Periodistas y representaci¨®n pol¨ªtica
Se cuenta que el controvertido presidente de los EEUU Theodore Roosevelt (1858-1919), propulsor del intervencionismo norteamericano pero tambi¨¦n defensor de los mineros de antracita en la huelga que protagonizaron en 1902, y perseguidor de los infractores de la ley anti-trust aprobada por el Congreso en 1980, en una de sus cacer¨ªas, su afici¨®n favorita, uno de sus consejeros le recomend¨® que leyera El Quijote. No era muy propenso a la lectura, como buen hombre de acci¨®n, pero en un d¨ªa de descanso en el que se encontraba aburrido comenz¨® a leer las aventuras de Alonso Quijano y Sancho Panza. Parece que se divirti¨® con sus haza?as y coment¨® que le hab¨ªa estimulado la figura de Sancho y sus experiencias de gobierno en su ¨ªnsula. Seg¨²n parece concluy¨® que aquel hombre serv¨ªa para presidente, sobre todo -y ¨¦sta era una interpretaci¨®n estramb¨®tica que ¨¦l hab¨ªa sacado- porque hac¨ªa poco caso de los periodistas. Por aquel entonces Roosevelt era criticado por practicar una pol¨ªtica antiaislacionista con la intervenci¨®n norteamericana en los conflictos mundiales. Al parecer un gacetillero del New Yorker relacionado con sus adversarios pol¨ªticos, peri¨®dico progresista y con buena imagen, le increpaba constantemente por la inclinaci¨®n del presidente a intervenir en los conflictos internacionales y le planteaba lo que ten¨ªa que hacer en cada circunstancia para mantenerse alejado de las situaciones conflictivas porque los EEUU ten¨ªan que ocuparse de s¨ª mismos.Sol¨ªa decir que si el periodista traspasaba los l¨ªmites de la informaci¨®n o la cr¨ªtica para manifestar la pol¨ªtica que deb¨ªa de hacerse, y para ello utilizaba todo tipo de m¨¦todos como la calumnia o especulaba con rumores d¨¢ndoles verosimilitud sin comprobarlos, deb¨ªa dejar la profesi¨®n y presentarse a las elecciones para poder aplicar sus proyectos. Parece que aquel periodista, animado por otros pol¨ªticos adversarios o enemigos del presidente, acept¨® el envite y se present¨® a gobernador por el estado de Connecticut, apenas obtuvo m¨¢s de mil votos y al parecer muri¨® alcoholizado y sin escribir una sola letra m¨¢s.
Es posible que aquel presidente no fuera un modelo de virtudes pol¨ªticas pero ten¨ªa criterios sobre lo que era conveniente para su pueblo y trat¨® de ponerlos en pr¨¢ctica a pesar de lo controvertido de sus decisiones. El problema est¨¢ en que algunos periodistas se amparan en otros pol¨ªticos o intentan influir para que se tome tal o cual decisi¨®n sin valorar que su misi¨®n comprende la informaci¨®n, el an¨¢lisis o la cr¨ªtica pero nunca en escudarse en personajes que no dan la cara, o intentar influir en decisiones sobre los que no tienen responsabilidad alguna porque nada arriesgan, s¨®lo se limitan a contemplar la jugada y si sale bien aplauden y se ponen ellos las medallas, y si sale mal la responsabilidad es del que se ha arriesgado y no ha hecho lo que deb¨ªa. Mientras tanto expanden todo tipo de informaciones sin comprobarlas fehacientemente crey¨¦ndose que est¨¢n al margen de todo, dando por bueno lo que s¨®lo a ellos les interesa y obviando o tergiversando lo que no les conviene.
Democracia de cuchicheos
Esto no es patrimonio de ning¨²n medio en especial, se da en todos, como tambi¨¦n existen aquellos honestos que trasmiten lo que estiman conveniente o dan su opini¨®n, que puede gustar o no, sobre la actuaci¨®n de tal o cual pol¨ªtico. ?Cu¨¢l es, en suma, el punto justo? Para m¨ª, que tengan la valent¨ªa de decir "esto me lo ha dicho fulano o zutano" y que no acepten ninguna informaci¨®n que previamente no haya sido comprobada, y si quieren influir que se presenten a las elecciones. Si ellos son el cuarto poder y tienen esa potestad de creerse que lo publicado es la opini¨®n p¨²blica pueden caer en la paranoia o la injuria. Podr¨ªan hacer una gran labor a esta democracia de cuchicheos y de falsos o verdaderos rumores acostumbrando a que todo aqu¨¦l que diga algo se atreva a poner su nombre delante o detr¨¢s. As¨ª nos haremos una idea de qu¨¦ piensa u opina cada cual.
Aqu¨ª, en la sociedad valenciana, pervive la costumbre de practicar la m¨¢xima de que s¨®lo existen dos puntos de vista: el equivocado y el nuestro. Y todo lo dem¨¢s no sirve, ni hay matices ni enfoques que pueden tener lecturas diferentes. El enemigo es aqu¨¦l que no es uno de los nuestros, porque estos no pueden cometer errores. De esta manera fomentamos una sociedad de cobardes, donde nadie se atreve a decir nada si no es por intermediarios, los periodistas que en muchos casos, viven del rumor y se instalan en la pereza, porque comprendo que escribir una columna diaria es duro y se pierde el sentido de la literatura. Pero no es deseable caer en el temor -algunas veces terror- a expresar las opiniones con nombre y apellidos porque puede resultar "pol¨ªticamente incorrecto" o inapropiado para alg¨²n medio, ya que si con ello los pol¨ªticos creen que van a encontrar una mano amiga solo la conseguir¨¢n al final de su brazo. Expresar lo que uno piensa nunca puede ser una ofensa si se manifiesta en unos t¨¦rminos aceptables con la educaci¨®n, es decir el respeto, y con buena sintaxis. Lo otro es la insinuaci¨®n no comprobada que termina en la insidia, y para eso ya tenemos bastantes dificultades todos los d¨ªas en nuestras vidas diarias. Como dec¨ªa Hang Magnus Enzensberger "quienes practican el oficio de persuadir lo pagan, bajo la forma de la autosugesti¨®n. F¨¢cil es persuadirse del valor de aquello que uno se ha repetido a s¨ª mismo con frecuencia".
Javier Paniagua es miembro de la Comisi¨®n Pol¨ªtica del PSOE.
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