POR UNA TELEVISI?N DE TODOS Consejos para el audiovisual Bernardo D¨ªaz Nosty
La necesaria desregulaci¨®n del audiovisual y de las telecomunicaciones se ha hecho bajo el doble se?uelo de la libertad de expresi¨®n y el fin de los monopolios p¨²blicos. Un proceso imbuido de excesivos tics tecnoc¨¦ntricos y mercantiles, pero extremadamente parco en la evaluaci¨®n de los impactos sociales, incluidos aquellos que alcanzan a la cultura democr¨¢tica. Es en este espacio te¨®rico donde cabe encuadrar el futuro Consejo del Audiovisual de Andaluc¨ªa (CAA), anunciado hace un par de semanas en este diario por el consejero de la Presidencia, Gaspar Zarr¨ªas.La figura del Consejo, que en el caso de Francia ya tiene una vigencia de 11 a?os, atiende hoy a las necesidades m¨¢s recientes del audiovisual. En Espa?a, durante la ¨²lima d¨¦cada, se ha pasado de un sistema de monopolio p¨²blico a un modelo mixto de televisi¨®n. Pero el escenario se ha hecho a¨²n m¨¢s complejo con el cambio de matriz tecnol¨®gica que anuncia la explotaci¨®n digital. A pesar de los impulsos de la desregulaci¨®n, que sit¨²an a Espa?a entre los pa¨ªses m¨¢s activos de la Uni¨®n Europea, los desarrollos normativos de amparo c¨ªvico, esto es, de anclaje democr¨¢tico del fen¨®meno emergente, son escasos o nulos.
Asimetr¨ªa en el desarrollo del audiovisual
Hay una asimetr¨ªa en el desarrollo del sistema audiovisual que inclina el peso de las pol¨ªticas de comunicaci¨®n hacia el lado de los emisores y abandona, pr¨¢cticamente a su suerte, a las audiencias, cuyo m¨¢ximo valor parece su cuantificaci¨®n num¨¦rica como activo de los canales de televisi¨®n. Por eso, el Consejo del Audiovisual deber¨¢ tratar de corregir esa asimetr¨ªa y trabajar, de manera preferente, sobre la dimensi¨®n c¨ªvica de las audiencias.
No es aconsejable crear un Consejo del Audiovisual en Andaluc¨ªa con un car¨¢cter mim¨¦tico de otros modelos. O se fija una raz¨®n clara de partida, un criterio de eficacia definido, o vendr¨¢ a ser una instancia m¨¢s de control carente de contenidos, como en buena medida son hoy los Consejos de Administraci¨®n de las televisiones p¨²blicas. Por eso es necesario establecer di¨¢fanamente la direcci¨®n estrat¨¦gica de una instituci¨®n que est¨¢ llamada a jugar un papel relevante en el desarrollo cultural y pol¨ªtico de Andaluc¨ªa.
El Consejo del Audiovisual deber¨¢ concebirse con criterios muy equilibrados de representaci¨®n social y una amplia autonom¨ªa, porque si no es as¨ª se convertir¨¢ en un ¨®rgano de oligarquizaci¨®n pol¨ªtica. Los procesos de oligarquizaci¨®n pol¨ªtica, como demuestra la experiencia, deval¨²an el papel de los medios p¨²blicos y de las pol¨ªticas informativas, llegando, en la pr¨¢ctica, a una especie de privatizaci¨®n partidista de la comunicaci¨®n. Es aconsejable evitar una expansi¨®n del espacio pol¨ªtico delegado sobre territorios que la sociedad civil puede gestionar directamente.
Efectos sociales, culturales
y pol¨ªticos
En Andaluc¨ªa, la televisi¨®n est¨¢ presente de manera significativa en la vida de los ciudadanos. En 1998, la poblaci¨®n laboral ocupada alcanzaba en las tareas de trabajo reglado 9,3 millones de horas diarias. El consumo audiovisual ese mismo a?o, entre mayores de 14 a?os, se elev¨® a 21,4 millones de horas diarias, 2,6 veces m¨¢s que la cifra del c¨®mputo laboral. Es preciso prestar atenci¨®n a la realidad que encierran estas cifras y no volver la espalda a los efectos pol¨ªticos, culturales y sociales del medio; aceptar que estamos ante un fen¨®meno que condiciona la capacidad de innovaci¨®n y movilizaci¨®n sociales, la creatividad cultural, la socializaci¨®n de los menores, el ocio y las expectativas de los mayores.
Tambi¨¦n, contextualizar en su verdadera dimensi¨®n el territorio de referencia, sobre el que se proyecta el Consejo. Andaluc¨ªa, con 7,4 millones de habitantes, m¨¢s que Dinamarca, Irlanda o Finlandia, no lejos de los que pueblan Suecia, Grecia, Austria o Portugal, tiene entidad demogr¨¢fica suficiente para aspirar a un sistema de medios moderno y con proyecci¨®n externa, pero tambi¨¦n con ¨®rganos de control social que atiendan una parcela que con tanta intensidad alcanza el tiempo libre de sus ciudadanos.
El CAA deber¨¢ velar por la dignidad de los contenidos del audiovisual en general y, de manera m¨¢s concreta, del audiovisual p¨²blico. Evitar esa disparidad entre las pol¨ªticas p¨²blicas de instrucci¨®n y un sistema audiovisual que debilita o desinstala aquellos valores de socializaci¨®n que est¨¢n en el horizonte de los proyectos de gesti¨®n p¨²blica. Promover que la televisi¨®n p¨²blica se especialice en el territorio y en el desarrollo de los valores que contribuyen al progreso de la comunidad que la sostiene. No son propuestas ut¨®picas. Basta con mirar el audiovisual p¨²blico del Reino Unido, Francia o Alemania para entender el camino que le queda por recorrer al modelo espa?ol.
Redefinici¨®n del audiovisual p¨²blico en Andaluc¨ªa
El audiovisual p¨²blico, as¨ª entendido, no renuncia al gran p¨²blico, hasta ahora patrimonio de la seducci¨®n comercial, pero precisar¨¢ orientarse m¨¢s a los p¨²blicos, a los distintos p¨²blicos que configuran los intereses plurales del territorio. Profundizar en l¨ªneas de tematizaci¨®n que cubran demandas de las audiencias que no se ven satisfechas por la televisi¨®n generalista comercial. Enfocar el esfuerzo hacia una oferta especializada que favorezca el desarrollo integral del territorio, la innovaci¨®n social, la movilizaci¨®n de la inteligencia. Lograr una complicidad creativa con los estamentos, n¨²cleos e instancias sociales que influyen, a su vez, en el cambio y progreso del conjunto de la sociedad.
En materia de medios, Andaluc¨ªa tiene claros d¨¦ficits en los consumos de prensa diaria, revistas y radio convencional, con un nivel de acceso a Internet que marca nuevos retardos respecto de otras comunidades.
Corresponde a la televisi¨®n, con una audiencia generalizada, un papel de compensaci¨®n y correcci¨®n de las carencias rese?adas, circunstancia que entra?a, especialmente para la televisi¨®n auton¨®mica, una enorme responsabilidad en la oportunidad de los contenidos ofertados.
El Consejo deber¨¢ unir a las tareas de est¨ªmulo del audiovisual auton¨®mico, muy centrado en la producci¨®n aut¨®ctona, su decidida defensa de la cultura y de la imagen de la comunidad.
La imagen de Andaluc¨ªa forma parte del patrimonio de todos los andaluces y la defensa de esta imagen, tantas veces distorsionada por t¨®picos extempor¨¢neos, debe ser uno de los cometidos del CAA.
Es dif¨ªcil entender la discordancia entre la imagen que recrean algunos medios -en ocasiones la propia televisi¨®n auton¨®mica- y la realidad social y cultural.
El CAA deber¨¢, asimismo, garantizar el derecho a la informaci¨®n de los ciudadanos, con una extensi¨®n, al menos en los medios p¨²blicos, que alcance tambi¨¦n al derecho al ocio y al entretenimiento dignos.
Igualmente, promover el desarrollo de una cultura cr¨ªtica y responsable del consumo de los medios y ampliar el espacio p¨²blico de debate de los andaluces a los problemas reales de su tiempo, con la m¨¢s que necesaria superaci¨®n de un modelo de televisi¨®n paternalista y conservador.
Bernardo D¨ªaz Nosty es catedr¨¢tico de Tecnolog¨ªa de Informaci¨®n de la Universidad de M¨¢laga.
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