Pasi¨®n marcial
ESPERANZA PEL?EZUno de los debates m¨¢s enconados acerca de la Semana Santa es el de la conveniencia o no de que los militares participen en las procesiones. Hay quienes dicen que el Ej¨¦rcito no pinta nada en una fiesta religiosa y quienes defienden su presencia en nombre de la tradici¨®n.
Incluso hay quien le quita hierro al asunto, y alega que los militares en las procesiones evocan a los soldados romanos que prendieron y custodiaron a Jesucristo. Qui¨¦n sabe. El caso es que en M¨¢laga se produce con la Legi¨®n, que acompa?a al Cristo de la Buena Muerte de la hermandad de Mena, una entrega popular que asombra a propios y extra?os.
El Jueves Santo, las calles se desbordan literalmente de la cantidad de gente que acude, incluso desde los pueblos, a ver desfilar a los legionarios. Los mayores expresan en voz baja su decepci¨®n: "Esto ya no es lo que era. Ahora vienen chavalitos de la mili; antes eran unos aut¨¦nticos hombretones; con barbas, con tatuajes, con la camisa abierta hasta el pecho. Si te pon¨ªas en su camino, te aplastaban".
A muchos chiquillos los llevan el Jueves Santo por la ma?ana a ver la llegada del Tercio al Puerto. A algunos los visten incluso con un uniforme en miniatura. Durante la procesi¨®n, ya por la noche, situarse delante de una familia que lleva cuatro horas plantada en el mismo lugar para coger un sitio donde se vea el desfile y se escuche el Himno de la muerte, la tonada que cantan los legionarios, puede costar como m¨ªnimo un abucheo.
?Qu¨¦ ven en ellos? Se pregunta, at¨®nito, el visitante acostumbrado a un pa¨ªs cada vez m¨¢s esc¨¦ptico con los ej¨¦rcitos. Seguramente habr¨¢ parte del p¨²blico apasionado por la carrera militar, pero no la mayor¨ªa. La mayor¨ªa no ve en los legionarios a alguien con un arma mortal en la mano, sino al chiquillo que fue alguna vez, y al padre, a la t¨ªa o al hermano mayor llev¨¢ndolos al Puerto un Jueves Santo ya lejano por la ma?ana, cont¨¢ndole historias fascinantes sobre aquellos hombres.
De otro modo no se podr¨ªa entender que la Legi¨®n arrastre m¨¢s gente el Jueves Santo que cualquiera de las im¨¢genes que salen. Pero as¨ª son las cosas, y a tenor de la cantidad de gente que lo siente as¨ª, tardar¨¢n en cambiar.
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