El voto de mercado
Los caminos de los nuevos emprendedores son inescrutables, pero la ley del mercado no respeta ni los atajos espirituales. El dinero viaja por autopista y la caridad ya no mueve monta?as. Probablemente las religiosas del convento de Santa Rosal¨ªa, en Sevilla, se han devanado los sesos hasta hallar el punto de inflexi¨®n que les permita alimentar el esp¨ªritu y el organismo sin renunciar a sus votos. Finalmente, las nueve monjas capuchinas han asumido que la caridad y el dedal ya no les basta para sobrevivir como anta?o.Su reconversi¨®n, siendo pintoresca, no atenta contra su disciplina de monjas de clausura y, al mismo tiempo, les garantizar¨¢ unos ingresos para salir adelante sin necesidad de sacrificios desmedidos. La abadesa Mar¨ªa Dolores Otero, que a buen seguro se habr¨¢ encomendado a la providencia hasta dar con una soluci¨®n que garantice la subsistencia de su comunidad, opt¨® por reconvertir una parte del convento en establecimiento hotelero. Un hotel pel¨ªn at¨ªpico: carece de servicio de restaurante para sus hu¨¦spedes y de tarifas r¨ªgidas. La clientela paga seg¨²n la voluntad. Y la voluntad no suele estirarse m¨¢s all¨¢ de las 3.000 pesetas por noche. Con tales precios, el lleno est¨¢ garantizado hasta la semana de la Feria de Abril, incluida. "Como es tan econ¨®mico, est¨¢ a tope", corrobora la portera del convento, Carmen Misa L¨®pez.
Misa lleg¨® a la comunidad hace 29 a?os. Eran tiempos pr¨®speros en vocaciones y medios. Una treintena de hermanas se afanaban entonces en servir a Dios y en coser, entre otras prendas, t¨²nicas de nazarenos para Semana Santa.
La comunidad ha menguado ahora hasta limitarse a nueve religiosas. Los zurcidos han decrecido casi en similar proporci¨®n, aunque las monjas siguen manteni¨¦ndolo como actividad principal. "A todo el mundo que tenga un roto se lo cosen y ya est¨¢", explica la portera.
Han tardado m¨¢s en dar con la puntada que garantizase su econom¨ªa dom¨¦stica, pero, a la vista de la demanda, han tejido un bordado perfecto. El trasiego de hu¨¦spedes en las cinco habitaciones dobles, acondicionadas en la antigua vivienda del p¨¢rroco, no ha cesado desde que arranc¨® la actividad hotelera, hace unos dos meses. Los clientes, que no pueden superar estancias de una semana, disponen de una llave de la puerta de entrada al convento para gozar de total libertad horaria, aunque las religiosas quieren habilitar un acceso alternativo para no juntar negocio y devoci¨®n en el mismo pasillo.
Las hermanas cultivan el mensaje espiritual en su oferta -hacen hincapi¨¦ en la paz del alojamiento-, pero tampoco exigen que sus hu¨¦spedes hagan votos de fe. La abadesa explic¨® a Efe que su comunidad respeta "las creencias de todos", lo que significa que se franquear¨¢n las puertas del ala hostelera sin distinci¨®n religiosa.
Del ¨¦xito de la reconversi¨®n da fe la intenci¨®n de las capuchinas de ampliar la zona de alojamientos el pr¨®ximo a?o. En el convento de Santa Rosal¨ªa concluy¨® recientemente una segunda fase de rehabilitaci¨®n, despu¨¦s de la que ya experiment¨® en 1762 para recomponer la destrucci¨®n que hab¨ªa provocado un incendio en el edificio del n¨²mero 8 de la calle Cardenal Sp¨ªnola.
Las hermanas se saltaron ayer su horario de atenci¨®n al p¨²blico para orar en la iglesia adyacente. Ante la petici¨®n de una entrevista con la abadesa, tal d¨ªa como ayer (Jueves Santo), la portera Carmen Misa mira perpleja y responde: "Hoy es un d¨ªa muy malo, con el Se?or presente. Estar¨¢n de retiro hasta el lunes".
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