Quijote
Dudo de que don Quijote fuera una buena persona: quer¨ªa tener raz¨®n frente a todo el mundo y adem¨¢s nunca pagaba la consumici¨®n en los mesones. Se podr¨¢ creer que su figura encarna esa parte noble que cualquier mortal, aun el m¨¢s descastado, lleva dentro, pero en el fondo era un maleducado que trataba con desprecio a su escudero. Alonso Quijano hoy en un restaurante ser¨ªa uno de esos que le grita al camarero porque el filete est¨¢ poco hecho y arma por esa nimiedad un altercado universal con la lanza incluida. A buen seguro que en su momento se hubiera hecho falangista, nazi, revolucionario sovi¨¦tico o fascista con tal de cambiar la coraza por un uniforme. Tienen mucho peligro los que proclaman la verdad desde lo alto de un caballo. Lo m¨¢s odioso de este personaje no es su orgullo sino su vanidad. Si hubiera sido escritor no habr¨ªa cesado de dar lanzadas en el aire hasta ser el primero en la lista de los m¨¢s vendidos. Si hubiera sido jefe de negociado se habr¨ªa enfrentado a cualquier villano diciendo: usted no sabe con quien est¨¢ hablando, y nadie hallar¨ªa la forma de calmarlo hasta no reconocer su grandeza y pasar por tonto como hac¨ªa Sancho Panza con tal de no o¨ªrle. Confundir la locura con el alto esp¨ªritu es una estupidez y m¨¢s si se intenta combatir la injusticia s¨®lo como un alarde de la propia nobleza. El ideal en esta vida es Sancho Panza sin estar gordo. Si uno lograra imaginar a este personaje adusto y con el vientre liso descubrir¨ªa bajo su jub¨®n al propio Cervantes herido de melancol¨ªa. Don Quijote es un puro flato que bascula entre el idealismo y la mala leche, entre las princesas inasequibles y el onanismo; en cambio Sancho est¨¢ lleno de sabidur¨ªa adquirida en las ventas donde este usuario del pollino al menos ten¨ªa la decencia de pagar el porr¨®n de vino y la pensi¨®n de cebada. El 23 de abril es el d¨ªa de Cervantes, no de Don Quijote. La historia de Espa?a, la conquista de Am¨¦rica y las letras castellanas habr¨ªan sido mucho mejores si el ejemplo hubiera sido un Sancho Panza lleno de iron¨ªa, pragmatismo y apego a los placeres, y no ese lun¨¢tico anclado en otra ¨¦poca. Cuando uno repara en esa raci¨®n de locura que todo el mundo lleva dentro, pronto se descubre que ese quijotismo se identifica muchas veces con el ego insaciable. Por el contrario qu¨¦ gran tipo ser¨ªa hoy Sancho Panza si adem¨¢s de las virtudes que lo adornan fuera flaco, midiera 1?85 y jugara al baloncesto.
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