Un nuevo desembarco
En las dos primeras semanas de abril, unos trescientos inmigrantes ilegales han logrado llegar a Canarias en pateras, provenientes de la costa africana. Se desconoce cu¨¢ntos habr¨¢n perdido la vida en intentos similares. El desembarco del s¨¢bado de 106 africanos puede repetirse e incluso cobrar mayores dimensiones. Al menos dos mujeres -una de ellas una nigeriana embarazada- fallecieron ahogadas en el intento. Se ha puesto as¨ª tr¨¢gicamente de relieve la creciente llegada de inmigrantes ilegales embarazadas (protegidas, como debe ser, por la legislaci¨®n espa?ola por razones humanitarias) por la perspectiva de que, si aguantan un a?o tras el parto, su hijo ser¨¢ espa?ol y podr¨¢ quedarse. Sin duda ha corrido la voz sobre esta circunstancia legal, difundida ante todo por las mafias que controlan esta inmigraci¨®n ilegal desde ?frica.Conviene recordar que no es ¨²nicamente el porvenir del Magreb lo que nos concierne directamente, sino que es el conjunto del continente lo que debe suscitar la responsabilidad de la Uni¨®n Europea, y por supuesto la de Espa?a. O los europeos nos tomamos en serio el futuro de ?frica y exportamos nuestra riqueza a ese continente, o nos veremos obligados a importar su miseria en forma de desesperaci¨®n y de conflictos. Los inmigrantes que se lanzan con medios precarios a una aventura sin rumbo ni destino seguro huyen de un presente sin esperanza, hasta entregar todos sus magros ahorros a las redes mafiosas, 70.000 pesetas seg¨²n confesiones de uno de los sin papeles detenidos, probablemente sin saber que al final ser¨¢n repatriados en caso de sobrevivir a su aventura.
Es pura ilusi¨®n pensar que esta inmigraci¨®n en pateras se va a detener simplemente con medidas policiales, o endureciendo una Ley de Extranjer¨ªa razonable. Cuanto mejor se vigila un paso -el cierre de Ceuta y Melilla y un mayor control del Estrecho sirven de ejemplo-, los flujos se desplazan hacia otros destinos como Canarias, aunque la traves¨ªa sea a¨²n m¨¢s dura y peligrosa. En estos momentos, 35.000 subsaharianos, seg¨²n la Cruz Roja, tienen la vista puesta en Canarias. El control de estos flujos humanos, por el bien de los propios inmigrantes, requiere la colaboraci¨®n de todos los pa¨ªses: de los de inmigraci¨®n y de los de emigraci¨®n o plataforma de paso hacia Europa. Y en primer lugar, de Marruecos, que juega ambos papeles.
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