valenciana. Acabamos de leer en la prensa la noticia de la compra de cuarenta y cuatro aviones por la compa?¨ªa Air Nostrum, la cual se convierte as¨ª en la segunda empresa europea de aviaci¨®n regional. Pero, ?d¨®nde dice usted que tiene su sede, en Valencia, en una autonom¨ªa de segunda? Y es que en ¨¦ste, como en tantos otros casos, no existe proporci¨®n entre la pujanza econ¨®mica y social de la Comunidad Valenciana y su relevancia pol¨ªtica. M¨¢s a¨²n: Air Nostrum se fund¨® para suplir las escandalosas carencias de los transportes p¨²blicos en aquellos a?os en los que la tercera regi¨®n espa?ola por sus ¨ªndices de actividad empresarial vio como el AVE se iba a otros sitios y las empresas subvencionadas tambi¨¦n; fue por entonces cuando alguien tuvo la idea de hacer de la necesidad virtud y crear una compa?¨ªa a¨¦rea de funcionamiento impecable y trato exquisito; luego Iberia se la trag¨®, con lo que la exquisitez del trato sigue vigente, pero el funcionamiento se ha vista abocado al caos tradicional de la empresa madre.
Esta posici¨®n de primera l¨ªnea no es s¨®lo econ¨®mica. En realidad, el perfil cultural de Espa?a debe mucho a la Comunidad Valenciana: sin embargo, fuera de cuatro t¨®picos, el imaginario colectivo que proyectan los medios se nutre b¨¢sicamente de las regiones meridionales y de la meseta central. Total -deben decirse-, para lo que se les reconoce a los valencianos, ni siquiera merece la pena aprobar los estatutos de su universidad cinco veces centenaria.
No obstante, ser¨ªa un error plantear aqu¨ª y ahora un memorial de agravios. En el fondo lo que sucede es que los valencianos no tenemos -a¨²n- la suficiente confianza en nosotros mismos como para asegurarnos un papel hist¨®rico definido e inequ¨ªvoco. Hay una visi¨®n madrile?a del mundo, la cual tiene bastantes inconvenientes y alguna ventaja, aunque sea la que hasta el momento se ha impuesto. Hay algunas visiones perif¨¦ricas, m¨¢s o menos nacionalistas, que han sido sistem¨¢ticamente ignoradas y que, tal vez por ello, han acabado por conformarse con arrancar concesiones econ¨®micas para su propio territorio en vez de defender su idea de la convivencia peninsular.
?Y la Comunidad Valenciana? Tan perif¨¦rica en lo geogr¨¢fico que un poco m¨¢s y nos caemos al mar, por nuestro conformismo pol¨ªtico tradicional parecemos, en cambio, un pueblo vagamente mesetario. Es nuestro drama hist¨®rico, una carencia que los dirigentes modernos no parecen haber sabido (o querido) aliviar. Se me dir¨¢ que el pueblo ha preferido siempre la equidistancia y que eso es lo que reflejan sistem¨¢ticamente los resultados electorales desde hace un cuarto de siglo. De acuerdo. Pero estar en medio no significa ser ni carn ni peix. La equidistancia puede racionalizarse. M¨¢s a¨²n: debe convertirse en una propuesta pol¨ªtica generadora de impulsos sociales y econ¨®micos. La marcha de la Historia la trazan los pueblos que en un momento dado saben lo que quieren. En esta legislatura es vital que el pueblo valenciano lo sepa y que sus electos obren en consecuencia. Ha llegado la hora de abrir un debate p¨²blico sobre la tercera v¨ªa, la v¨ªa valenciana a la articulaci¨®n peninsular.
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